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Desde 1973, la Organización de las Naciones Unidas estableció el 5 de junio como el Día Mundial del Medio Ambiente, con el fin de hacer conciencia de la urgencia para fomentar acciones en pro del medio ambiente, actualmente representa una plataforma internacional que involucra ya a más de 100 países (1). Considerando el liderazgo al abordar la contaminación del aire, China será el anfitrión global de la celebración, esto resulta un tanto paradójico ya que China encabeza el ranking de aire más contaminado del mundo de acuerdo con The World Air Quality Index Project Team (2) . Sin embargo, como bien plantearon el geólogo Antonio Stoppani, así como Vernadsky y Teihar de Chardin, estamos en la era antropozoica, en “El mundo del pensamiento”; por lo que el rol de la capacidad cerebral humana sobre la formación del su propio futuro y la de su medio ambiente puede tener contribuciones no sólo negativas, si no que podríamos cambiar el rumbo mediante acciones en pro del ambiente por nuestro propio bien.

En edición de este año, la ONU dedica esta jornada a la lucha contra la contaminación atmosférica, debido a las alarmantes cifras de muertes asociadas a la mala calidad del aire, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, el 92 por ciento de los habitantes del mundo no respira aire limpio y se pierden 7 millones de vidas cada año a causa de esto. Por lo que se insta a los gobiernos, la industria y personas de todo el mundo a unirse en búsqueda de soluciones a este problema global a través del uso de energías renovables y de tecnologías sostenibles. Cabe mencionar que México ocupa el tercer lugar en el ranking de aire más contaminado por lo que se requiere de acciones urgentes en el país.

Por otra parte, recordemos que en la pasada celebración del Día internacional del cerebro 2018, también se trató la importancia de la calidad del aire sobre la salud mental, ya que se ha detectado que diversas partículas presentes en el aire contaminado pueden llegar a nuestro cerebro y desencadenar procesos inflamatorios en el cerebro. También, la exposición alta a ozono puede afectar la plasticidad cerebral y la capacidad de regeneración celular, procesos asociados con la enfermedad de Alzheimer y Parkinson (3).

Es sustancial hacer notar 1) la importancia de la salud mental como parte integral de nuestro bienestar, 2) que la salud mental es algo más que la ausencia de trastornos mentales y 3) que esta depende, no sólo de factores socioeconómicos y biológicos, sino también medioambientales. En este sentido, es importante mencionar que además de las sustancias químicas presentes en un entorno contaminado, la salud mental puede verse deteriorada por el caos rutinario generado en las zonas urbanas. Por ello, se ha extendido por el mundo la importancia de preservar la naturaleza, además se ha incrementado el número de investigaciones científicas centradas en entender los beneficios de la naturaleza sobre nuestra salud. Entre estos beneficios, se encuentran las mejoras en la salud física (reducción de la presión sanguínea y alergias, bajos índices de mortalidad por enfermedades cardiovasculares y percepción de bienestar), promueve las conductas saludables positivas (como el ejercicio y la buena alimentación) y evidentemente mejora la salud mental reduciendo el estrés.

De hecho, una investigación reciente demostró que los niveles de una hormona involucrada en el estrés emocional, el cortisol, se reduce significativamente después de estar en contacto con un entorno natural y que además este efecto es dependiente de la dosis (tiempo), y que la dosis mínima necesaria para reducir los niveles de estrés es de 20 minutos (4). En otro estudio similar, se encontró que las personas que realizan visitas prolongadas a espacios verdes tenían tasas más bajas de depresión y presión arterial alta, y las que lo hacían con mayor frecuencia tenían una mayor cohesión social. Al realizar un análisis de dosis-respuesta para la depresión y la presión arterial alta, los autores sugieren que las visitas a espacios verdes al aire libre de al menos 30 minutos o más durante el transcurso de una semana podrían reducir la prevalencia de estas enfermedades hasta en un 7 por ciento y 9 por ciento respectivamente (5). Ambos estudios, enfatizan la necesidad de emplear estrategias que promuevan y mejoren la salud a través de la naturaleza, además, también ha sido demostrado que la exposición entornos naturales en la etapa infantil puede estar asociada con el bienestar mental en la edad adulta (6).

Por ello, la promoción, restauración, protección e integración de espacios naturales tiene efectos no solo sobre el restablecimiento de la biodiversidad o sobre el calentamiento global, si no sobre nuestra propia salud, además estas estrategias implicarían una reducción en los gastos de salud pública.

Así que, por salud mental ¡Salvemos a la naturaleza!

Referencias:
1. https://www.un.org/es/events/environmentday/
2. https://aqicn.org/scale/
3. https://www.angulo7.com.mx/2018/07/22/este-domingo-22-de-julio-se-celebra-el-dia-internacional-del-cerebro/
4. https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fpsyg.2019.00722/full?utm_source=fweb&utm_medium=nblog&utm_campaign=ba-sci-fpsyg-nature-pill
5. https://www.nature.com/articles/srep28551
6. https://www.mdpi.com/1660-4601/16/10/1809/htm

Ma. Evelina Torres García

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Licenciada en Biomedicina por la BUAP. Maestra en Ciencias con especialidad en Neurobiología por la UNAM. Candidata a Doctora en Ciencias Biomédicas. Futura usuaria de la Estadística (UV) y divulgadora...