El pasado domingo 13 de agosto el Movimiento Popular Progresista (MPP) ofreció en la capital Poblana una conferencia de prensa. La primera después de haberse constituido el pasado 30 de julio (como lo reseñé en un artículo anterior). Como su boletín de prensa dice, nacen “del descontento de las malas prácticas sectarias partidistas, toma ímpetu de la reorganización de las bases y se consolida como un auténtico esfuerzo organizativo que reivindica a la izquierda en Puebla y que velará por las causas sociales y las luchas del pueblo.” ¿De qué descontento y qué malas prácticas sectarias y partidistas hablan? ¿De qué esfuerzo organizativo hablan, si ya son militantes de Morena? Para entender a cabalidad lo anterior, y su pertinencia e importancia, es necesario echar un vistazo nuevamente a la situación de las bases de Morena-Puebla.

Trilogía del sectarismo

El pez grande se come al pequeño

El sectarismo se define como “Fanatismo e intransigencia en la defensa de algo”. A la luz de la ciudad plagada de anuncios espectaculares con el rostro de algunos políticos bajo cualquier pretexto, nadie puede negar que estamos frente al fanatismo de ellos mismos por sí mismos. Me ha tocado ver en el periférico dos anuncios espectaculares, idénticos, uno junto al otro, sin más sentido que el ejercicio desmedido de recursos en autopublicidad. La competencia monstruosa que ha desfigurado la ciudad con el nombre y el rostro de los candidatos a la gubernatura de Puebla por Morena, es insultante. Este bien puede ser el fanatismo del que hablan y critican los integrantes del MMP. Porque reduce a la ciudadanía a mero depósito de bombardeo publicitario con miras de “ganar” las encuestas tan solo por ese bombardeo.

Pero la estrategia ha sido efectiva. Además, los militantes de Morena saben que los miles de acarreados en las nuevas afiliaciones son una bomba dormida lista para detonar cuando los acarreadores, los famosos chapulines, hoy incrustados en su partido, lo necesiten. La cuestión no es para nada sencilla: Morena se encuentra llena de chapulines, algunos, demasiado gordos, aludiendo desde luego no a su persona sino al viejo adagio del pez gordo, y también a aquel otro adagio que reza “el pez grande se come al pequeño”.

Las bases —las que acompañaron al actual presidente en aquellos aciagos días en que era vituperado, difamado sin posibilidad real de réplica— hoy tienen que departir con personajes que no, ni remotamente sudaron el duro parir de un movimiento social y se han quedado sin representantes que sean realmente luchadores sociales.

Muchos de-pronto-funcionarios emanados de Morena cayeron en la tentación de hegemonizar el partido. ¿Será cierto que todos llevamos un priista dentro? No contaban con que poco tiempo después vendría de verdad PRI a darles clases a la propia casa.

El misterioso caso de los morenistas empanizados

Sería injusto acusar tan solo a los chapulines de sectarismo en favor de ellos mismos. En el caso del panismo, el asunto no es menos complejo. En varios casos, morenistas con gran respaldo se em-pan-izaron. Se enamoraron del modus operandi panista, cuando no de los mismos panistas. Se volvieron sus defensores y más fieles súbitos. Tirando a un lado a las bases y al movimiento como quien tira una chancla, se dejaron seducir por «el discreto encanto de la burguesía» neoliberal. En contraste con el presidente, muchos funcionarios entraron en un tren de vida ofensivamente ostentoso. Otros se integraron a la corrupción de antaño obnubilados por el dinero fácil y la impunidad. Ni un rasguño a las privatizaciones, a las concesiones, y peor aún, a la estructura corrupta de los municipios. Al traste con la promesa de legalización del aborto y la inclusión efectiva. Una derechización en los hechos que ha terminado por exigir realmente una reorganización de las bases.

III

Pero ojo, el proceso organizativo del MPP demuestra que los militantes de base de Morena diferencian perfectamente bien entre las acciones del presidente y las acciones de los funcionarios, sean del partido que sea, incluso el propio. Por eso muchos de los y las empanizadas, de los chapulines, y de simples traidoras y traidores al llegar al poder, al intentar en las pasadas elecciones en Puebla, buscar un cargo para “hacer crecer su carrera política” se quedaron con un palmo de narices sufriendo vergonzosas derrotas. Pero no entendieron. Muchos de estos derrotados (cuando era imposible perder), insisten, y se han vuelto uno de los peores problemas de Morena a su interior. Llegaron al poder por el voto del castigo y por el voto de castigo fueron retirados del mismo. Por eso insiste el presidente que la fuerza de Morena está en la gente: «hay más pueblo que partido».

Es en este contexto que irrumpe y se organiza el MPP. Es así que cuando dicen nacer a causa «del descontento de las malas prácticas sectarias y partidistas», mencionan un problema político medular.

¿Qué profundiza, entonces, este movimiento al interior de Morena?

Profundiza el ejercicio de una democracia participativa, de bases, organizada y esto parecería que no es nuevo, pero ¡lo es! No es lo mismo el fenómeno político, popular, que fue haciendo marea hasta ser tsunami y que hoy se llama la 4T, que aquello que quedará después de la marejada: la playa desierta, revuelta entre basura y tesoros, pero también saqueadores. Al presidente le queda un año. Y esta metáfora de la playa devastada, aclaro, no aplica a lo que en general puede ser la 4T en términos geopolíticos y de todos los aciertos que ha podido tener. Aplica sí, en términos microsociológicos al interior del partido y en muchos municipios; tiene que ver con la crisis de representación de sus propias bases.

¿Cómo entonces el MPP profundiza en una democracia participativa y en una representatividad no simulada? En palabras de la Secretaria General del MPP, Carmen María Palma Benítez: “… [en] que ninguna persona se quede fuera de los espacios de la toma de decisiones…” Quizá esto quede más claro con la respuesta a una pregunta realizada por la prensa, que citamos a continuación.

La pregunta

 “¿Este movimiento apoyará a alguno de los aspirantes a la gobernatura [del Estado]? ¿En relación al 2024, alguno de ustedes está buscando alguna candidatura?” La respuesta, en voz del presidente del MPP, Marco Alonso Aco Cortés, fue la siguiente:

“No surgimos con ese fin, no es el objetivo. La base de este movimiento y sus núcleos tienen autonomía. Incluso algunos [militantes] podrían considerar apoyar a uno u otro candidato o su propia aspiración. Como movimiento no nos constituimos para buscar una posición. Asumimos la idea de estar al frente siempre y cuando se trate de buscar una mejoría: «para todos todo, para nosotros nada»”.

La respuesta es en sí, elocuente por varias razones. La primera es que hay un respeto a la voluntad política individual de los integrantes del MPP. Esto marcaría la diferencia ante las prácticas hegemónicas al estilo del viejo régimen. La libertad nace de la confianza en un proyecto. Porque es el proyecto el que aglutina y se enriquece si está formado por personas libres y responsables. La segunda, que la respuesta del presidente del MPP no tendrá un tono profundo para quien no conozca los antecedentes de lucha de los fundadores de este Movimiento Popular Progresista. Dichos antecedentes nos remiten a iniciativas históricas como las de Heberto Castillo, el Partido Mexicano de los Trabajadores, el movimiento estudiantil del 68 y su vínculo con el movimiento ferrocarrilero. Esto, más que formación partidista, implica formación política y social. No son lo mismo, aunque pudieran estar tan cercanas. Los fundamentos de la respuesta dada por Alonso Aco van más allá de la retórica simplona que hemos escuchado de funcionarios que se han vuelto expertos en ser, a toda costa, eso, funcionarios. Pero nada más. Personajes que no, realmente no tienen raíces en ningún movimiento social previo. Como si México hubiese sido todo armonía y felicidad entes de la conformación de Morena como partido.

Conclusión

Por lo tanto, más que un mal partido, hay un malestar en el partido. Fagocitar prianistas ha provocado una indigestión en la 4T. Se deben reactivar las bases para hacer frente a esta situación del partido “fortalecido” por la maquinaria del viejo régimen que se le ha incrustado, por razones instrumentales. De lo contrario podríamos enfrentarnos a esas paradójicas victorias inmediatas que son en el fondo, derrotas a largo plazo. Sin duda los núcleos del MMP ya con trabajo en todo el estado, son una nueva esperanza. Considero que los militantes del MPP y las bases morenistas que decidan simpatizar con el movimiento o participar, pueden sentirse tranquilos de que tratan con representantes forjados en la lucha social profunda, previa incluso al obradorimso, preocupados y preocupadas por la agencia política de sus bases. Es lo que hace falta.

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