Sorpresa y perplejidad… fue lo que me provocó estudiar a la 4T y que me hizo reconocer que era mucha mi ignorancia sobre ella… tenía que aprovechar lo poco que sabía para ponerle orden y establecer las dos cuestiones fundamentales que dieran cuenta de mi postura acerca de ella. En primer término, está lo relativo al lugar que ocupan los humanos en el Universo y en segundo término, lo concerniente a la naturaleza del vivir bien. Mi punto de vista será secularista-laico, no providencialista. En esta primera entrega comenzaré con mis reflexiones en torno a la naturaleza del vivir bien, evitando caer en un humanismo ingenuo que lo mismo puede ser optimista o pesimista, y que se presente como una filosofía cósmica. Más bien consideraré el contexto del posthumanismo. En la segunda parte reflexionaremos en torno al lugar de los humanos en el Universo

Para comenzar es necesario distinguir entre dos campos filosóficos: el de la naturaleza (la filosofía del ser)- y el del valor (la filosofía del deber ser). Confundir estos dos campos ha producido daños. Lo que consideramos bueno, lo que nos gustaría, no tiene ninguna influencia sobre lo que es. Por el contrario, no se nos puede prohibir el valorar esto o lo otro basándonos en que el mundo no humano no lo valora, ni se nos puede obligar a admirar algo porque es una ley de la naturaleza. Somos parte de la naturaleza, que ha producido nuestros deseos, nuestras esperanzas y nuestros miedos, de acuerdo con leyes que los científicos investigan. Somos parte de la naturaleza, estamos subordinados a ella, somos el resultado de leyes naturales y víctimas de ellas.

El mundo, tal como lo conocemos por la filosofía de la naturaleza, no es bueno ni malo, ni se preocupa por hacernos felices o desgraciados. Todas las filosofías basadas en un humanismo ingenuo tienen su origen en la autoimportancia que los humanes se dan a sí mismos. Un poco de cosmología es el mejor correctivo.

En la filosofía del valor, la situación queda invertida. La naturaleza es sólo una parte de lo que podemos imaginar; todas las cosas, reales o imaginarias, pueden ser estimadas por nosotros, y no hay patrón exterior que demuestre que nuestra valoración está equivocada. Nosotros somos los últimos e irrefutables árbitros del valor y en el mundo de las valoraciones, la naturaleza es sólo una parte. En este mundo de los valores somos más grandes que la naturaleza. En el mundo de los valores, la Naturaleza es neutral, ni buena ni mala. Los humanos somos los creadores de los valores y nuestros deseos son los que confieren valor. En el mundo de valores somos soberanos, y degradamos nuestra soberanía subordinándonos ante la naturaleza. Nosotros somos los que tenemos que determinar la vida buena, no la naturaleza.

El vivir bien.

En el mundo de los valores se pueden articular conceptos como amor, conocimiento, saber –no ético sino científico, histórico y metodológico-, deleite, benevolencia, bienestar, simpatía, amor sexual, crueldad, frialdad, discriminación, admiración, cariño, soledad, guerra, paz, comprensión, felicidad, intención –fines, objetivos y metas-, deseos, premio, castigo, ética, moral, educación, nobleza, etc. 

El ordenar jerárquicamente los conceptos de valor nos permite explicitar el criterio para señalar en que consiste el vivir bien. El criterio es el siguiente: la vida buena está inspirada por el amor y está guiada por el conocimiento. El conocimiento y el amor son extensibles indefinidamente; por lo tanto, por buena que sea una vida, se puede imaginar una vida mejor. El conocimiento sin amor, o el amor sin conocimiento, no pueden producir una buena vida.

En la Edad Media, cuando había peste en algún lugar, los santos aconsejaban a la población que se congregase en los templos y rezase a Dios pidiendo que los librase de la peste; el resultado era que la infección se extendía con extraordinaria rapidez entre las masas de los suplicantes. Este es un ejemplo del amor sin el conocimiento. Las últimas guerras son ejemplos de conocimiento sin amor. En ambos casos, el resultado es la muerte en gran escala.

Aunque el amor y el conocimiento son necesarios, el amor es más importante, ya que impulsará a los inteligentes a buscar el conocimiento –mediante el estudio y la investigación-, con el fin de beneficiar a los que aman. Como el amor es extensibles indefinidamente su límite es el amor al universo. Los fines últimos son el amor y el conocimiento universal. Pero si la gente no es inteligente, porque no estudia e investiga, se contentará con creer lo que le han dicho y dicen, y estos decires pueden hacer mucho daño a pesar de la benevolencia más genuina. No olvidemos a Dante que indicaba que el camino al infierno estaba empedrado de buenas intenciones.

El contexto del posthumanismo.

Posthumano es un concepto originado en los campos de la ciencia ficción, futurología, arte contemporáneo, y filosofía. En las reflexiones posthumanistas de lo que se trata es de superar el humanismo, las ideas y las imágenes provenientes del Renacimiento clásico.

El posthumanismo y la tecnología han ido avanzando de la mano ya que actualmente es una forma de poder acceder al conocimiento. Redes sociales, teléfonos inteligentes y demás son instrumentos que facilitan el acceso al conocimiento. El conocimiento relativista y el cuántico han sido diferentes tipos de conocimiento con el cual se ha ido desarrollando la tecnología debido a que estos surgen propiamente de la física moderna.

El posthumanismo toma cuerpo de naturaleza en la sociedad, las hipótesis sobre el surgimiento de un nuevo prototipo humano que abren la reflexión sobre las posibilidades de la tecnología. Después de la pandemia provocada por el COVID-19, el posthumanismo ha cobrado una mayor importancia, dejando de ser solo existencial, o sea, transformándose en una filosofía que ayuda al ser humano a no solo comprender lo que es el ser humano, sino lo que quiere llegar a ser y en lo que se puede convertir como especie; superar las limitaciones intelectuales y físicas mediante el control tecnológico de su propia evolución biológica (ingeniería genética), emergiendo un estado existencial fisicalista en el que se domine la trascendencia natural de la humanidad.

En conclusión, podemos afirmar que la 4T concebida como un camino que a partir del principio de soberanía popular y que se propone como meta la construcción de una nueva república deberá integrar, paso a paso, los resultados del conocimiento científico y los saberes humanísticos, para con ello, comprender lo que es el ser humano, lo que quiere llegar a ser como especie. Junto con lo anterior, es necesario desplazar las relaciones violentas existentes y sustituirlas por relaciones amorosas. Todo lo anterior implica el estudio y la investigación permanente de todas las personas que forman parte de la sociedad.

[email protected]

WA: 2223703233

*Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente la línea editorial del portal de noticias Ángulo 7.