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Que Santizo sí se va, pero que no lo reemplazará Manuel Alonso

Rodolfo Ruiz en su columna La Corte de los Milagros, publicada en E-consulta, indica que tómelo con reserva pero me aseguran que la llegada de Manuel Alonso García a la Secretaría de Seguridad Pública y Tránsito Municipal de Puebla, en lugar de Alejandro Óscar Santizo Méndez, podría haberse caído.

Y no porque Alejandro Santizo vaya a mantenerse en el cargo, sino porque se estarían evaluando otros perfiles, entre ellos el de Daniel Vázquez Sentíes, quien actualmente se desempeña como subsecretario de Desarrrollo Institucional y Administración Policial del estado.

Trasciende que Vázquez Sentíes tendría el visto bueno de los policías de carrera, pues él es uno de ellos, así como de algunos empresarios y organismos empresariales, tanto por su formación académica como por su parentesco con el presidente de Concanaco, Enrique Solana Sentíes.

El actual subsecretario de la Secretaría de Seguridad Pública del estado tiene dos licenciaturas, una en derecho y otra en seguridad pública y protección civil, y una maestría en seguridad pública y ciencias policiales.

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Algo está sucediendo con los polideportivos y unidades deportivas adscritas al Instituto Poblano del Deporte, que están cerrando o dando un pésimo servicio por la falta de presupuesto o los abusos de sus directivos.

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Cantada la guerra contra el huachicol

Enrique Núñez en su columna Contracara, publicada en Intolerancia Diario, señala que ayer el gobernador Tony Gali enfrentó un tema por demás espinoso: el huachicol.

En Puebla se destapó el huachicol dijo en una postura abierta hacia un tema que quema las manos de cualquier gobernante.

Sin duda, el hecho de que se haya desatado la guerra entre policías y militares contra los llamados huachicoleros, obedece a la determinación de combatir a estas bandas del crimen organizado.

Nadie puede culpar a un gobierno que lleva tres meses en el poder, pero sí responsabilizar a quienes solaparon durante todo un sexenio el incremento de este delito.

Lo que es un hecho es que a Tony Gali no lo podremos juzgar por haberse cruzado de brazos.

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Usan sala hemodinámica del Hospital General Sur para operaciones privadas

Fermín Alejandro García en su columna Cuitlatlán, publicada en La Jornada de Oriente, indica que si en el actual gobierno estatal se quiere combatir realmente la corrupción, se tiene necesariamente que investigar lo que está pasando en torno a la sala de hemodinámica del Hospital General Sur de la ciudad de Puebla, ya que cuentan trabajadores de la Secretaría de Salud (Ssa) que ha surgido, desde hace seis años, un jugoso negocio en el cual se combina el tráfico de insumos –que tienen costos monumentales– y el dar atención a enfermos del sector privado en instalaciones públicas, a cambio de ganancias de varios millones de pesos. Ello ocurre con una amplia red de cómplices y protectores del más alto nivel de la Ssa.

Son varias las formas como se abusa de esta sala hemodinámica –que en el sexenio de Melquiades Morales Flores costó 110 millones de pesos–, siendo la principal que a enfermos que acuden a médicos privados los acaban tratando en esas instalaciones, a quienes introducen de contrabando y cobrándoles la mitad del costo, pero utilizando los onerosos insumos que se pagan con fondos de la Secretaría de Salud.

Un grupo de médicos bien informados elaboraron un documento en el cual narran lo siguiente:

Durante el gobierno de Melquiades Morales Flores había un prestigiado hemodinamista llamado Carlos Javier González Álvarez que peleó ante las instancias de la Ssa para que, con la ayuda de la Fundación Gonzalo Río Arronte, se construyera en Puebla la primera sala hemodinámica en un hospital del sector público del estado. Es ahí donde tratan a los enfermos con arterías del corazón que están obstruidas.

El costo de esas instalaciones fue de 110 millones de pesos, que en su momento era el área más cara de los nosocomios de la Secretaría de Salud en la entidad.

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Moreno Valle, “El Gran Elector del PAN” Puebla

Alejandro Mondragón en su columna Al Portador, publicada en Status Puebla, señala que Rafael Moreno Valle jamás se sentó.

Daba vueltas a la mesa, manoteaba, palomeaba y dejaba en claro:

“Por (Ricardo) Anaya (dirigente nacional del PAN) no se preocupen; él hace lo que yo diga”.

Fue hace unos días la reunión en la ciudad de Puebla que congregó a los aspirantes panistas a las candidaturas a diputados y alcaldes de la Sierra Norte.

El encuentro se registró en una casona de Los Fuertes de Loreto y Guadalupe.

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Elucubraciones sobre pactos poblanos

Valentín Varillas en su columna La Tempestad, publicada en Status Puebla, indica que nadie debe dudar del hecho de que los acuerdos entre el presidente Peña y el ex gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle, no solo siguen vigentes sino que gozan de cabal salud.

El cénit de los amarres, por lógica elemental, debe de ser el proceso electoral 2018.

Hacia esa coyuntura se tejió una relación de intereses económicos y políticos que intenta, muy cerca ya del momento culminante, generar beneficios mutuos de largo alcance.

Parece evidente que, en este contexto, ambos tendrán que mostrar la flexibilidad y el talento necesarios para librar una elección que, de salírseles de las manos, podría traerles consecuencias desastrosas.

Puebla tendrá que estar en el centro de esos acuerdos.

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El edil no localizable que se presentó en el informe

Arturo Rueda en su columna Tiempos de Nigromante, publicada en Diario Cambio, señala que un enorme fallo de operación política puso en riesgo la presentación del Plan Estatal de Desarrollo y el primer mini informe de Antonio Gali Fayad: la presencia del edil del Palmar de Bravo, Pablo Morales Ugalde, a quien nadie esperaba en el acto y que, según Javier Lozano Alarcón, desde hace una semana estaba ‘no localizable’.

Con las limitaciones administrativas y económicas de un gobierno que no llegará a los dos años, y como ayer lo definió el mismo gobernador, su tarea se ha centrado en destapar ‘la cloaca’ del huachicol en la zona del Triángulo Rojo.

Ahora nadie lo recuerda, pero el robo de combustible fue un tema ausente de la campaña electoral 2016 en la que ni Blanca Alcalá o el propio Tony Gali hicieron referencia. La herida estaba abierta, los datos ya estaban a la mano, la destrucción del tejido social estaba a la vista, pero el tema no existió en la agenda mediática.

En las últimas horas de la campaña y luego de una gira por la zona de Atlixco, el entonces candidato de Puebla Unida me concedió una entrevista exclusiva a bordo de su camioneta, oportunidad que aproveché para preguntarle lo que ningún otro periodista poblano se había atrevido a preguntar a lo largo de dos meses durísimos:

Cito textual la entrevista publicada en CAMBIO el 1 de junio del 2016:

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