Año tres es como están llamando al 2022, el tercer año en que la pandemia por COVID-19 sigue impactando en millones de vidas. En algunos países los brotes y contagios acelerados han dado una sensación de retroceso en torno al combate por mitigar esta crisis sanitaria. Sin embargo, la realidad se suma a muchos otros aspectos que siguen siendo más una lucha política y económica, dejando de lado la crisis humanitaria que impacta en la vida de los más desfavorecidos. Es así como la migración ha recobrado una perspectiva de huida, de escape.

Durante los últimos meses del 2021, pudimos ser testigos de las diferentes caravanas de migrantes que estuvieron tratando de cruzar por México, buscando llegar a la frontera norte y eventualmente cruzar a los Estados Unidos. Si bien muchas de ellas se mediatizaron, hay otros cruces y desplazamientos que se invisibilizan a partir de aquellas rutas en que, adentrándose en la selva y posteriormente en los campos, han trazado nuevos trayectos para avanzar hacia el lado norte del país, tratando de evitar las extorsiones, robos, y otras violaciones a sus derechos.

En noviembre, en la ciudad de Puebla se desbordaron algunos espacios que ofrecen refugio a los migrantes, muchos de ellos se concentraron en el norte de la ciudad, donde se mantuvieron por mucho tiempo a la espera de regular sus documentos y recibir algún recurso migratorio que les permitiera cruzar libremente por el país o incluso asentarse en México.

En su mayoría son familias haitianas, mismas que han tenido que configurar nuevos circuitos migratorios, yendo hasta Chile y después comenzar a subir y cruzar todo el continente. Viajan por unas semanas, se establecen por un tiempo en alguna región, donde trabajan, juntan un poco de dinero y siguen avanzando. No buscan compasión, sino la protección de sus derechos, sin embargo, han sido criminalizados, las propias condiciones e irregularidades los han obligado a ceder y hacinarse para encaminarse y en grupos más sólidos hacer largas caminatas a la orilla de las carreteras. Son mujeres, niños y jóvenes que han perdido lo poco que alguna vez tuvieron, que han tenido que salir de su país por las desigualdades, sumadas a los impactos de los últimos desastres naturales que los han obligado a abandonarlo todo, no lo económico, sino sus raíces, su patrimonio cultural, sus demás familiares y amigos.

Se estima que poco más de 108 mil personas han solicitado ante la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR) una solicitud de asilo[1], de las cuales, hacia el cierre del 2021, se habían procesado tan solo la mitad [2]. Sin embargo, el trámite migratorio no resuelve la problemática, que es mucho más profunda y refleja muchas otras necesidades, si nos ponemos a pensar en qué sucedería con estos solicitantes, habría entonces que también preguntarse: ¿Cómo construir un nuevo hogar en lugares donde muchas veces son rechazados?

El tránsito por México de migrantes es histórico, sin embargo, en los últimos años, los migrantes transcontinentales y caribeños han comenzado a cruzar con mayor frecuencia, siendo víctimas de discriminación y del rechazo constante, tanto de autoridades como de la propia sociedad. En su mayoría se debe a que son identificados como extranjeros migrantes con mayor facilidad debido a la forma en que migran en grandes grupos, pero también por su aspecto físico. Es decir, los identifican más fácil por el color de piel, lo que provoca mayor hostigamiento y rechazo, viviendo el estigma racial que en ocasiones en México era difícil de ver, pero que en los últimos meses se ha hecho más evidente.

Es un tema complejo donde las campañas de hospitalidad deben de favorecer y sensibilizar. La información verificada, los testimonios, los esfuerzos colectivos de organizaciones de la sociedad civil, las instituciones educativas y la comunidad pueden sumar. No se trata de ser empáticos, se trata de realmente comprender que quienes están cruzando son víctimas de muchas desigualdades de sus países, que se encuentran en la búsqueda de un territorio seguro para sus familias, que están sacrificando mucho de ellos mismos con el único fin de encontrar una mejor vida.

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