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(Sexta parte)

Como propuesta de política el diseño y aplicación del modelo productor-innovador consta de cuatro etapas:

1. Coeficiente de localización y especialización productiva en maíz

Como la milpa no aparece en las estadísticas oficiales del país, para implementar el MP-I se propone, primero, que se conozca en que entidades o municipios del país, el maíz de secano, principal componente de la milpa tiene mayor relevancia social y/o económica. Una entidad federativa o municipio que esté especializado en la producción de maíz significa que: a) en esas entidades es muy probable que este maíz de temporal sea manejado como milpa; b) existe un trabajo calificado que conoce exhaustivamente los pormenores del manejo de esta gramínea, así como el de su entorno geográfico y, c) evidencia la jerarquía social y económica que ha tenido, y tiene, el maíz en la reproducción biológica y cultural de las poblaciones rurales.

Para calcular la vocación productiva, se propone aplicar el coeficiente de localización (CL), técnica de análisis regional creada por Boisier (1980. https://bit.ly/35MogOU), que compara la importancia relativa que tiene el maíz en cada entidad federativa, versus la importancia relativa que tiene a nivel nacional. Para Boisier, si el CL es < a 1, muestra que en el estado j la importancia relativa del maíz es menor que la del país; si CL es = a 1, indica que la importancia relativa del maíz en la entidad j es similar a la importancia relativa que tiene en la nación. En ambos casos, esto significa que las entidades no están especializadas en la producción de maíz; pero, si CL es > a 1, se concluye que la entidad j se encuentra especializada o tiene vocación productiva en la siembra de maíz, con respecto al país. Por ello, la ejecución del MP-I debe centrarse en las entidades que evidencien vocación productiva en maíz.

2. Evaluación del manejo del maíz y diseño del modelo productor-innovador

Conocidos los territorios especializados en la siembra de maíz de secano, se realizará la evaluación de las tecnologías modernas y campesinas, aplicando la metodología ya expuesta. Sin embargo, se propone realizar tres modificaciones sustantivas a esta metodología. La primera, propone evaluar las condiciones endógenas (suelo, clima, etc.) a escala de agroecosistema y laboratorio, ya que poseen una potente influencia sobre la productividad del maíz. La segunda modificación propone realizar una valoración más acertada de las tecnologías progresivas que se aplican en el manejo de la milpa. Para ello se propone una nueva ponderación, que refleje el impacto diferenciado que cada una de estas prácticas campesinas tiene en la productividad. Por ello, se plantea que la nueva ponderación asuma los siguientes valores: asociación de cultivos 50 unidades, siembra de semillas nativas 20, aplicación de estiércol 15, conservación de suelos 10, y rotación de cultivos 5. En la tercera modificación se propone corregir el parámetro para medir la productividad de la milpa. Mientras que en los monocultivos la productividad se evalúa mediante el rendimiento por hectárea, en la milpa debe cuantificarse por razón de la eficiencia relativa de la tierra (ERT), que se expresa en la sumatoria de los rendimientos por hectárea obtenidos para cada uno de los cultivos de la asociación, comparado con los rendimientos obtenidos de los mismos cultivos cuando son manejados como monocultivos.

Como ya se dijo, la evaluación concluirá con la identificación del modelo productor-innovación que se propone transferir y mejorar mediante el establecimiento de faros agroecológicos.

3. Faros agroecológicos

Para Ranaboldo y Venegas (2007. https://bit.ly/2N0zh8D), los faros agroecológicos son unidades de experimentación y demostración de tecnologías de producción agroecológica exitosas. El MP-I es una experiencia agroecológica exitosa; por ello, si se pretende potenciar los atributos de la ERT, la resiliencia y la sostenibilidad que emanan de la milpa, se debe escalar horizontal y verticalmente. El primero, se refiere a comunicar las ventajas productivas que representa el manejo del MP-I a los milperos menos eficientes. El escalamiento vertical alude al mejoramiento del manejo del MP-I por razón de la experimentación agroecológica, para potenciar las fuerzas productivas naturales recreadas por la biodiversidad funcional cultivada que caracterizan a la milpa. Mejorar el manejo de la milpa, implica potenciar las tecnologías indígenas-campesinas y modernas que, organizadas en un diálogo de saberes, se aplican en su manejo. Es decir, para mejorar la productividad y sostenibilidad de la milpa se tiene que potenciar la biodiversidad funcional cultivada de la milpa para transitar por la ruta de los saberes delineados por nuestros ancestros.

4. Recursos orgánicos, composta y bioinsumos

En el manejo de los sistemas agrícolas influyen las condiciones endógenas de producción, donde resaltan los atributos físicos, químicos y biológicos del suelo. La salud de un suelo depende de la interacción que acaece entre estos elementos. Para Jaizme (2015. https://bit.ly/3nMdWwB), el componente biológico está constituido por un complejo microbiano, garante de la nutrición vegetal, que se comportan como “saquitos de fertilizante”, reteniendo en sus estructuras nitrógeno y otros nutrientes que obtienen de los exudados y de la materia orgánica. La clave entonces, para recuperar la salud y fertilidad del suelo radica en adicionar recursos orgánicos.

Datos de la Semarnat (2018. https://bit.ly/2KkVU6O), indican que en 2012 se generaron cerca de 22.1 millones de toneladas de recursos orgánicos en México. De éstos, al menos, el 30% pueden transformarse en composta, por lo que pueden producirse alrededor de 7.5 millones de toneladas que habría que regresar al campo porque ahí se generaron. Además, con el recurso orgánico puede producirse una gran variedad de bioinsumos agrícolas que mejorarían la productividad de la milpa. Si los recursos orgánicos se devuelven al campo, se matarían varios pájaros de una pedrada: primero, se potenciaría la fertilidad de los suelos agrícolas y con ello la producción de granos básicos y la autosuficiencia alimentaria; segundo, se atacarían las causas estructurales que originaron la primera ruptura del metabolismo sociedad-naturaleza y, tercero, se eliminarían los problemas de salud socioambiental que ocasionan los recursos orgánicos en las urbes. La propuesta de regresar al campo los recursos orgánicos creados en la ciudad no es nueva. La planteó por primera vez Justus von Liebig, a mediados del siglo XIX quien alertó sobre la pérdida de la fertilidad de los suelos, debido al traslado de nutrientes del campo a la ciudad.

Palabras agudas

La burocracia dorada de la BUAP maneja el subsidio otorgado por l@s contribuyentes como le da la gana. Por ejemplo, Gabriel Pérez Galmiche, actual Coordinador del Complejo Regional Mixteca, durante 2013, 2014, 2015 y 2016, percibió un salario mensual como Directivo, excepto 2013 que fue Jefe de Departamento, de cerca de 56,466, 67,080, 70,254 y 71,112 pesos mensuales. Además, cobró por honorarios las cantidades de 56,710, 36,960, 40,000 y 40,000 pesos durante los años 2013, 2014, 2015 y 2016, respectivamente. En cambio, un docente de TC asociado B cobró, un promedio mensual, de una quinta de lo que devengó el flamante Coordinador ¡¡Qué buen negocio ha representado la autonomía universitaria para la corrupta burocracia dorada de la BUAP!!

Puedes leer la entrega anterior en la siguiente liga: https://www.angulo7.com.mx/2021/02/17/el-modelo-productor-innovador/

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Miguel Ángel Damián Huato es profesor-investigador del Centro de Agroecología del Instituto de Ciencias de la BUAP. Fue Premio Estatal de Ciencia y Tecnología 2011 y es miembro del Sistema Nacional...