El Callejón del Muerto, la leyenda del asaltante en pena del barrio de Analco
El Callejón del Muerto, la leyenda del asaltante en pena del barrio de Analco. Foto: Alexis Lira/Ángulo 7
El Callejón del Muerto, la leyenda del asaltante en pena del barrio de Analco
El Callejón del Muerto, la leyenda del asaltante en pena del barrio de Analco. Foto: Alexis Lira/Ángulo 7

En el barrio de Analco, sobre la calle 12 Sur, entre la 3 y 5 Oriente, se cuenta la trágica historia que ocurrió en 1785 sobre un asaltante que murió y regresó para pedir perdón; se ha convertido en una leyenda de la capital poblana, llamada “El Callejón del Muerto”.

Marco Antonio, vecino del lugar desde hace 50 años, compartió para Ángulo 7 esta historia que ha pasado de generación en generación por su familia y los habitantes de dicho barrio.

Contó que una noche, un hombre adinerado llamado Don Anatasio Priego, quien era dueño del Mesón de Priego, salió solo de su casa “con capa y espada” en busca de una partera porque Doña Juliana Domínguez, su esposa, estaba a punto de dar a luz.

Cuando pasaba por dicho lugar, antes Callejón de Yllescas, un asaltante se le apareció para robarle todo el dinero que llevaba y que iba a ser destinado a su mujer, pero el malhechor no sabía que Don Anatasio era un buen esgrimista, por lo que desenfundó su espada para atacar y matar al hombre que amenazaba con robarle.

“¿El dinero o la vida?”

“Pasó el caballero y el asaltante, un hombre muy malo que asaltaba en el callejón, sacó una arma para amenazarlo y le preguntó: ¿El dinero o la vida?, y él contestó, ni el dinero ni la vida, y desenfundó su espada y lo mató, atravesando el corazón del maleante”, contó Marco Antonio.

Ante esto, el señor acaudalado siguió su paso, porque estaba más preocupado por su esposa que por el hecho, hasta llegar con la partera para llevarla a su casa, aunque ya de regresó evitó pasar por el callejón. Tras la labor de la partera, la pareja tuvo a dos bellos y sanos gemelos.

Además de pagarle, Anastasio acompañó a la partera de regreso a su casa, pero quiso pasar por el mismo lugar, en donde estaba el cuerpo en un charco de sangre y con algunos curiosos observando. Días después, vecinos contaban que durante la madrugada se veía el fantasma del asaltante que penaba en el callejón, por lo que recibió el nombre popular de “El Callejón del Muerto”.

Debido a que la figura del hombre se aparecía constantemente, los lugareños realizaron una misa para evitar que regresara, incluso en una pared hicieron una cruz blanca para alejar el alma del lugar.

Pero un día, contó, un padre de la Parroquia del Santo Ángel Custodio, que se encuentra junto al callejón, al salir del inmueble se le apareció dicho asaltante para pedirle una confesión por sus pecados y el sacerdote aceptó.

“El muertito le dijo al padre que se quería confesar y dicen que el cura sí lo confesó pero que al sentir su mano la sintió fría y luego vio desaparecer al fantasma”, agregó.

Al día siguiente, el cura ya no regresó a la parroquia y falleció porque se enfermó luego de ver al hombre. Hoy en día aún se puede encontrar y visitar la cruz blanca a mitad de calle en el número 303 en una casa que permanece deshabitada.

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