La política actual es el resultado de la inversión de los enfoques de la política durante su historia. Las ideas de política han definido sus etapas y éstas han dependido de diferenciar la política con la moral, la economía y el derecho, además de diferenciar entre el Estado y la sociedad.

Las ideas de la política a lo largo de la historia nos permiten señalar que no debemos confundir los resortes del poder o la influencia sobre el poder, con tener poder. Es necesario también distinguir el cómo y el dónde se genera el poder político, del cómo y dónde se lo ejerce. Si aceptamos estas diferencias, entonces nos acercamos a la comprensión de los “límites” del sistema político.

Los cambios conceptuales en torno a la política dependieron de los cambios en el criterio para diferenciar entre los comportamientos humanos. En el campo de los comportamientos económicos el criterio es lo útil: la acción económica (intención y actividades) estaba dirigida por la intención es llevar al máximo una ganancia, una utilidad, un interés material. Cuando el criterio es ético, el objetivo es el bien. La acción moral es una acción “debida”, desinteresada, altruista, que persigue fines ideales y no ventajas materiales. El ámbito de la moral es el fuero interno de nuestra conciencia.

A diferencia de la economía y la ética en la ciencia política no se da un comportamiento que tenga características de uniformidad asimilables a los comportamientos morales y económicos. La expresión comportamiento político alude a “un ámbito, un contexto”. El politólogo observa los comportamientos en las instituciones, en las estructuras y en las funciones que componen un determinado sistema político.

Finalmente, en el campo de los comportamientos sociales no existe un criterio. El sociólogo observa lo que son los comportamientos en las instituciones, en las estructuras y en las funciones que componen un determinado sistema social. Se observan las relaciones existentes en los subsistemas de las instituciones para acercarse a la comprensión del sistema social.

El cambio de visión en la política durante el siglo XIX es en dónde se empieza a distinguir entre lo político y lo social, entre el Estado y la sociedad. Para medievales y renacentistas la voz politicum designaba la “visión horizontal”, mientras que el discurso vertical se desarrollaba mediante las voces realeza, despotismo y principado. La sociedad era a un tiempo una civilis societas y una iuris societas y no una sociedad sin adjetivos tal y como habla hoy el sociólogo. El término que simbolizaba el enfoque vertical en el discurso político era el término “príncipe”.

En la antigüedad el enfoque vertical era extraña a la idea griega de la política, que fue teorizada durante milenios con el vocabulario latino; mediante términos tales como principatus, regnum, dominium, gobernaculum, imperioum, potestas y similares. El hecho de que toda esta terminología haya derivado en la voz “política” durante el siglo XIX, constituye una inversión de la perspectiva.

Hoy unimos la dimensión vertical a una palabra que denotaba, en cambio, la dimensión horizontal. Como consecuencia de esta nueva sistematización, la dimensión horizontal pasa a ser asumida por la sociología, y correlativamente la esfera de la política se restringe en el sentido de que se reduce a una actividad de gobierno, y en sustancia a la esfera del Estado. Pero esta reordenación, que reflejaba bastante bien la realidad del siglo XIX, en el siglo XXI resulta demasiado estrecha, demasiado limitativa. En la actualidad se registra un hecho nuevo: la democratización de la política. El pueblo que estuvo alejado o excluido de la política, o presente sólo muy de tanto en tanto, ahora ha entrado en la política con la intención de quedarse.

La democratización de la política supone no sólo su difusión y su dilución, sino su ubicuidad. A la ubicación vertical se une ahora una expansión y ubicación horizontal; lo que vuelve a subvertir de nuevo todo el discurso. Después de milenios de relativa quietud, ¡cuántos sacudimientos en pocos años en México! En la medida en que el Estado se extienda, los procesos políticos no podrán ser situados ya en el ámbito del Estado y de sus instituciones. De hecho, y por consecuencia, el concepto de Estado se amplía, y es sustituido por el concepto bastante más elástico, y abarcador de “sistema político”. El sistema político no sólo se descompone en “subsistemas”, algunos de los cuales, por ejemplo, el subsistema partidista, el subsistema de los grupos de presión, el subsistema sindical y así sucesivamente.

El éxito de la Cuarta Trasformación en el futuro depende de la inclusión política de las demandas ascendentes y la formación autónoma y la expresión libre de las demandas sociales. El fracaso de sus adversarios estará en relación directa con mantener el enfoque de los sistemas dictatoriales que no atienden las demandas ascendentes y porque en los hechos impiden la formación autónoma y la expresión libre de la demanda social.

Por un lado, está la idea de impulsar el crecimiento de las relaciones democráticas y, por el otro, el vano intento de detenerlas.

En México el pueblo ha entrado en la política y entra con intenciones de estabilidad, para quedarse.

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