Alfarería en barrio de La Luz, en riesgo de desaparecer; subsiste sólo un taller
Alfarería en barrio de La Luz, en riesgo de desaparecer; subsiste sólo un taller. Foto: Alexis Lira/Ángulo 7
Alfarería en barrio de La Luz, en riesgo de desaparecer; subsiste sólo un taller
Alfarería en barrio de La Luz, en riesgo de desaparecer; subsiste sólo un taller. Foto: Alexis Lira/Ángulo 7

Ante la falta de apoyo gubernamental en los últimos 30 años, sólo subsiste un taller de alfarería del barrio de La Luz, de 10 que había, el cual está en riesgo de desaparecer y con ello, esta tradición, por lo que artesanos pidieron impulsar un corredor turístico.

Lo anterior, a través de un recorrido matutino de Ángulo 7 al lugar ubicado en la calle Juan de Palafox y Mendoza, entre la 14 y 16 norte, en donde se encuentra este gremio perteneciente a la Asociación de Alfareros del Barrio de la Luz compuesto por 15 familias.

Al llegar, se observaron alrededor de ocho tiendas que comercializan ollas, cazuelas, macetas, etcétera, así como el taller de la familia López García, lugar donde trabajan y nacen estas piezas.

Dentro del taller, se encontraba Arturo López Cano, alfarero que representa a la quinta generación de la familia y presidente de la asociación, quien expresó los problemas que sufre el oficio, debido a que llevan, aproximadamente, 30 años “tocando puertas” al ayuntamiento y al gobierno del estado, con el fin de que se valore e impulse este arte.

Si bien recibieron visitas de campañas de alcaldes anteriores como Luis Banck Serrano y José Antonio Gali Fayad, señaló que únicamente se acercan y “les prometen” diversos proyectos, pero, al final, hacen caso omiso.

“El candidato Mario Riestra Piña (diputado federal electo) nos visitó (en campaña) e hizo un video y dijo que nos iba a poyar, espero que se haga realidad, tengo fotos que estuvo, (…) también, Toni Gali, Luis Blanck, y ahí tenemos las fotos, se comprometieron a apoyar, y cuando los fuimos a buscar, no nos atendieron”, agregó.

Comentó que lo único que han obtenido, durante estos 30 años, es el inmueble del taller, el cual se encuentra en comodato desde 2001, en la gestión del exgobernador Mario Plutarco Marín Torres.

Con el objetivo de que más turistas lleguen, indicó que es importante que las autoridades ayuden a impulsar un “corredor turístico artesanal” para que la gente que llegue pueda conocer sobre el proceso, experimentarlo y comprar piezas.

Sólo queda un taller

De acuerdo con López Cano, otro problema que pone en riesgo el oficio es que, en el barrio, sólo queda un taller y un horno que funciona, ya que los 10 que había hace 30 años, se han perdido debido a que muchos maestros artesanos han fallecido, la falta de interés en las nuevas generaciones y a las familias vecinas que “les molesta” porque les ensucia la casa.

En este tenor, añadió que, de continuar esto, el oficio estaría en peligro de desaparecer; “ya no hay quien trabaje, somos los únicos que mantenemos la tradición, muriéndonos se acaba la tradición”, expresó.

A pesar de lo anterior, el taller se nota lleno de vida, trabajo, herramientas, materiales, barros, piezas por cocer y ya cocidas; hay mucho esfuerzo y amor por parte de los alfareros que continúan ejerciendo este oficio.

Aunque en ese momento sólo se encontraban tres personas laborando, por ser domingo, dijo que, de lunes a sábado, hay hasta 30 trabajadores, desde jóvenes y personas mayores, cada uno creando sus propias piezas, llegando a producir 300 por persona a la semana.

Horno de 200 años

López Cano resaltó que, en el inmueble, se encuentra un horno de 200 años de antigüedad que hoy en día es “patrimonio histórico”; si bien, agregó, se dañó a causa del sismo de 2017, se logró separar y hoy en día sirve para cocer las piezas de barro.

Al salir del lugar, Virginia Escamilla, una de las vendedoras que se encuentra sobre la Juan de Palafox y Mendoza, agregó que, debido a la pandemia por Covid-19, sus ventas han disminuido hasta en un 80 por ciento, “hay días donde vendemos sólo dos jarritos”.

Además, se han visto en la necesidad de ampliar sus horarios a tres horas, ya que abren a las 10 horas y cierran a las 20 horas.

A pesar de esto, aún se venden las cazuelas para las comidas de las reuniones y convivios, además de las macetas y jarros, con precios que van de 12 pesos hasta los mil 400, en función del tamaño.

Manifestó que hay un desinterés de la gente para comprar este tipo de productos, al recordar que, en los sesenta, había más locales en toda la calle, pero hoy en día sólo quedan muy pocos.

Finalmente, invitó a la gente a visitar el barrio de La Luz para que la tradición no se pierda y se dé a conocer el oficio a las nuevas generaciones. 

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