¿Qué hacer para que la actividad adjetiva de la administración sea efectivamente adjetiva respecto a la docencia, la investigación y extensión que son las sustantivas?

En lugar de ver a la administración central de la universidad como un mal necesario, deberíamos devolvernos a nosotros, los universitarios, las facultades, las atribuciones y las obligaciones que la propia legislación universitaria nos concede.

Quién va a saber mejor que nosotros cómo diseñar un plan de estudios, cómo actualizar un programa de materia, cómo dirigir una tesis, cómo orientar a nuestros alumnos, cómo plantear un problema y desarrollar la investigación que lo resuelva, cómo generar un ambiente de libre discusión de nuestras opiniones respecto a todo lo que nos concierne como ciudadanos. Nadie mejor que nosotros para hacerlo.

Entonces ¿cómo desterramos esa opresión que la administración ejerce sobre todas y cada una de nuestras actividades? Para empezar, ya no podemos consentir que siga creciendo. Cada vez que llega una nueva administración, se inventan nuevos aparatos.

¿Para qué necesitamos a una Comisión Institucional de Planeación si ya hay una Dirección de Planeación en la Tesorería General y, sobre todo, tenemos una comisión estatutaria de Planeación del consejo universitario, una comisión integrada por docentes y estudiantes electos por sus respectivos sectores?

Ya le tengo miedo al término ‘institucional’ porque con éste disfrazan la creación de más burocracia “de alto nivel” para intentar justificar toda una estructura paralela que no sólo impacta el presupuesto sino que esencialmente usurpa las funciones propias de los órganos universitarios ya existentes.

Es el caso también de los famosos “Lineamientos”. Como ustedes saben bien, sólo al consejo universitario compete la aprobación de cualquier disposición normativa, pero hace mucho tiempo que la administración central se las ha ingeniado para “brincarse” a la máxima autoridad de la universidad emitiendo una serie de “pasos a seguir”, algo que podríamos llamar “reglas de operación” que son las que valen por encima de cualquier reglamento o ley.

Es cierto que llevamos ya muchos años sujetos a una labor de domesticación, de “recibir línea” y cómodamente ajustarnos a los designios de una burocracia cuyos tentáculos llegan a todos los rincones de la universidad, pero este control se ha ejercido especialmente a través de las autoridades personales que se han convertido en los comisarios de cada unidad académica. El colmo de la sujeción es el haber aprobado, seguramente por unanimidad, la modificación al Estatuto Orgánico en el sentido de que quien nombra a los secretarios y coordinador administrativo de la unidad académica no es el director(a) sino ¡la rectoría!

Hemos sido testigos mudos de una escalada creciente de verticalización en la dirección universitaria, es momento ya de revertir esta tendencia perversa y darnos la mano horizontalmente para reencontrar el camino perdido a la convivencia libre y democrática.

Hay muchas cosas por hacer, pero empecemos por una revisión a los planes de estudios, no dejemos esto en manos de las comisiones, en manos de los eventos organizados y monitoreados desde la administración central, reunámonos en academias y áreas y establezcamos el diálogo con nuestros estudiantes para poner al día los contenidos disciplinarios de nuestros programas.

Es cierto que las academias ahora están constituidas en su mayor parte con profesores(as) hora-clase, mal pagados(as) y mal tratados(as) a quienes una vez más uno les pide que hagan lo que ningún burócrata puede hacer, porque no podemos permitir que lo esencial, nuestra actividad académica, siga siendo definida por los tecnócratas de la educación. No necesitamos que nos digan cómo hacer un programa quienes desconocen nuestra disciplina. No necesitamos esquemas de programas o de planes, sino programas y planes con contenidos. Y eso sólo nosotros lo podemos hacer ejerciendo nuestra libertad de cátedra.

*Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente la línea editorial del portal de noticias Ángulo 7.

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