Editorial Ángulo 7
En este espacio vertirmos la opinión de nuestro medio, siempre con una visión contructiva Credito: Elaboración propia

A nueves meses de anunciarse el plan de reforestación del gobierno estatal, con la meta de plantar al menos 9 millones de árboles, este proyecto es un pendiente que las autoridades deben emprender con la participación de campesinos, a fin de garantizar un impacto ambiental y que se mantenga de manera transexenal.

El 30 de agosto de 2022, el difunto gobernador Miguel Barbosa Huerta dio a conocer la estrategia de reforestación y rescate de suelos de su gobierno, la cual consiste –según planteó– en plantar 9 millones de árboles para 2024.

Para lograr esta ambiciosa meta, llamó a defensores del medio ambiente, ayuntamientos y organizaciones civiles a sumarse a esta iniciativa que –reconoció el entonces mandatario– debería ser transexenal.

Tras la muerte de Barbosa Huerta, el gobierno estatal, ahora encabezado por Sergio Salomón Céspedes Peregrina, ha continuado con los preparativos del proyecto. Así, el pasado viernes, lanzó la convocatoria para licitar la compra de 3.5 millones de árboles.

Falta, sin embargo, que la Secretaría de Medio Ambiente de a conocer cuándo y cómo pondrán en marcha la reforestación, así como los detalles de la colaboración con diferentes sectores sociales para el cuidado de los árboles plantados y su monitoreo.

Campesinos deben ser invitados

Entre los convocados por Barbosa Huerta para sumarse a la iniciativa, no se enfatizó el llamado a los campesinos, en especial a agricultores y silvicultores, para trabajar de la mano con ellos.

Y es que la experiencia ha demostrado que, cuando las comunidades no participan en la reforestación, esta tiene un impacto muy bajo en el medio ambiente, pues hasta el 80 por ciento de los árboles plantados no sobreviven por falta de cuidado y monitoreo.

Para evitar este tipo de fracasos, el programa Sembrando Vida, por ejemplo, no se reduce a la entrega de apoyo económico mensual (de 6 mil pesos en 2023) a los campesinos beneficiarios plantar árboles frutales o maderables, sino que busca formar con ellos “comunidades sustentables”.

De esta manera, el programa contempla la formación de comunidades de aprendizaje, donde los beneficiarios intercambian conocimientos y reciben asesoría de técnicos. Los árboles, por su parte, se producen en viveros comunitarios atendidos por los mismos beneficiarios.

Al cierre de 2022, la Secretaría de Bienestar reportó que Sembrando Vida cumplió la meta de sembrar, en cuatro años, más de mil millones de árboles, por lo que, en este 2023, entró en la etapa de comercializar la producción.

Como se ve, el involucramiento de los silvicultores en la tareas reforestación es fundamental para que tengan éxitos, pues los campesinos no sólo aportan fuerza de trabajo, sino también ideas y soluciones.

En Puebla, por ejemplo, agricultores de Tlacotepec de Benito Juárez y Tecamachalco tienen clara la necesidad de reforzar la reforestación con programas como Sembrando Vida a fin de frenar las sequías que, en el último año, han bajado la producción de las tierras hasta 40 por ciento.

Los campesinos también tienen el conocimiento suficiente sobre los árboles autóctonos más adecuados para reforestar su región, lo cual evita el error de introducir especies foráneas que no se adapten al clima.

Asimismo, hay que considerar que el apoyo y colaboración con las comunidades inhibe acciones como la tala clandestina, que es un problema creciente en zonas como la Sierra Norte, donde familias enteras se benefician, directa o indirectamente, de esta actividad ilegal, pues no hay incentivos ni proyectos claros para la reforestación.

Así que, si el gobierno quiere asegurar éxito y continuidad a su estrategia de reforestación, debe trabajar de la mano con los campesinos e involucrarlos en cada fase del proceso.

LPR

incendios forestales