Durante el siglo XIX, allá por el año de 1864, a ese México que se debatía entre un sistema republicano y una monarquía, llegarían varios personajes europeos de la vida noble, sea por matrimonios forzados, por ser herederos de títulos o por esta o aquella razón.

Uno de estos personajes sería la condesa Paula Kolonitz, alguien que se distinguió, no por los títulos de nobleza, sino por el hecho de dejar sus memorias escritas sobre la vida cotidiana de una época como fue la del Segundo Imperio Mexicano, claro que estas memorias tienen el punto de vista de una noble que jamás había vivido en México y desconocía las distintas costumbres y gastronomía de este país.

Como dama de compañía de la emperatriz Carlota, esta noble austriaca de apenas 24 años que solo tuvo una breve estadía de seis meses en este país, ¿qué fue lo que vio?, ¿qué desayunó?, ¿hizo de tripas corazón y comió mole de guajolote como lo hicieron los emperadores a su llegada a Acultzigo, Puebla? Sin duda, no tuvo más remedio que entrarle a lo que esta tierra le ofrecía. Pero, veamos parte de las travesías del café y del chocolate.

Cristóbal Colón, fue unos de los primeros europeos que tuvo contacto con el cacao, sin embargo, se dice que nunca probó la bebida de xocoatl, esa bebida amarga que se consumía desde la época prehispánica, sería Hernán Cortés quien le probaría y daría a sus soldados como fuente de energía, tal como la usaban los nativos.

En esta bebida de xocoatl, no habría leche, azúcar o canela, ingredientes que se agregarían en el Viejo Mundo, otorgándole cierta suavidad, dulzor y encanto, convirtiéndose en la gula de la sociedad por ser una bebida placentera. Fue en la corte española donde se le llamaría chocolate y donde, además, se le usaría como remedio medicinal.

La bebida de chocolate viajaría a varias partes de Europa y llegó a convertirse en el motivo de distintas pinturas. De modo que para la condesa Kolonitz, como para muchos otros que venían de aquellas tierras, el chocolate era una bebida conocida y apreciada, tanto como la bebida del buen café.

El café, ese grano que tostado, molido y disuelto en agua que proporciona una bebida con cierto amargor y cuyo origen se ubica en África, pasó por una larga travesía antes de su llegada a Europa y más hacia América, lugares donde la bebida no fue del todo aceptada en un principio, aunque terminaría por integrarse y mezclarse con leche y azúcar, pronto en París las cafeterías se convertirían en parte de su identidad.

En México, serían los franceses quienes introducirían el café para su producción desde los siglos XVII y XVIII, sin embargo, sería en el siglo XIX poco a poco se haría una costumbre beber café, comenta Clementina Díaz y Ovando, siendo su esplendor una centuria después.

Pero, a fin de cuentas, ¿qué opinaba la condesa Kolonitz de aquellas bebidas amargas y placenteras que se le ofrecieron en tierras mexicanas?, pues según su parecer, los mexicanos no sabíamos preparar café, como tampoco una buena sopa, aunque sí un buen chocolatito.

Y, así, escribía la condesita: “El café, que aquí se da de la mejor calidad, lo preparan tan mal que casi no puede probarse. Pero se toma mucho el chocolate, el cual, mezclado con canela, es exquisito.”

Para los mexicanos, la tradición de los atoles, champurrados, las infusiones de hierbas o llamados “tés” y el chocolate, eran bebidas muy arraigadas en la vida cotidiana y el café con su amargor, hubo de enfrentarse a esas tradiciones.

Tras la Revolución mexicana y la influencia norteamericana, a la ciudad de México llegarían los cafés de chinos que alimentaban a ferrocarrileros, los Sanborn’s y las fuentes de sodas con su servicio de barra. Esto traería consigo la costumbre del desayuno con jugo de naranja, el café delgado y los wafles con tocino, comenta Salvador Novo.

Y, si a esto sumamos lo barato que resultaba la bebida del café aguado, poco a poco aquella bebida amarga desplazaría a la bebida del chocolate que, en un principio también se bebía amarga, por algo recibía el nombre de xoco-atl, amargo y agua.

Pues vayamos a beber un buen café o un chocolatito de agua con pancito…

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