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Juan Pablo Mirón, en capilla o la mira de la 4T

Rodolfo Ruiz en su columna La Corte de los Milagros, publicada en E-consulta, ndica que un consejero electoral que podría no correr la misma suerte del renunciado presidente del Instituto Electoral del Estado (IEE), Jacinto Herrera Serrallonga, es Juan Pablo Mirón Thomé.

Este consejero, cuyo nombramiento se lo debe a Luis Maldonado Venegas y al morenovallismo, podría ser removido, por no decir destituido, por el Consejo General del Instituto Nacional Electoral (INE).

Sin embargo su salida, sería muy diferente a la de Jacinto Herrera junior.

A éste le dieron la oportunidad de presentar su renuncia, antes de ser defenestrado. A éste por lo menos le avisaron que la espada de Damocles estaba por cortar su cabeza y que antes de que eso sucediera sería mejor que renunciara para evitar el escarnio público.

El martes 20 de agosto, en el marco de una reunión nacional de presidentes de los Organismos Públicos Locales Electorales (Oples) y vocales ejecutivos locales del INE en Toluca, Estado de México, a Jacinto Herrera y a otros dos de sus homólogos se les pidió presentaran su renuncia, antes de ser removidos.

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¿Castigo divino?

Enrique Núñez en su columna Contracara, publicada en Intolerancia Diario, señala que para nadie en Puebla es un secreto la animadversión y la confrontación que tuve con Rafael Moreno Valle y su grupo político.

Mentiría si dijera que nunca pensé en el karma, después de todos sus excesos, su soberbia y su autoritarismo.

Como muchos otros poblanos, padecí el embate del poder morenovallista ordenado desde Casa Puebla. Supe del riesgo que corría por ser considerado un enemigo personal del entonces gobernador. Sin embargo, ese 24 de diciembre jamás pasó por mi mente un posible castigo divino.

La declaración del gobernador Barbosa, al decir que le robaron la elección pero que ya Dios los castigó —por donde se le quiera ver— es la más desafortunada de cualquiera que haya externado. Se equivocó y punto.

Es cierto que cualquiera se equivoca, pero también está abierta la puerta a una disculpa sincera. Nobleza obliga.

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Venustiano Carranza, capital del huachicol

Alejandro Mondragón en su columna Al Portador, publicada en Status Puebla, indica que a tufo huachicol huele la intervención de la seguridad pública en el municipio de Venustiano Carranza.

Las denuncias contra la familia de Los Valencia van en aumento, al grado que hace un año fue detenida la esposa del alcalde Rafael Valencia por el resguardo de más de 30 mil litros de hidrocarburos en su domicilio.

Ya desde hace tiempo existe una investigación federal contra Los Valencia, ligados al morenovallismo que vivió sus momentos de gloria en los últimos años, como financieros de las campañas panistas.

Todo empezó cuando fue detenido José María Guizar Valencia, alias el Z-43, considerado uno de los líderes de los Z. Pertenecía a la familia.

Desde el 2008 han controlado la región, primero con el PRI y luego con el PAN. Todas sus relaciones han sido localizadas.

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Las dos realidades de Morena

Valentín Varillas en su columna La Tempestad, publicada en Status Puebla, señala que bien le fue al presidente en las más recientes mediciones de su popularidad y aceptación.

Por arriba del 60% en promedio, de acuerdo con encuestas levantadas por México Elige y consulta Mitofsky.

La primera le da 68 puntos, la segunda 63.

Estos números fortalecen la imagen de López Obrador y demuestran que sigue vigente aquel impresionante blindaje de opinión pública con el que llegó al cargo.

El jefe del ejecutivo, en su primer año de gobierno, en lo que a niveles de aceptación de sus gobernados se refiere, ha cruzado con el plumaje intacto aguas pantanosas.

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Teología sobre la justicia divina

Arturo Rueda en su columna Tiempos de Nigromante, publicada Diario Cambio, indica que los caminos de Dios son inescrutables, es decir, no puede averiguarse o descubrirse. Una verdad del tamaño del universo en relación al helicopterazo que mató a Martha Erika Alonso, a Rafael Moreno Valle y otras tres personas, pero también a la justicia divina a la que hizo referencia ayer el gobernador Barbosa.

“Me robaron la elección, pero Dios los castigó”, dijo ayer Luis Miguel Barbosa en su discurso al asistir al informe de la presidenta municipal de Huejotzingo. Declaraciones poco empáticas que inmediatamente llamaron la atención de la opinión pública nacional hasta convertirse en un escándalo.

Si el helicopterazo es justicia divina, ahora entendemos por qué la SCT federal en casi diez meses de investigaciones no ha encontrado ni causa probable ni falla mecánica que provocara el descenso en picada de la aeronave.

De todas las piezas recogidas y analizadas, se determina que no falló el rotor principal, ni los sistemas electrónicos ni los motores. La caída fue inusual, lo han repetido varias veces, tan abrupta que la aeronave se desplomó en ángulo de 90 grados con el rotor principal de espalda. Un desplome que no duró más de 15 segundos.

Hay que agradecerle al Gobierno federal de López Obrador la honestidad de reconocer que no saben qué ocurrió a 10 mil metros de altura. Han sido tan honestos que ni siquiera han tratado de inventar una causa, un motivo técnico. Y eso que los gobiernos se pintan solos para desinformar y mentir en las muertes de sus opositores.

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