Cuatro meses después de la llegada de los emperadores Maximiliano y Carlota a territorio mexicano, en la ciudad de Puebla comenzaron a circular una serie de volantes con grandes letras rojas en las que se anunciaba la salida de un periódico, se trataba de La Idea Liberal. Un periódico de corte político y literario cuyo costo sería de una cuartilla. Su epígrafe fue una frase del historiador francés Guillermo Tomas Francisco Raynal, y dice: “Quítame todas las libertades; pero déjame la de hablar y escribir según mi conciencia. -Raynal.” El uso de este epígrafe muestra que la tendencia política de los periodistas y del periódico estaba ligada al liberalismo y a la polémica de los actos públicos y del gobierno.

La Idea Liberal fue un periódico bisemanal de corte político y literario cuya duración fue de tan solo dos años, de 1864 a 1866. Se publicaba todos los miércoles y sábados, en el taller litográfico y tipográfico del señor José María Osorio, ubicado en la Calle de Morados número 15 (hoy 7 oriente, entre las calles 2 sur y 16 de septiembre). Entonces la ciudad de Puebla era un sitio que no llegaba a más de 21 calles urbanizadas de oriente a poniente y de 14 calles a lo largo de la parte norte-sur.

Este periódico, surgió bajo el gobierno monárquico representado por Maximiliano de Habsburgo, quien encabezaba un liberalismo monárquico-europeo y a su vez bajo un gobierno republicano liberal representado por Benito Juárez. Ambos gobiernos producirían una tensión política en los periodistas, quienes manifestaron los altibajos de su filiación política como parte de un partidismo intermedio formado en la ciudad de Puebla.

La importancia que guarda el periódico La Idea Liberal, es sobre todo haber constituido el medio por el cual se transmitieron a todos aquellos lugares por donde circulaba, las ideas de un grupo de liberales, encabezados por los periodistas, Manuel López y Rafael J. García. Las ideas expuestas por los periodistas, no son sino el eco de los distintos grupos liberales a que pertenecieron mientras formaron parte de aquel bisemanario.

A través del análisis de sus editoriales se detecta que mientras el primer redactor aplaudió la legislación liberal de Maximiliano, quien entre otras cosas, aprobó las Leyes de Reforma y le ofreció a México la bandera del progreso y la cultura; el segundo redactor, que en un principio celebró la aprobación de esas leyes liberales, al término de la guerra civil norteamericana y debilitamiento de la autoridad monárquica, no hizo sino entregarse a la política del discurso patriótico e intentar avivar el ánimo republicano de los mexicanos con el fin de expulsar a los intervencionistas.

Si algo identificó a los periodistas con Maximiliano fue su idealismo, es decir, la práctica de un liberalismo teórico que les hizo creer que con base en la elaboración de leyes se sanarían los males de México, país en el que todas las leyes estaban por practicarse. Evidentemente no se debe pasar por alto que, para la construcción y progreso de aquel Estado, fue indispensable la secularización del poder. Para ambos periodistas era necesaria la instauración de un sistema de gobierno donde el clero no participara ni de las decisiones políticas, ni de la educación, lo que desde su punto de vista constituía uno de los grandes impedimentos del progreso del país.

El anticlericalismo manifestado por los señores López y García estuvo en relación con sus principios liberales, con su educación y su horizonte cultural. Sin embargo, este no se relacionó con la práctica del catolicismo y con la disposición que cada uno manifestó hacia el sistema de gobierno que dibujaron conveniente para México. Si un periodista se inclinó a lo propuesto por el sistema de gobierno monárquico y el otro periodista al sistema republicano, fue porque en ellos visualizaron la realización de sus planes progresistas, pero no un distanciamiento con sus creencias religiosas.

Llama la atención que los modelos de naciones civilizadas elogiadas por los redactores no estuvieron en relación con la República estadounidense ni con ningún otro territorio donde aquel sistema de gobierno se llevara a cabo, sino con las sociedades europeas monárquicas y liberales. De este modo, puede decirse que, aun siendo territorios gobernados por monarquías, lo que interesaba o el ejemplo a seguir de una nación estaba en función de sus principios liberales, no de su sistema de gobierno.

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