La tradicional rosca de Reyes es un deleite para el paladar de los humanos, desde su existencia en épocas ancestrales hasta la fecha que se celebra en la cultura mexicana, además de que marca el final de las festividades navideñas.
El origen de la rosca de Reyes se remite a las festividades romanas dedicadas a Saturno, dios de la agricultura, por lo que durante estas celebraciones se realizaban rituales que incluían la elección de un “Rey del Festín”, una figura que influiría en las festividades cristianas posteriores.
Con la llegada de los españoles a México, la religión que adoptaron en tierras aztecas fue el cristianismo, por lo cual, la tradición de la rosca evolucionó para incorporar elementos de la Epifanía y la celebración del día en que los tres Reyes Magos, Melchor, Gaspar y Baltazar, visitaron al niño Jesús.
Fue así como los elementos que rosca de Reyes dieron como resultado la creación culinaria que hoy conocemos, pues la masa representa el amor infinito de Dios, su forma circular simboliza la eternidad, y los frutos secos y cristalizados incrustados representan las joyas de los Reyes Magos.
Entre la masa de la rosca, a menudo se coloca una figura pequeña de un bebé que representa al niño Jesús, por lo que aquel que encuentre la figura se convierte en el padrino o madrina del próximo Día de la Candelaria, una tradición adicional que une aún más a las comunidades.
En la actualidad, la rosca de Reyes es mucho más que una degustación, debido a que engloba un lazo cultural entre las familias y comunidades, dado que esta tradición ha migrado al trabajo, la escuela o entre amigos durante una sana convivencia en la sociedad mexicana.
