Ayer en la Nocturna, un panel de discusión sobre asuntos universitarios fundamentalmente, el doctor José Luis Aranda nos hacía ver que la doctora Cedillo dio respuesta a la petición de los estudiantes de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla de eliminar el código QR para acceder a las instalaciones de la universidad, estando en otra universidad, la Iberoamericana.

¿Qué es lo que tienen que hacer nuestros estudiantes para que les contesten oficialmente?

Además, la respuesta que dio nos sorprendió a todos, pues resulta que a través de un sondeo, no aclaró nada respecto a cómo se hizo ni cuándo, determinó que el 80% del estudiantado “está de acuerdo” en presentar el QR para entrar a la universidad. Si no hubiera sido abordada por la prensa, no sabríamos que la administración central de la universidad decidió poner “a consulta” si se respetan los derechos fundamentales de los universitarios.

Si atendemos a las notas periodísticas, el código QR tiene como finalidad “detectar casos sospechosos de covid-19” y citan a la doctora Cedillo “todos tenemos la obligación de cuidarnos”. ¿No les parece absolutamente contradictorio? Por una parte, todos somos sospechosos de estar enfermos hasta no demostrar lo contrario; y por la otra, todos somos responsables de cuidarnos.

Efectivamente, los universitarios no somos irresponsables, ni necesitamos que nos “protejan” de nosotros mismos. Sabemos que debemos usar el cubrebocas, que debemos mantener la sana distancia, que debemos lavarnos constantemente las manos o usar gel antibacterial, que debemos estornudar en la parte interna del codo, que debemos evitar tocarnos la cara, que debemos mantener ventiladas las aulas, que debemos desechar inmediatamente cualquier pañuelo, etc. Y si cualquiera de nosotros presenta síntomas de Covid-19, estudiantes, docentes o administrativos sabemos qué hacer: avisamos a nuestros compañeros y maestros para tomar las medidas preventivas, observamos una cuarentena para evitar la propagación de cualquier contagio, tenemos nuestras clases virtuales y regresamos sanos y salvos a continuar con nuestras clases presenciales.

Claro, para esto necesitas tener el equipo necesario y los lugares adecuados para mantener las medidas sanitarias que todos conocemos. Lo que nos preguntamos es si todas las facultades y escuelas cuentan con los recursos materiales y tecnológicos indispensables para tener las clases presenciales y virtuales, cuando éstas sean necesarias.

Esto es lo que tendría que garantizarnos la administración central y no hacernos creer que todo lo hace por “protegernos”. ¡Ya estamos protegidos! Y de la manera más efectiva, pues ya estamos vacunados.

Más bien, lo que se propone esta administración central es “normalizar” un sistema de control absoluto dentro de la universidad, pero la “nueva normalidad” de la que nos hablaban las autoridades sanitarias del país no incluía, obviamente, la supresión de nuestros derechos, ni mucho menos partía del supuesto de que somos todos una bola de irresponsables. Si así se nos hubiera catalogado, la vacuna no habría sido voluntaria, como lo determinaron nuestras autoridades.

El pretexto ya se les acabó, y sólo un miedo acerbo a perder el control, que no dirección, de la universidad nos explica este conjunto de medidas, pues el QR no es la única, como la supresión de clases presenciales, el mantenimiento del voto electrónico, etc., para mantenerse en el cargo.

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