Blanca González Gallo, trabajadora del TSJ que aspira a dirigir el sindicato de burócratas que deberá renovarse antes de 2018, cantinfleó al señalar que terminaría con vicios de la actual dirigencia, dicho que fue negado por ella misma minutos después.
Aunque la trabajadora del Tribunal Superior de Justicia (TSJ) de Puebla se desempeña además como secretaria de actas y acuerdos del actual comité sindical, liderado por Rosalía Barranco Hernández, rechazó que esto le favorezca, pues dijo que el trabajo de cada aspirante es lo que determinará la preferencia de los burócratas.
Además, aseguró que el comité electoral es el que establece los requisitos para los aspirantes y la forma como se conduce el proceso, por lo que insistió en que no hay preferencias.
Comentó que aunque los trabajadores despedidos en el gobierno de Rafael Moreno Valle recibieron atención jurídica por parte de la actual dirigencia, afirmó que de llegar a encabezar el Sindicato de Trabajadores al Servicio de los Poderes del Estado de Puebla y Organismos Descentralizados retomará el tema y se reunirá con los trabajadores rescindidos.
Asimismo, afirmó que de manera legal se continuará con sus procesos, pues –sin precisar cuántos– dijo que muchos ya están en el Tribunal de Arbitraje.
González Gallo señaló que busca conformar una planilla única que permita la unidad los trabajadores en el sindicato.
Durante su discurso, refirió que terminaría con los “vicios” de la dirigencia sindical, no obstante, cuestionada sobre cuáles “vicios” erradicaría, negó su dicho.
“-En este momento no he manifestado esa situación.
-Lo acaba de decir, insistió un reportero.
– ¿Vicios? vicios no”, dijo la aspirante,
-¿La dirigencia actual no tiene ninguna anomalía?
-Lo que puedo decir es que Rosalía Barranco es una mujer institucional, que respeto, lo que puedo decir es que ha trabajado conforme derecho y a los estatutos”.
Cabe mencionar que desde el 20 de octubre de 2013 hasta 2015 fueron despedidos 14 mil empleados de distintas áreas del gobierno de Puebla como salud, educación y cultura que han tenido que trabajar en “chambitas”, pues por ser de la tercera edad ninguna empresa los contrata.
