Dar una visión panorámica de la presencia de la Guadalupana en el proceso de construcción del Estado mexicano es el propósito de esta reflexión. La intencionalidad política en la narrativa de la Guadalupana, conjunta contenidos y significados hasta borrar la frontera entre una imagen y la historia de una nación. El fenómeno nos invita a reflexionar sobre el carácter histórico que posee la pintura, su importancia presente y su proyección hacia el futuro.

La Virgen de Guadalupe es símbolo de la unidad nacional. Su imagen evoca el sincretismo entre la deidad de los antiguos mexicanos, Tonantzin, y María, la virgen madre de El Redentor.

El proceso que nos interesa es el de la promoción de un sentimiento de fe hacia la guadalupana con el claro propósito político de construir un Estado, una nación y una identidad. Tan exitoso fue el proceso que hoy los mexicanos nos reconocemos como tales por reconocer la Soberanía del Pueblo, participar en una república democrática y -paradójicamente- laica sin, necesariamente, haber nacido en un territorio. Se trata de ver a la imagen de la guadalupana en su papel de representación de la voluntad política de construir un Estado.

Uno de los significados de la historia de la imagen retrata algunos de los momentos más significativos del proceso de creación del Estado y la nación mexicanos y, por lo tanto, de su unidad e identidad. La imagen de la Guadalupana conjunta un pasado glorioso – los clérigos que buscaron fundar la tradición Guadalupana a partir de las fuentes indias también procuraron identificar la civilización prehispánica como la antigüedad clásica del país- un presente republicano y la proyección de un futuro más justo y democrático.

El primer indicio de esta voluntad política lo encontramos en el texto Imagen de la Virgen María, Madre de Dios de Guadalupe de Miguel Sánchez escrito en 1648. En este texto Sánchez llama a sus compatriotas a reconocer que la Virgen mexicana era un original de la milagrosa imagen de María que viera San Juan el Evangelista y descrita en el capítulo doce del Apocalipsis. Aquí Sánchez desplegó todos los recursos de la tipología bíblica para magnificar a la guadalupana, de modo que motivos como la zarza ardiente y el Arca de la Alianza, que habían sido aplicados a María desde la Iglesia primitiva, se consideraban referencias específicas a la Virgen del Tepeyac. Se invocaba la tipología para elucidar la significación de estos acontecimientos, puesto que el indio figuraba como el Santiago de México, su San Diego, y revestido de la mayor trascendencia, como el Moisés que llevó a la Guadalupana, el arca de la Alianza mexicana al Tepeyac, descrito alternadamente como el Sinaí o el Sión mexicano. Este lenguaje en mucho coincide con el utilizado por los liberales en el Congreso constituyente que fructificó en la Constitución de 1857.

Fundación apostólica

El origen grandioso de la imagen se reitera en 1794 en el sermón que predicó el dominico criollo Servando Teresa de Mier en el Tepeyac: sostenía que santo Tomás Apóstol no sólo había predicado el Evangelio en México, sino que también había dejado la imagen de Guadalupe impresa en su manto, y así había sido venerado siglos antes de la llegada de los españoles al Nuevo Mundo. Mediante esa ingeniosa teoría, Fray Servando Teresa de Mier (1765-1827) buscaba desviar las dudas contemporáneas y dar a la Iglesia mexicana una fundación apostólica equivalente a la Santidad en España: ya entonces habían llegado a México noticias de la Revolución Francesa, las cuales inflamaron el intelecto de los hombres en diversos grados.

La invasión de España por las tropas francesas, la abdicación de Fernando séptimo y la imposición de José Bonaparte en el trono precipitó el movimiento de independencia en México. Todos sabemos que en 1810 el párroco de Dolores, Miguel Hidalgo, llamó a las masas rurales a rebelarse contra el dominio español y para ello tomó como bandera el estandarte de la Virgen de Guadalupe. Junto a la guadalupana Hidalgo grito:
—¡Viva la América y muera el mal gobierno!
—¡Viva Nuestra Señora de Guadalupe!

Con estos gritos enfrentó la imagen de la Virgen mexicana con la de la Virgen española de los Remedios. La Virgen india desafiaba a la Virgen blanca; la que eligió a un indio pobre en la colina de Tepeyac.

Junto a Hidalgo, la Virgen de Guadalupe se convirtió en la representación colectiva del pueblo mexicano y también en símbolo de independencia sobre España y sus representaciones sagradas. La patrona de la Nueva España se convirtió así en símbolo y bandera de una nación que libraba una guerra civil para alcanzar su Independencia.

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