Editorial Ángulo 7
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Este 8 de marzo (8M) en Puebla en México y en el mundo, las calles se pintarán de verde y morado para exigir nuevamente justicia por tanta desigualdad que sufren las mujeres. Desigualdad que fundamentalmente, se da por el machismo y la misógina.

Este 8M es una fecha emblemática que, en los últimos años, además de cobrar relevancia, también ha cambiado el paradigma sobre el trato hacia las mujeres, incluso recobrando su carácter histórico social.

Este surge a partir de que un grupo de obreras de la fábrica Triangle Shirtwaist en Nueva York, se manifestara para que se mejoraran sus condiciones laborales. La respuesta de la empresa, al ver el alcance del movimiento, fue encerrarlas y quemar las instalaciones

El hecho ocurrió el 25 de marzo de 1911, donde perdieron la vida más de 140 trabajadoras, en su mayoría inmigrantes y jóvenes.

Por tal motivo, en 1975 cuando la Organización de las Naciones Unidas (ONU) lo declara el Día Internacional de la Mujer, en memoria de las mujeres caídas en su lucha por la exigencia de sus derechos.

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Posteriormente, el día de la mujer se fue frivolizando, ocultando su origen social. Se fue banalizando de tal manera que, bastaba con regalarles una flor y hacer día bastante “especial”

Sin embargo, en los últimos años y ante el aumento de la violencia, se ha buscado poner sobre la mesa la desigualdad laboral y social en la que viven las mujeres; además de que también se colocan el tema sobre la elección sobre su cuerpo y se paren los feminicidios.

Tomar las calles para que sean escuchadas

El hecho de que se tomen las calles por parte de las féminas también es para exigir un alto a los feminicidios. Un mal que bien persiguiendo a la sociedad y que evidencia esta desigualdad y condena el hecho de ser mujer.

Se han planteado paliativos en aras de la igualdad y equidad de género, pero que en realidad parecen más un favor. Sobre todo, porque se pone cómo el lograr que en un gabinete de gobierno fueran 50 por ciento mujer y el resto hombres, cuando debería ser una cuestión orgánica.

Lo principal es acabar con la desigualdad económica que viven miles de personas que se agudiza en las mujeres, por medio de la misógina y el machismo. Por ello, también se debe buscar la reconstrucción del tejido social.

Pero, sobre todo, el principal reto para la sociedad es cuestionarse el papel que juegan los hombres al momento de reproducir estas formas de dominación. No basta con sensibilizarse ni ser empáticos, basta con comenzar a actuar.

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