La primera presidencia de la República Restaurada fue ejercida por Benito Juárez (1867-1872) y fue consecuencia de la derrota del Segundo Imperio. La restauración republicana en México comenzó el 15 de julio de 1867, cuando Benito Juárez regresó a la Ciudad de México luego de su victoria contra el Segundo Imperio.

Entre 1865 y 1867, se registraron varios sucesos en el ámbito internacional que influyeron en la caída del segundo imperio. En Europa, las tensiones entre varios países estaban a punto de detonar enfrentamientos bélicos en los que estaría involucrada la Francia de Napoleón III. Este hecho provocó que el gobierno francés retirara el apoyo a Maximiliano de Habsburgo.

Juárez desde la presidencia de inmediato convocó a elecciones, en las que resultó triunfador, y su siguiente período presidencial estuvo orientado a reparar la economía, impulsar la educación, fomentar la seguridad pública, terminar con las gavillas de ladrones y caciques que asolaban al país. Al presentarse el período electoral de 1871, los candidatos fueron Juárez, Lerdo y Díaz. Luego de las elecciones, Juárez se reeligió y Díaz proclamó el Plan de la Noria con el que desconocía a Juárez. Una nueva revolución sacudió al país, pero en julio de 1872 Juárez murió y la revuelta, prácticamente derrotada, se acogió al indulto del nuevo presidente Sebastián Lerdo de Tejada.

Roto el conservadurismo, las riquezas de la Iglesia confiscadas, destruido la fuerza del “Partido Conservador”, desacreditada la monarquía -ligada a la intervención extranjera-, la República Restaurada puede caracterizarse por la lucha por el poder entre liberales.

La alianza liberal después de expulsar a los franceses era mucho más amplia y heterogénea que la triunfante en la Guerra de los Tres años que acabó en 1860. El apoyo a Juárez en 1867 era muy amplio. Sin embargo, en agosto antiguos defensores estaban descontentos para que Juárez continuara en la presidencia. Algunos lo consideraban demasiado intransigente para trabajar en la tarea de reconciliación y reconstrucción, otros pensaban que nueve años en la presidencia, aunque sólo cuatro de ellos como presidente electo constitucionalmente, eran más que suficientes, otros afirmaban tener temor, por las tendencias centralistas de su gobierno, finalmente, otros veían en él tendencias dictatoriales. En su conjunto, fueron causa de que la alianza republicana se escindiera.

Integrado a lo anterior otro factor de la escisión republicana fue la reorganización militar. El 27 de julio Juárez reorganizó el ejército; el destino de quienes habían aceptado empleos en el imperio. Por breve tiempo el gobierno adoptó una política de persecución, que según la ley del 16 de agosto de 1863 comprendía la confiscación de las haciendas de todo aquel que hubiera servido al imperio. Se enjuició y fusiló a algunos, se condenó a cárcel a otros, se desterró a doce destacados partidarios del imperio y a un número mayor se les puso en libertad bajo palabra con vigilancia oficial. Al poco tiempo una orden presidencial conmutó las confiscaciones, sustituyéndolas por un sistema de multas. Algunos liberales exigían el pleno cumplimiento de la ley, otros condenaban las persecuciones por inconstitucionales e instaban a que se expidiera una ley de amnistía.

El gobierno trató de seguir un rumbo intermedio: la Convocatoria para elegir al presidente, magistrados de la Suprema Corte y diputados al IV Congreso, del 14 de agosto 1867. La convocatoria, decretada por Sebastián Lerdo de Tejada, traía anexa una disposición para que, en el momento de escoger el colegio electoral, los votantes manifestaran su aprobación o su inconformidad con una propuesta que autorizaría al Congreso a discutir e implantar cinco reformas a la Constitución sin necesidad de actuar conforme al proceso constitucional de reformas. Estas reformas eran 1) la creación del senado para diluir el poder legislativo, 2) dar al presidente el derecho de veto sobre proyectos de ley, 3) autorizar a los ministros a contestar en comunicaciones escritas las averiguaciones del Congreso, 4) limitar el poder de la Comisión Permanente para convocar sesiones especiales del pleno del Congreso, 5) permitir al Congreso fijar la línea de sucesión a la presidencia más allá del presidente de la Suprema Corte.

Varios se opusieron a las reformas, otros negaron la urgencia y los méritos de las mismas, otros más atacaron la rehabilitación de los imperialistas y del clero que la convocatoria propugnaba en sus artículos 22-26, otros contra la iniciativa presidencial de reforma constitucional mediante el plebiscito sin hacer caso de la ratificación por las legislaturas de los estados.

La oposición a Juárez se alentó desde la prensa. Manuel María de Zamacona dirigió la lucha desde su periódico El Globo (19.08.1867), en el cual calificaba al procedimiento de ataque a la Constitución y recomendaba boicotear el plebiscito; Pantaleón Tovar desde El Siglo XIX se opuso a la forma de presentar las propuestas. El 20 de agosto de 1867 apareció en diez periódicos de la capital una protesta contra la convocatoria firmada por El Boletín Republicano, La Conciencia Pública, El Constitucional, El Defensor del Pueblo, El Diablo Amarillo, El Globo, El Monitor Republicano, La Orquesta, El Siglo XIX, y La Sombra.

La primera protesta colectiva de esos mismos periódicos fue contra el artículo 4 de la ley del 14 de agosto de 1867 sobre la libertad de prensa. Muchos de los firmantes se opusieron después a la elección de Juárez y algunos se volvieron porfiristas. José Díaz Covarrubias, director del Diario Oficial, hizo eco de las protestas. El Correo de México, de Ignacio M. Altamirano, publicó durante seis semanas editoriales hostiles a la convocatoria y que venían de todos los rumbos del país.

Las actitudes de la prensa de la capital durante el verano y el otoño de 1867 muestran cómo se disolvió la coalición de la época de guerra. La Orquesta se puso en oposición al gabinete a fines de julio. El Globo, en la segunda semana de agosto empieza a apremiar para que se actuara con mayor rapidez sobre la convocatoria y se regresara al gobierno constitucional. Sus primeros ataques frontales se dirigieron a las reformas y al plebiscito contenido en la convocatoria. A mediados de septiembre se volvió acérrimo enemigo del gobierno e impulsó la candidatura de Porfirio Díaz. El Correo de México, en septiembre imprimía argumentos en contra de la reelección de Juárez. El 1 de octubre de 1867 incluyó un extenso artículo, original de José María Mata, que citaba la convocatoria como razón para que el “Partido Demócrata Constitucional” retirara su respaldo electoral a Juárez y apoyara a Díaz.

El tema de la convocatoria fue el factor más destacado para la creación de la oposición porfirista, del partido antijuarista que se llamó según el caso “Partido Constitucionalista” o “Partido Progresista”.

Los opositores a Juárez eran en su mayoría abogados y periodistas.

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