Por Abel Pérez Rojas
“Es deseable,
que aún en las peores condiciones,
algún día no necesitemos
aislarnos físicamente para mantener
la serenidad y la paz”.
Abel Pérez Rojas.
Quienes habitamos en grandes ciudades sabemos que el estrés ocasionado por el trajín de todos los días nos orilla a no tomar las decisiones adecuadas. Así, una respuesta abrupta, un gesto involuntario, o peor aún, una reacción colérica frente a lo que sentimos, una agresión puede echar a la borda, el trabajo de meses y a veces de años, aunque suene exagerado.
Diversos especialistas en desarrollo humano sostienen que ayudaría mucho si pudiéramos tomarnos unos minutos para serenarnos, antes de tener una reacción como las anteriores.
Por supuesto, es el estrés y el hecho de que somos habitantes de entornos tan estrechos y asfixiantes lo que impide serenarnos. Es precisamente por ello que vale la pena aprender a aislarnos aunque sea unos minutos.
A veces, en las urbes no es fácil dejar unos minutos el trabajo para ir al jardín o parque más cercano, y la gente de campo también lo ha olvidado. En cambio, es más fácil hallar un sanitario a la mano que puede representar el espacio mínimo para poner en orden nuestros pensamientos.
Sí, escuchó usted bien, el baño más cercano puede ser el espacio ideal para enfriar nuestra mente ante una situación de presión acuciante.
Por lo que le vengo comentando y mucho más, no es casual el título de un artículo firmado por Miguel Ángel Bargueño y publicado, recientemente, en El País: “El truco de los gurús para relajarse en el baño de la oficina”.
El punto central de la sugerencia consiste en aislarnos, al menos brevemente, del estímulo que nos está causando ese desencuentro emocional con nosotros mismos, es decir, lo que sucede en nuestro exterior, con alguna situación o con alguna persona, sólo se ha convertido en un pretexto para remover algo que aún no hemos sido capaces de resolver en nuestro interior.
Si estuviéramos habituados a trabajar con y dentro de nuestro interior, nos daríamos cuenta que nada de lo que está afuera podría movernos del estado de paz y tranquilidad que reposa dentro de nosotros.
Como creemos que el summun de lo que somos radica en lo que pensamos, y que nuestros pensamientos son la joya de lo que somos, entonces nos dejamos llevar por ellos, pero perdemos de vista que éstos son fáciles de manipular a través de los sentimientos y las emociones. Si alguien o algo nos saca de nuestras casillas, todo lo que hemos construido se nos vendrá abajo, porque depositamos nuestra confianza en lo que pensamos.
Es cierto que aislarnos en el baño puede ser una medida urgente o una reacción inmediata para no hacer algo de lo cual nos arrepintamos, por eso, el espacio del baño puede servirnos como un símbolo reforzador del espacio que debemos propiciarnos todos los días para meditar y tomar control de nuestra atención.
Si logramos sacarle provecho al baño de la oficina o negocio, tal vez caigamos en cuenta de establecer como hábito la meditación, seguramente algún día no necesitaremos aislarnos físicamente para mantener la serenidad y paz aún en las peores condiciones.
¿Qué le parece?.
@abelpr5
*Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente la línea editorial del portal de noticias Ángulo 7.