México guarda una relación tan estrecha con la muerte que, cada año, las familias ponen ofrendas a los seres queridos fallecidos. Esta tradición se mantiene desde antes de la llegada de los españoles y es considerada por la Unesco Patrimonio de la Humanidad.
🔽 A continuación, te presentamos un poco de la historia, símbolos y significado. 🔽
Las ofrendas de Día de muertos son una forma de honrar las memorias familiares, en ellas es compartido el pan, la sal, frutas, agua y los platillos favoritos de la persona fallecida con la idea de que por lo menos una vez al año, regresen con sus familias que guían sus pasos con los caminos de pétalos de flor de cempasúchil y el humo del copal.
Origen de la ofrenda
El origen de las ofrendas está en la época prehispánica con las culturas indígenas que veían la muerte como el inicio del camino hacia el Mictlán, el reino de los muertos descarnados o inframundo; por ello, eran ofrendados en los entierros prehispánicos objetos que en vida habían sido utilizados por el muerto, así como objetos que podía necesitar en su tránsito al inframundo.
Asimismo, en aquella época era común conservar los cráneos como trofeos y mostrarlos durante los rituales que simbolizaban la muerte y el renacimiento; el festival fue convertido en el Día de muertos y su conmemoración se daba el noveno mes del calendario solar mexicano que iniciaba en agosto.
Evolución desde la Conquista
Tras la Conquista, fue introducido a México el terror a la muerte con la evangelización, pero también tuvieron que ceder ante las creencias indígenas, por lo que nació el Día de los Fieles Difuntos para venerar a los santos europeos con ceremonias acompañadas de arcos de flores, oraciones y el pan de azúcar, antecesor del “pan de muerto”.
Símbolos y su significado
La ofrenda de Día de muertos es un altar que hace la invitación a los difuntos a regresar del inframundo para deleitarse con lo que sus familias cada año les preparan, está colocado en distintos niveles que representan las dimensiones de la existencia, los más comunes son los altares de dos niveles, que representan el cielo y la tierra.
Los elementos más comunes son los siguientes:
- Imagen del difunto: funciona para señalar quién visitará el altar, pero dicha imagen debe colocarse de espaldas a manera de que solo pueda verse con un espejo para así recordarle al difunto que se le puede ver, pero ya no existe.
- La cruz (puede ser de sal o ceniza): es un símbolo de la evangelización frente a la tradición prehispánica de venerar a los muertos.
- Copal e incienso: son ocupados para limpiar y purificar el altar.
- Arco de flores: debe colocarse en lo más alto del altar y simboliza la entrada al mundo de los muertos.
- Velas, veladoras y cirios: son símbolo de la luz que guiará a los difuntos en este mundo.
- Agua: se tiene la creencia de que sirve para que el espíritu mitigue su sed después del viaje desde el mundo de los muertos.
- Flores: específicamente la flor de cempasúchil es la flor que guía a los espíritus en este mundo.
- Calaveras: pueden ser de azúcar, barro o yeso, con adornos de colores; se les considera una alusión a la muerte que siempre se encuentra presente.
- Comida: tiene la intención de agradar a los difuntos en su visita.
- Pan: es una representación del “Cuerpo de Cristo”, agregada por los evangelizadores españoles.
- Tequila: pulque o mezcal, al igual que los alimentos, tienen la intención de agradar a los difuntos.
- Objetos personales: son colocados con la finalidad de que el espíritu pueda recordar los momentos de su vida.
Diversidad de ofendas en México
México es un país tan rico en cultura y tradiciones que en cada estado hay variantes de los altares, por ejemplo, en el estado de Puebla, el uso de espejos y caminos de flor de cempasúchil son algunos de los elementos distintivos de las ofrendas en los municipios de Cholula y Huaquechula, como una manera simbólica para conectarse con aquellos que murieron.
En Huaquechula realizan altares monumentales que contienen también flores blancas y comida del gusto, así como espejos que reflejan la imagen del difunto. Por su parte, en la comunidad de Santa María Tonantzintla, en San Andrés Cholula, realizan ofrendas en las que realizan un camino con pétalos de flor de cempasúchil desde el altar hasta la entrada de la puerta de la calle.
Conclusión
El Día de Muertos es una tradición invaluable y un reflejo de la fusión de las culturas prehispánicas y colonizadoras. Aunque ya pasaron siglos de que los nativos conservaran cráneos humanos, todavía podemos ver en nuestros altares las calaveritas de chocolate o azúcar que reafirman nuestras tradiciones ancestrales.
Hoy en día podemos ver que aunque el territorio que actualmente es México sufrió la evangelización, la cultura mexicana se aferra a mantener un vínculo con los fallecidos y a ofrendarles lo que en vida les gustó, sin dejar a un lado que fue la propia colonización quien enriqueció esta festividad.
