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– Es muestra de un desorden en general
Por Wilfrido Muñoz Xicohtencatl

Seamos sinceros, con algunas honrosas excepciones, el transporte público en puebla es pésimo. Y al afirmarlo no me refiero únicamente al precio, que lo considero muy alto, sino a otros detalles que si fuesen diferentes harían ignorar el costo elevado, del que sí sería un servicio.
Los detalles a los que me refiero son, entre otros; malos tratos, unidades sucias y en pésimo estado de conservación mecánica, asaltos y limitado número de camiones en horas pico.


Veamos el desorden

Éste inicia cuando una persona ha recibido de un organismo oficial el permiso para trabajar un negocio sea de bienes o servicios, a la quienes denominada permisionario o concesionario en una zona, en el caso del transporte público es de servicio.

Si bien es cierto que la persona debe cumplir ciertos requisitos para que se le otorgue ese permiso, también debería cumplir con ciertos requisitos como emprendedor para llevar acabo la actividad de referencia.

¿Cuantas personas son concesionarias sin tener idea de cómo llevar un negocio? Yo diaria que muy pocas, pues la mayoría lo hacen de manera empírica y en ocasiones por seguir con un negocio heredado, pero sin saber bien a bien de qué manera puede lograr el desarrollo o el sano mantenimiento de dicho negocio, que, precisamente por esa ignorancia deja de ser negocio.

Desorden inicial

El primer desorden, se ubica en la compra de autobuses que van desde los 250 mil hasta un millón y medio de pesos usados y nuevos respectivamente.

Si consideramos que algunos permisionarios buscan autobuses, que cumplan con los modelos que impone el reglamento, pero que sean baratos, es uno de los factores que inician con ese desorden económico, dado que , lo barato sale caro, pues cuesta más el mantenimiento de las unidades.

A esto agregamos que muchos permisionarios no saben que existen sistemas de financiamiento que podrían aprovechar, para adquirir camiones nuevos, pero cuando se llegan a enterar y el transportista acude a solicitar un crédito debe dar un enganche del 10 por ciento, hay un plazo que se les da de acuerdo con el tipo de unidad, pero hay condiciones de los bancos que no siempre pueden cumplir los transportistas, con esto se complica su situación económica.

Es en el punto del financiamiento es en donde el Gobierno debe intervenir para apoyar a los concesionarios, para eso está Nacional Financiera (Nafin) banco de segundo piso, que opera a través de las financieras, y que el mismo gobierno ayude a convencer a esas entidades, ya que no todas están interesadas en apoyar al sector de transporte de pasajeros. Sin embargo lejos de apoyar en este aspecto a los transportistas, el gobierno, solo se concreta en autorizar o negar la autorización del incremento en la tarifa del transporte público.

Otro factor en donde se refleja el desorden

La falta de educación financiera provoca desequilibrio administrativo

Los permisionarios, o en la mayoría de ellos, siempre están endeudados y las deudas crecen cuando no se prevé algún compromiso, aun con particulares o proveedores, de cantidades que deben entregar mensualmente, estas deudas pueden provenir de compra de llantas, motores, carrocerías y hasta dinero en efectivo, que a plazos, van cubriendo sin hacer una corrida financiera de ingresos y egresos. A los costos de financiamiento agregamos el desgaste normal de la sumidades, pero a esto se suma el desgaste por la falta de pericia de los conductores, maltrato de los camiones que elevan el mantenimiento normal hasta en un 150 por ciento.

Es precisamente el maltrato en las unidades lo que refleja el mayor costo en el mantenimiento del negocio de cada concesionario.

Otro desorden a pesar de grandes ingresos

Por una parte Los permisionarios piden incremento en la tarifa de su servicio, porque, debido a su desorden financiero les cuesta mucho mantener ese negocio, a pesar de que reciban a diario, cuentas que van desde los mil quinientos hasta los 3 mil pesos,por camión, dependiendo del tipo de unidad y ruta.

El ingreso es ya descontando el combustible, dado que el chofer, quien gana entre 200 y hasta quinientos pesos diarios, dependiendo del tipo de unidad y ruta; paga el combustible que se consume al día la unidad motora.

Desorden que afecta a los usuarios

Por otra parte el usuario exige buen servicio, que es prometido desde hace más de 40 años, por los concesionarios cada vez que solicitan incremento en la tarifa.

Pero veamos este otro tipo de desorden en el transporte, en donde se conjuntan los factores Caro, sucio y peligroso de este sistema de movilidad urbana:

La conducción anárquica de la mayoría de choferes del transporte público.

– Esos que invaden carriles centrales de las vías rápidas y que incluso se atreven a bajar pasaje en el carril de extrema derecha.

– Esos que hacen base en los semáforos por uno, dos o hasta tres cambios de luz, creando congestionamientos mayúsculos.

– Esos que llegan a un semáforo y haciendo caso omiso de la luz roja, cruzan la calle, como pensando que su unidad es intangible y que viajan solos, sin muchas vidas humanas a bordo.

Veamos algunos datos numéricos que durante más de 6 años han estado vigentes:

En un sondeo que realizamos entre 1,500 pasajeros las mayores críticas recayeron sobre “las rutas”, que agruparon el 63 por ciento de las calificaciones negativas pero ascendieron al 80 por ciento al sumar las referencias específicas a camiones, microbuses y combis.

Los encuestados coincidieron en que, en términos generales, el transporte público tiene una operación insegura (79 por ciento de los usuarios), expuesta a delincuencia (90 por ciento), con un servicio que resulta incómodo (80 por ciento), caro (69 por ciento) y lento (49 por ciento).

Para resumir, 47 por ciento de los usuarios dice que el servicio es entre malo y pésimo, contra apenas un 8 por ciento que lo califica de bueno a excelente.

La mayoría de los pasajeros encuestados (81 por ciento) dijo usar principalmente microbuses, camiones y combis. Los motivos por los que eligen uno u otro modo de transporte son: que los llevan cerca del destino buscado (24 por ciento), tarifa accesible (22 por ciento) y que son suficientemente rápidos (14 por ciento). Un 17 por ciento dijo que no tenían otra opción.

Acerca del costo, el 30 por ciento de los consultados gasta más de $150 pesos a la semana en transporte; el 69 por ciento considera el servicio entre caro y demasiado caro, lo cual en ocasiones se explica por la necesidad de utilizar varios transportes para un solo recorrido, debido a la desarticulación de las rutas y la separación de tarifas para cada modo de transporte, lo cual repercute en las finanzas de los pasajeros.

A todo este desorden ¿hay esperanza?

Son muchos los matices del transporte público en Puebla, así como grande es la necesidad de que el gobierno ponga manos a la obra para brindar a los poblanos un transporte de calidad, seguro y confiable.

A La posibilidad de que el Gobierno ponga atención en este tema del transporte público, que ya se ha convertido en un problema, surge la pregunta ¿Existen programas de parte de los concesionarios del servicio para mejorarlo? O más aún, ¿cuentan las autoridades con un plan integral que obligue a los primeros a reemplazar o rehabilitar las unidades en mal estado; poner en práctica programas de contratación de choferes con criterios más estrictos; desarrollar cursos de entrenamiento y actualización para éstos; mejorar las condiciones de seguridad en las unidades, así como establecer vías de información y atención al público más accesibles y eficientes?

Si hay respuestas afirmativas para las anteriores interrogantes, creo que hay esperanza de lo contrario, nunca la habrá

¿No cree Usted?

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