“Desde hoy mi estómago acepta el método Coquelet. Rábanos diminutivos, remolacha, y el bistec. Los huevos condimentados por el sistema Loshé. La bebida boticaria de moda ¡viva el absent! Si no martirizo el vientre y me enfermo ¡suerte infiel! ¡Qué dirán la culta Francia y el ejército francés!” Estas eran las palabras de los periodistas de La Sombra, publicación decimonónica de la ciudad de México que le tocó vivir el afrancesamiento en la vida cotidiana y desde luego la llegada del ajenjo, de aquel licor que olía a francés.

El absent, absenta o ajenjo, también denominada “Hada verde” o “Diablo verde”, fue una bebida traída por los franceses a México durante el siglo XIX, tomarla daba caché, decían los periodistas de La Sombra. Se trataba de una bebida alcohólica preparada con anís, artemisia, hinojo (a lo que se le hacía llamar La Santísima Trinidad), agua fría y azúcar. Lo interesante era la artemisia, planta procedente de Suiza con sabor amargo y con propiedades sedantes. Su consumo como remedio medicinal se hizo popular en Francia a finales del siglo XVIII, sin embargo, fue durante el siglo XIX y hasta principios del XX que su consumo como bebida alcohólica se hizo conocida y más en el mundo del arte. Se dice que algunos de sus consumidores fueron Van Gogh, Manet, Degas y Picasso, quienes buscaban la inspiración y, podríamos decir que la encontraron. Fue una bebida prohibida en algunas partes de Europa, pero también polémica debido a que tomarla en exceso causaba alucinaciones.

A decir de Espinosa de los Monteros, “El uso de la absenta se hizo cotidiano, ya que se había empleado eficazmente por las tropas francesas que lucharon contra Argelia de 1844 a 1847 para combatir las fiebres. […] Los detractores de la bebida señalaban que el licor de ajenjo creaba un hábito nefasto —sobre todo en temperamentos irritables—, ya que producía dolores de cabeza, mareos, ceguera, así como estados alucinantes, que tarde o temprano desembocaban en locura y muerte”.

En México, este licor como otras bebidas competirían con la bebida tradicional que en las mesas no podía faltar, es decir, el pulque. Sin embargo, es necesario señalar que el absent o diablo verde, que imaginaremos porqué se le decía así, viene aparejada de los bares en México, de los cocteles y de ese tipo de bebidas embriagantes que hicieron su entrada durante la ocupación norteamericana de 1846 a 1848 y que verían su apogeo hasta finales del siglo XIX y para ejemplo tenemos el bar La Opera de la ciudad de México instalado en 1895.

El diablo verde también sería la delicia de artistas mexicanos y motivo de inspiración, y que, como sostiene Chávez Lara, se convirtieron en “víctimas” del bar”. Era la influencia de Baudelaire, de lo francés que durante gran parte del siglo XIX había que imitar.

Vayamos pues por un ajenjo y a ver si de paso nos encontramos con el diablo, quiero decir con un hada inspiradora que nos haga ver lo verde…

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