Si la autoridad política no depende de las relaciones jurídicas ni de la ideología, entonces los análisis que se basan en estos dos aspectos no permiten comprender la aparición del Movimiento de Renovación Nacional en México y la irrupción del proyecto de la Cuarta Transformación.
De lo que se trata es comprender como las relaciones políticas basadas en la autoridad y no en el poder, son las que están moldeando la nueva sociedad mexicana. No es suficiente la denuncia de unos y otros por una supuesta “ideología” sino más bien como las nuevas relaciones políticas están emergiendo. Se trata de analizar las técnicas y tácticas usadas para ese propósito. Se trata de observar como opera la construcción de la autoridad política y como va desplazando a la “idea de poder tradicional”.
Para comenzar es necesario reconocer que la autoridad política no es propiedad de nadie. La autoridad política emerge de las relaciones entre los elementos del sistema y que se materializan en creencias y conductas y que alguien las convierte en una estrategia (construir una Nueva República). La autoridad no es una propiedad que pueda ser atribuida a una institución.
Como estrategia, la autoridad política, no tiene el propósito de la dominación, sino el de mantener una red de relaciones siempre en actividad.
La autoridad política se ejerce no se posee, no es una forma de privilegio adquirido o conservado por alguien sea un grupo (por ejemplo, un partido político) o, menos aún, por una persona. La autoridad política es la compleja red de relaciones que producen efectos, que trasforman la realidad.
La autoridad política, a diferencia del poder, no requiere el apoyo de alguna ideología específica que, cualquiera que sea, tiene limitaciones epistemológicas y, por lo tanto, no tiene el propósito de engañar, ni hacer creer por medio de la propaganda.
La autoridad política no está fincada en la represión. A diferencia de ello las relaciones de autoridad están sostenidas por la creación de verdades. Estas verdades se concretan en todo tipo de relaciones incluidas las económicas (infraestructura) y las culturales (superestructura).
La autoridad política no está subordinada a las relaciones de producción, son éstas las que necesitan de la autoridad política. De aquí que la autoridad política no requiera de la represión para ser efectiva, ni siquiera requiere apoyarse en la prohibición.
La autoridad política circula por toda la red de relaciones sociales y es una fuerza que no solamente dice no, sino es una fuerza creativa que produce cosas, induce al placer, es una forma de saber, produce discursos; es una red productiva (sistema nervioso) que crea, alienta la creatividad, que supera la postura de la simple negación. La autoridad política niega creando cosas distintas y negando básicamente la violencia.
La autoridad política no reprime sino produce realidad, produce verdad y, por lo tanto, no requiere del velo de ninguna ideología. La autoridad política se construye apoyándose en la racionalidad-crítica. Al igual que la represión, las ideologías son solo el polvo que se levanta por el combate en pos de la construcción de la autoridad política.
La autoridad política no es atributo de nadie y no está localizado en el Estado (construido a través de la violencia) sino que es algo que existe y se ejerce en todo tipo de relaciones sociales. La construcción de la autoridad está basada en estrategias, maniobras y tácticas que los no-poderosos están desplegando en este momento en México. En parte de esto último consiste el proyecto conocido como Cuarta Trasformación.
Dicho lo anterior, podemos concluir que la autoridad política que se está construyendo en México a partir del principio de la Soberanía del Pueblo, no está localizada en el aparato de Estado, ni en algún partido político, ni menos en alguna persona. La autoridad política como sistema nervioso-neuronal está permanentemente actuando de manera colectiva y con la experiencia que va adquiriendo (aprendizaje), va ganando una forma disciplinada de conducta. De lo que se trata, finalmente, es de ir superando las relaciones que hacen posible un Estado para avanzar en el camino cuya meta es la construcción de una Nación.
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