Durante los últimos días se han intensificado las protestas que músicos de banda sinaloense realizan en contra de los intentos por prohibir que trabajen en la playa. De acuerdo con empresarios, esta música no es del agrado de los turistas y les ocasiona molestias.

Músicos de banda sinaloense protestaron el pasado 27 de marzo en contra de la prohibición de esta música en las playas de Mazatlán. Durante varias horas transitaron las principales calles de esta ciudad del estado de Sinaloa mientras ejecutaban piezas tradicionales.

Además de esto, agrupaciones musicales convocaron a “la tocada de Banda Sinaloense, más grande del mundo en la playa”. Un evento con el que buscan romper el record Guinness a través de la congregación masiva de músicos y orquestas de este subgénero musical.

Uno de los lugares donde concentraron su manifestación, fue frente al hotel del empresario Neto Coppel, quien forma parte de la Alianza Antirruido en Mazatlán. Mismo que en días pasados expresó estar en contra de esta música pues “molesta” a los turistas que se hospedan en sus hoteles.

“Este es un destino que está creciendo vertiginosamente, miles de millones de pesos se están invirtiendo cada año, y no puede ser que no tengamos un orden para que estas bandas y estos vehículos hagan su trabajo sin molestar a los demás.”

Neto Coppel

De acuerdo con el empresario, algunos de los turistas extranjeros le han manifestado que Mazatlán es un destino turístico “chafa”. Pues la música de banda, incluyendo la que escuchan en el transporte público, es molesto para ellos. Esto impulsó que empresarios, músicos y habitantes recurrieran a las autoridades para buscar llegar a un acuerdo sobre la regulación de esta manifestación cultural.

Al descontento social generado por la propuesta de la prohibición, se sumó que en algunos espacios privatizados de la plaza ya aplican esta restricción. Pues aún sin que las autoridades hayan concedido, no permiten que músicos que ofrecen sus servicios en la playa, hagan uso de estos espacios públicos.

El conflicto inició el 7 de marzo cuando se viralizó un video sobre turistas extranjeros en un concierto de cuerdas a orilla de la playa de Mazatlán, Sinaloa. Mismo que fue interrumpido por una banda sinaloense que en ese momento fue contratada por otros paseantes.

Música de banda sinaloense y gentrificación

Buscar prohibir la música de banda en espacios ya privatizados por turistas extranjeros, solo hizo evidente el despojo que ocurre en la gentrificación. El desencanto acumulado desde diversos territorios gentrificados durante las últimas décadas, como Puebla, Oaxaca, Ciudad de México, Cancún, etc. terminó por intensificar este hecho.

A la par de este suceso, también se viralizó el despido de una modelo extranjera que radicaba en la Ciudad de México. Esto, luego de que mediante redes sociales se quejara y realizara comentarios despectivos contra los organilleros callejeros. Lo que provocó que usuarios de las redes le recordaran que eran tradicionales de la capital y, por lo tanto, no serían eliminados solo porque le disgustaran.

El año pasado, por ejemplo, una turista estadounidense que visitó Oaxaca, expresó mediante sus redes sociales su agradecimiento por la conquista española. Pues, de acuerdo con la turista, gracias a eso, tuvo la posibilidad de disfrutar de la “arquitectura europea” sin tener que viajar más lejos.

Banda Sinaloense y el poder de la cultura

A este ejemplo se pueden sumar más acerca de los conflictos culturales que la gentrificación conlleva. Sin embargo, nunca está de más puntualizar que la convivencia entre varias culturas no es negativa, pues justamente México se reconoce como un país multicultural y por su calidez en recibir a personas de otros países.

Sin embargo, el desprecio hacia la cultura tradicional mexicana, se mantiene como un valor que nadie está dispuesto a perder ni negociar.

En ese sentido, la cultura si puede combatir la gentrificación al momento de evidenciar la apropiación y el desplazamiento de las tradiciones y de los habitantes. Así como las dificultades que miles de habitantes de las ciudades, pueblos y playas gentrificadas viven a diario con el encarecimiento de la vida y el despojo de sus modos de vivirla.

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