Por Abel Pérez Rojas

“Reconciliarnos con nosotros mismos
es un proceso de hallar congruencia
entre pensar y sentir, decir y hacer”.
Abel Pérez Rojas
 

Bien se dice que morimos y nacemos a cada momento, que no somos los mismos de ayer en la medida que no lo son ni la totalidad de nuestras células ni la suma de nuestras experiencias. 

Al asumir que estamos en un constante cambio, lo que le da coherencia a lo que somos es la historia propia, que independientemente de la posibilidad que tenemos de reinterpretarla, siempre nos acompaña como un recordatorio de que nuestros esfuerzos por renovarnos no parten de cero.

Por si fuera poco, todo habrá que lograrlo en medio del ajetreo diario, caracterizado por los altos niveles de estrés y dispersión, llevando una mole de historias a cuestas que nos recuerda la irreversibilidad del tiempo.

Me pregunto: ¿Cómo se da el tan buscado y anhelado proceso de reconciliación consigo mismo, entonces?

Cavilo sobre todo esto mientras recuerdo una profunda frase del ensayista, novelista y poeta libanés Khalil Gibran: Conocí un segundo nacimiento, cuando mi alma y mi cuerpo se amaron y se casaron. Dichos, 1963 (póstuma).

Reconciliarnos con nosotros mismos es un proceso de hallar congruencia entre lo que pensamos y lo que sentimos, entre lo que decimos y lo que hacemos. De tal manera que al lograr armonía entre uno y otro ámbito también podemos avizorar que hay nuevas rutas para transitar y nuevas posibilidades de progreso.

Hace unas semanas en uno de mis artículos le compartí el pensar de Tenzin Wangyal Rimpoche acerca de la importancia de centrar nuestra atención en nuestro cuerpo como forma de partida de la reorganización de lo que somos.

En aquella ocasión le dije que tomar conciencia de lo que somos a partir de lo más inmediato –el cuerpo- nos da la oportunidad de colocar un punto de apoyo en medio del infinito que nos rodea.

El punto de apoyo en realidad es sólo el inicio de algo mayor, en este caso, la exploración de lo que anima nuestra mente y vivifica en lo más profundo nuestro ser: la consciencia.

Tomar consciencia de lo que somos es un cambio profundo, tan profundo que me atrevo a comparar con estos pasajes únicos del nacimiento y la muerte.

Tal vez a eso se refiera Khalil Gibran como segundo nacimiento, el segundo nacimiento de ver cómo las cosas cobran sentido no por un orden externo, sino por la reconfiguración de nuestro interior que a su vez modifica profundamente lo que es y lo que estudia.

Es importante recapitular sobre todo esto, de tal manera que no quede de otra más que progresar como algo ineludible a lo cual tenemos derecho como seres humanos.

¿Qué le parece?

 

Abel Pérez Rojas (@abelpr5) es doctor en Educación Permanente.

Dirige: Sabersinfin.com.

*Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente la línea editorial del portal de noticias Ángulo 7.​

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Fundadora y directora editorial del portal de noticias Ángulo 7. A los 14 años decidió que quería dedicarse al periodismo. Estudió Comunicación en la Universidad Iberoamericana de Puebla. Fue becada...