La capacidad de los sistemas de salud para tratar enfermedades infecciosas comunes está amenazada por la resistencia a los antimicrobianos, misma que podría llevar a los pacientes a enfermedades prolongadas, discapacitantes y hasta la muerte.
La resistencia a los antimicrobianos es desarrollada cuando los microorganismos como bacterias, hongos, virus y parásitos sufren cambios cuando son expuestos a los antimicrobianos como antibióticos, antifúngicos, antivíricos, antipalúdicos o antihelmínticos; esto sucede naturalmente con el paso del tiempo a través de cambios genéticos.
El problema en la actualidad está en el uso de antimicrobianos de manera excesiva o sin supervisión profesional, lo que lleva a la creación de microorganismos ultrarresistentes. De este modo, se pone en peligro el tratamiento de infecciones comunes por virus, bacterias, hongos y parásitos, así como a pacientes frágiles en las unidades de cuidados intensivos como oncología o neonatología.
En consecuencia, los medicamentos se vuelven ineficaces y las infecciones persisten en el cuerpo, además logran aumentar el riesgo de propagación a otras personas. También, con la resistencia son riesgosos algunos procedimientos médicos como los trasplantes de órganos, quimioterapias, control de la diabetes y las cirugías mayores como cesáreas o reemplazos de cadera.
De igual manera, la resistencia a los antimicrobianos afecta en los casos de infecciones adquiridas en la comunidad como infecciones urinarias o infecciones respiratorias, pues los antibióticos empleados rutinariamente son insuficientes y se podrían requerir la utilización de tratamientos más complejos y costosos.
Este tipo de resistencia puede evitarse mediante una prescripción médica adecuada antes de tomar algún antimicrobiano, es importante la vigilancia de la resistencia y de las infecciones asociadas a la atención en salud.
RE: LPR