Esta mañana el consejo universitario de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla calificó la elección de los nuevos representantes ante este máximo órgano de gobierno.


Esta calificación se hizo con base en el informe presentado por el secretario general de la universidad que funge como secretario del consejo, un informe que adoleció de cifras y que, por primera vez en mucho tiempo, se aprobó por mayoría y no por unanimidad.

Las únicas cifras mencionadas fueron las siguientes:

En las 44 unidades académicas se registraron 90 fórmulas de académicos, 110 fórmulas de estudiantes y 3 fórmulas de trabajadores no académicos. La participación fue del 53 por ciento del universo total de votantes.

Esto es todo menos un informe.

Sin embargo, estos datos son suficientes para darnos una idea del control absoluto del aparato sobre el proceso electoral.

Cada unidad académica tiene dos representantes académicos, y esto significa que todas las fórmulas registradas fueron únicas. Sólo hubo dos fórmulas más, pero desconocemos en qué unidades académicas se registraron.

En el caso de los estudiantes hubo 22 fórmulas más, y tampoco sabemos cuántas se registraron en cuál unidad académica, aunque al decir del consejero encargado de la casilla estudiantil de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales se registraron 8 fórmulas. Así que no sabemos en qué unidad académica se registraron las 16 fórmulas estudiantiles restantes.

En el caso de los trabajadores no académicos también fueron fórmulas únicas, pues se registraron tres, una por cada área.

El informe no sólo peca de escueto sino de inexacto, puesto que el dato de la participación es global y no por sectores. No sabemos qué porcentaje de académicos votó, ni tampoco del sector estudiantil ni del de trabajadores no académicos.

Pero además tampoco sabemos qué porcentaje participó en cada unidad académica. Para darnos una idea de la desinformación tomemos el caso de la Facultad de Filosofía y Letras, cuyos resultados relativos al sector estudiantil se hicieron públicos.

De un padrón de 1897 alumnos, votaron 230, o sea el 12.12 por ciento.

Se registraron tres fórmulas que obtuvieron 71, 67 y 66 votos respectivamente.

Se registraron 73 votos nulos.

Si hacemos números, la primera fórmula quedó como “representante” con el 3.7 por ciento del universo de votantes y la segunda con el 3.5 por ciento.

Pero lo más impactante del resultado de la votación estudiantil en Filosofía y Letras es que el número de votos nulos fue superior al número de votos en favor de cualquiera de las fórmulas contendientes.

En realidad el “informe” de ayer oculta o falsea los resultados porque no tiene sentido hablar de un porcentaje de participación del 53 por ciento cuando la votación fue sectorial y no universal.

Hay muchas cosas que no sabemos los universitarios: ni quiénes fueron los candidatos, ni cuántos votos obtuvieron, ni qué porcentaje votó en cada sector de cada unidad académica, ni cuántos votos nulos se registraron. Este último es un indicador del rechazo a los candidatos, al proceso electoral y a la forma de llevarlo a cabo.

Y, sin embargo, con base en este “informe” se calificaron positivamente las elecciones. Se dieron por buenas. Ni un solo consejero(a) o director(a) solicitó la información detallada. Hay que reconocer, no obstante, que hubo cuatro honrosas abstenciones.

Es obvio que la falta de información y lo oblicuo de la poca que se dio cubre con un manto de ilegitimidad la elección del nuevo consejo universitario.

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