La gran paradoja de los Estados Unidos respecto a México ha llevado a varios presidentes a toparse con pared: desde 1983 México ha sido considerado (Paul Gorman cuando era jefe del Comando Sur) como el problema número uno de seguridad nacional, pero desde 1969 con Nixon ha habido un enfoque autoritario, desdeñoso, racista.
Las percepciones del presidente Donald Trump son casi calcadas de las de Ronald Reagan. En 1984 Reagan ordenó al director de la CIA, William Casey, probar que México iba a estallar como el Irán del Ayatola Jomeini que derrocó al Sha Pahlevi. La preocupación de Reagan se basó en un artículo del analista Constantine Menges publicado en el “San Diego Union” previendo que México era “el Irán” junto a los Estados Unidos, Menges fue llevado a la CIA y luego a asuntos latinoamericanos del Consejo de Seguridad Nacional.
La CIA hizo todo lo posible por construir el modelo del México a punto de estallar. La historia la cuenta Bob Woodward en su libro “Las guerras secretas de la CIA“. Casey ordenó al encargado de asuntos mexicanos de la CIA fabricar el informe, pero John Horton se negó y prefirió renunciar, no sin revelar en el “The Washington Post” la forma en que la agencia de inteligencia inventaba crisis.
Desde entonces, 1984, los Estados Unidos le habían puesto el ojo a México: como los mexicanos eran incapaces de gobernarse por sí mismos, entonces la Casa Blanca tenía que tomar el control de su vecino. Ahí se consolidó la idea de crear un paraguas militar de Washington para todo el sur del continente, incluyendo fuerzas militares estadounidenses. El Pentágono diseñó un plan de emergencia para enviar partidas militares a proteger los pozos petroleros mexicanos en caso de conflicto bélico.
La crisis en las relaciones México-EU estalló en 1969. Antes, los dos países tenían una vecindad cómplice: hay fotos de la boda del jefe de la estación de la CIA en México, Winston Scott, en 1962 teniendo como testigos al presidente López Mateos, al secretario de Gobernación Díaz Ordaz y al subsecretario Echeverría. Como presidente, Echeverría rompió la relación geopolítica al apoyar a Cuba, aliarse con el tercer mundo y promover una carta nacionalista de derechos y deberes económicos de los Estados. López Portillo apoyó a Cuba y a Nicaragua y De la Madrid protegió a El Salvador y Centroamérica.
Desde 1970 los Estados Unidos han buscado someter a México a la doctrina militar, de defensa y de seguridad nacional estadounidense. El más agresivo fue Reagan: su embajador Gavin promovió en 1984 y 1985 una ofensiva que llevó al Senado estadounidense a realizar audiencias públicas contra México y a construir una alianza PAN-empresarios-iglesia católica-Casa Blanca para la alternancia presidencial panista. El intervencionismo de Reagan tronó con el Irán-Contra: venta de armas a Irán y de drogas vía la CIA para triangularle armas a la contra nicaragüense.
Con el desmoronamiento de la URSS en 1989, la Casa Blanca viró al libre comercio y la globalización. Carlos Salinas liquidó el nacionalismo revolucionario, destruyó el Estado y subordino a México no por las cañoneras militares sino por el comercio libre. Bush Sr., Clinton, Bush Jr. y Obama controlaron a México con el TLC. Ahora Trump quiere la invasión militar estadounidense a México para construir un protectorado sumiso.
Pero Trump carece de un modelo estratégico y de seguridad nacional y todo se reduce al enfoque del empresario explotador y desdeñoso.
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Política para dummies: La política es el arte de entender a la sociedad, sus deseos y sus pasiones.
Sólo para sus ojos:
• Pese a marchas, memes, frases en redes cibernéticas y protestas, el muro va porque se trata de una decisión de Estado que el gobierno mexicano no quiere confrontar con decisión. O sea que Trump va ganando.
• Lo cierto es que inclusive en los Estados Unidos la oposición a Trump no sabe moverse en las estructuras del poder y se conforman con mensajes mediáticos. Las propuestas de secretarios del gabinete más polémicas de Trump han salido ante una bancada demócrata ineficaz y pasmada, sin liderazgo. Obama prometió salir a defender, pero ya lo frenaron sus propios aliados.
• Ahora subieron las tasas de interés. Así comenzó el colapso de 1995: subir las tasas para evitar fuga de capitales, pero reventando la inflación. Las variables básicas se están desalineando. Ahora viene una nueva baja en la expectativa del PIB para colocarlo cerca del 1 por ciento. Lo malo es que estas medidas no han estabilizado la economía y una provoca desajustes en otras.
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