Por Redacción

Investigadores de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) descubrieron, a través de la experimentación con ratas, que la alta frecuencia de bostezo es una característica de la presencia de algún desorden de ansiedad y fobias.

Los científicos identificaron que el bostezo no sólo está relacionado con el aburrimiento, estrés, adormilamiento y sugestión, como generalmente se cree.

José Ramón Eguibar Cuenca, director de Investigación de la Vicerrectoría de Investigación y Estudios de Posgrado (VIEP) de la BUAP, durante su participación en la XI Semana del Cerebro, en la Unidad de Seminarios, en Ciudad Universitaria, señaló que las personas con desórdenes de ansiedad tienen en común una preocupación persistente para evitar pensamientos o situaciones que les generen miedo irracional.

Estos padecimientos, generalmente acompañados de los síntomas de la depresión, son las enfermedades más comunes en las personas, junto con las fobias.

Para comprender estos problemas del cerebro, estudiaron la relación entre el bostezo y los desórdenes de ansiedad y encontraron en una población de ratas que aquellas que más bostezaban eran más propensas a sufrir de ansiedad y miedos irracionales, que las que lo hacían en menor proporción.

Para llegar a dicha conclusión, utilizaron ratas como modelo animal, pues son útiles para el estudio de enfermedades. En este caso trabajaron con dos poblaciones: una cuyo promedio de bostezo era de 4 por hora y otra de 22 en promedio.

La muestra de alta frecuencia de bostezo se obtuvo luego de cruzar un roedor macho que bostezó 22 veces durante una hora, y posteriormente un retrocruce: las hijas resultantes nuevamente con el mismo macho.

Mediante diversos experimentos, compararon los comportamientos de ambos grupos ante diversas situaciones, como la reacción de las ratas ante la exposición a espacios abiertos y cerrados, situaciones de estrés y peligro, entre otras. Mientras que las de bajo bostezo tenían comportamientos habituales, las otras frecuentemente se mostraban más nerviosas y renuentes a realizar alguna actividad a causa de su excesiva ansiedad y miedo irracional.

Una de las pruebas es el cruce elevado, que consiste en una estructura de cuatro brazos: dos con paredes y dos sin ellas dispuestos a una determinada altura. Las ratas de bajo bostezo tendían a deambular indistintamente por los cuatro brazos como ejercicio de exploración; en cambio, las de alto bostezo únicamente caminaban sobre las que contaban con la seguridad.

 

Foto: Cortesía BUAP

incendios forestales