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Banco del Bienestar: control itamita // La institución, en manos de Lutero // ¿Quién convenció a López Obrador?

Carlos Fernández Vega en su columna México SA, publicada en La Jornada, indica que el eje del gobierno de la 4T es la política social y una de sus joyas es el Banco del Bienestar, por medio del cual se canalizarían todo tipo de apoyos económicos y financieros a la población más necesitada del país, en un esquema de distribución que incluía la construcción de 2 mil 700 sucursales en el primer bienio de la administración de López Obrador, para llegar a 7 mil al finalizar el sexenio.

Así, todas las baterías gubernamentales se enfocarían a lograr ese objetivo para beneficio de dicha población, luego de que el gran logro de la política social del régimen neoliberal (planeada y ejecutada, fundamentalmente, por egresados del ITAM y de universidades foráneas; allí están Cordero y Meade para no ir más lejos) fue que el número de mexicanos en pobreza no dejó de aumentar.

Se trataba, pues, de un cambio radical en la forma de apoyar a los más necesitados y así clausurar la enorme cuan ignominiosa fábrica de pobres en la que los neoliberales convirtieron a México a lo largo de cuatro décadas. Conceptualmente el nuevo diseño de política social resulta impecable, pero algo falló, porque, paradójicamente, el presidente López Obrador anunció, el pasado 22 de junio, que la dirección general del Banco del Bienestar quedaba en manos de una itamita, Diana Álvarez Maury, es decir, dejó la Iglesia en manos de Lutero.

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AMLO, el combatiente

Julio Hernández López en su columna Astillero, publicada en La Jornada de San Luis, indica que en términos políticos, y sobre todo electorales, la versión más redituable de Andrés Manuel López Obrador es la del combatiente instalado en el campo de batalla, con banderas agitables y prosélitos dispuestos a batirse por su líder. Virtualmente a dos meses de cumplir dos años de ejercicio presidencial, con una crisis sanitaria y económica enmarcada globalmente pero agravada en lo nacional, y con las elecciones intermedias de junio de 2021 como referente inmediato, el político tabasqueño, siempre opositor, ya está montado de manera explícita en su caballo de pelea.

Lo dijo ayer, en un acto público junto a uno de los mandatarios de su producción morenista, el veracruzano Cuitláhuac García, quien constituye uno de los ejemplos de que a la hora de gobernar no son suficientes la lealtad grupal ni las buenas intenciones: “… que se preparen los conservadores, que se preparen nuestros opositores, porque no vamos a dar tregua, ni un paso atrás, ni siquiera para tomar impulso. Vamos hacia adelante a la transformación de México, ya que se olviden del antiguo régimen corrupto, de injusticias y de privilegios” (https://bit.ly/2S6s5r2 ).

En realidad, López Obrador vive en permanente actitud de combate. De defensa y ataque. Las largas conferencias matutinas de prensa son una parte importante de su diaria batalla política e ideológica. Igual que sus constantes giras y discursos. A diferencia de sus antecesores, cómodamente instalados en el entendimiento con los factores tradicionales de poder político y económico, el nativo de Macuspana vive en la cotidiana lucha por mantener y acrecentar su poder, frente a opositores cada vez más embravecidos.

El punto que ha generado más turbulencia en las semanas recientes ha sido el enfoque crítico, con pretensión de acciones judiciales validadas por una consulta popular, hacia cinco exocupantes de la silla presidencial. A partir de ahí se ha desarrollado a toda velocidad una estrategia de agudización de la confrontación con López Obrador, con Enrique Peña Nieto y Carlos Salinas de Gortari, por el lado priista, y Felipe Calderón y Vicente Fox, por la parte abiertamente derechista, como principales impulsores beneficiarios de una temporada de enrarecimiento y desestabilización.

Un primer punto de quiebre se dio con la filtración de las acusaciones del exdirector de Pemex, Emilio Lozoya, que impactan directamente a Peña y embarran a Salinas y que generaron una proporcional respuesta videográfica con Pío López Obrador como protagonista. Y este sábado en Palacio Nacional se hizo, al informar sobre los avances en el caso de los 43 jóvenes desaparecidos seis años atrás, el demoledor diagnóstico de una maquinaria criminal enquistada en sitios de mando del Estado mexicano, con Peña y relevantes miembros de su equipo como cómplices y operadores.

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El millonario negocio de los ‘eventos presidenciales’

Salvador García Soto en su columna Serpientes y Escaleras, publicada en El Universal, indica que organizar y equipar los eventos de la Presidencia de la República, a través de empresas que se dedican a coordinar la logística, la construcción de templetes, mamparas, pantallas, sonido y sillerías para que luzcan los actos a los que acude el Presidente, es una actividad que desde siempre ha generado ganancias millonarias a las empresas a las que se les asigna. En muchos sexenios, ha sido un campo que se deja para beneficiar a políticos cercanos o hasta familiares de los mismos inquilinos de la Presidencia.

En el sexenio de Peña Nieto, por ejemplo, todos los contratos para la realización y organización de los eventos a los que asistía el Presidente se le tenían que dar a una empresa que era “la única autorizada por el Estado Mayor Presidencial” y que eran manejadas por las hermanas de Angélica Rivera, la esposa del Primer Mandatario.

El problema es que las cotizaciones de esa empresa, vinculada a la familia de la primera dama, siempre eran del doble o el triple de lo que cobraban otras empresas de logística y organización de eventos. Lo que se publicó allá por 2016 en la columna Bajo Reserva de El Universal, sobre el que entonces era un escándalo en ciernes totalmente real: “Nos explican que el expediente, al que ahora llaman ‘eventogate’, involucra a un cuarteto de empresas con contratos millonarios adjudicados sin licitación de por medio. Y señalan, entre otras, a una persona que supuestamente maneja las contrataciones desde Los Pinos: Adriana Rivera, hermana de la primera dama. Por lo pronto la Presidencia de la República no ha salido a aclarar esta información, pero el escándalo ya circula”, decía entonces la columna.

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La columna Frentes Políticos, publicada en Excélsior, indica que 1. De regreso. Marko Cortés, presidente del PAN, por fin salió a hacer proselitismo. De visita en Coahuila, aseguró que el tiempo del PRI en la entidad se acabó, pues “se requieren equilibrios y contrapesos”. El líder albiazul estuvo en Nueva Rosita, para acompañar a los candidatos a diputados de su partido rumbo a los comicios del 18 de octubre, donde se renovará el Congreso. “El proceso electoral 2021 ya está enfrente, vamos a trabajar con todo para que ganemos todos los municipios de esta región”. El líder nacional exigió al gobierno federal y a la Comisión Federal de Electricidad que reactiven la compra de carbón, para reactivar la economía de la región. Una visita tres semanas antes ¿y con eso derroca al PRI? Ni el mejor mago. Ya veremos.

2. Mucho cuidado. La Ciudad de México recibió el certificado Turismo Seguro de parte del Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC, por sus siglas en inglés) por cumplir con los protocolos de higiene y sanidad para enfrentar la pandemia de covid-19. Gloria Guevara, presidenta del WTTC, indicó que el certificado ayuda a recuperar la confianza del viajero en que no se contagiará utilizando los servicios turísticos de la capital. Rafael García, presidente de la Asociación de Hoteles de la Ciudad de México, aseveró que este certificado sólo lo tienen 20 destinos en el mundo, por lo que es una responsabilidad para el gobierno capitalino supervisar el cumplimiento de las medidas de higiene y sanidad. Otra estrella en la frente, por si alguien dudaba de los buenos oficios de Claudia Sheinbaum. ¡Bienvenidos!

3. Musculatura. Este fin de semana, sin llamado oficial, miles de mexicanos que están a favor del gobierno de la Cuarta Transformación se reunieron en el Palacio de Bellas Artes para dirigirse al Zócalo y apoyar al Presidente de la República, dejando en ridículo el movimiento en contra del gobierno federal. Los integrantes de Frena, quienes colocaron tiendas de campaña en la Plaza de la Constitución, se perdieron ante la presencia de quienes apoyan a López Obrador. “Que se preparen nuestros opositores porque no vamos a dar tregua ni un paso atrás ni siquiera para tomar impulso, vamos hacia delante. Ya que se olviden del antiguo régimen corrupto, de injusticias y de privilegios, vamos hacia una patria nueva”. Son muchos más los que están del lado de reconstruir al país. Eso quedó claro

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