Por Víctor Flores

En el país, el rendimiento del cultivo de maíz de temporal de 1980 a 2010 apenas aumentó 650 kilogramos con tecnologías inducidas por el modelo agroindustrial, lo que equivale a un a 0.82 por ciento al año y 25 por ciento en total.

Así lo señaló el agroecólogo e investigador de la BUAP,  Miguel Ángel Damián Huato, quien agregó que usando las innovaciones campesinas –como la milpa y el abono orgánico–, aunque sin descartar las modernas, pero con preponderancia de las primeras, se pueden duplicar los rendimientos en 10 años.

En entrevista con Ángulo 7, para anunciar la presentación del libro “Utopística agroecológica. Innovaciones campesinas y seguridad alimentaria en maíz” que escribió con Víctor Manuel Toledo Manzur, explicó que el incremento en los rendimientos del maíz de temporal en apenas 25 por ciento en 30 años demuestra que la llamada “revolución verde” no aumentó la productividad en este cultivo de temporal.

Indicó que con el incremento “fuerte” que habrá de los rendimientos con un modelo agroecológico se puede mejorar la seguridad alimentaria de las personas más pobres del país, que en la mayoría de casos son productores de maíz de temporal.

 

Ingreso de un dólar diario

Precisó que el ingreso de la mayoría de estos productores oscila en un dólar y se encuentra por debajo de la cifra que el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) propone para un desarrollo adecuado.

Detalló que en estados como Guerrero y Puebla se tiene una seguridad alimentaria de apenas 30 y 48 por ciento, respectivamente, lo cual se podría revertir con la aplicación de paquetes tecnológicos acordes a las necesidades de los productores y revalorando la milpa como uno de los sistemas agroecológicos, al simular un ecosistema con sus diferentes tipos de plantas, desde la más alta que es el maíz, hasta el más baja que es la calabaza.

Damián Huato dijo que a nivel nacional, el promedio de la seguridad alimentaria es del 56 por ciento, siendo los estados del sur del país los más afectados.

Agregó que de acuerdo a académicos, una familia rural requiere de 2 mil 500 kilogramos de maíz al año para tener seguridad alimentaria y en el municipio de Cohetzala apenas el 15 por ciento de los productores la tiene, ya que en promedio cosechan 746 kilogramos al año.

 

La importancia del maíz de temporal para México

En México, el 82 por ciento de la siembra de maíz es de temporal, es decir, 6.1 millones de hectáreas,

El investigador dijo que de acuerdo al censo agrícola del 2007, de 5.3 millones de unidades campesinas, el 40 por ciento son para autoconsumo, a través de la milpa, es decir 2.3 millones de unidades, “pese a ello este sistema no está considerado en las estadísticas oficiales y por ello no hay políticas públicas para el mismo que permitan mejorar sus condiciones agrícolas y, con ello, de vida de millones de maiceros y sus familias”.

“Nos han dicho que los campesinos son ignorantes y eso no es cierto porque han subsistido siete milenios cultivando milpa; por lo que las tecnologías campesinas son milenarias y se está demostrando que pueden ayudar a una mayor productividad que las modernas, tomando en cuenta las condiciones en que siembran los maiceros de temporal”.

“Hay un diálogo de saberes entre las tecnologías campesinas y las modernas”.

Reiteró que el maíz es el cultivo más relevante en México porque se cosechan 7.5 millones de toneladas al año, además de que constituye la materia prima de las industrias de la masa y tortilla, de botanas y de algunas industrias químicas que laboran jarabe alto en fructuosa, bioetanol y aceite comestible.

“El Estado debe asumir a la agroecología como estrategia para contribuir a la economía del país, porque además el maíz es la base cultural y alimenticia”.

 

Paquete tecnológico del Inifap, sin usarse

Asimismo, dijo, los productores de maíz de Cohetzala –municipio de la Mixteca poblana– utilizan apenas en 25 por ciento el paquete tecnológico propuesto por el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (Inifap), debido a que la cantidad que piden de fertilizante químico es incosteable para los campesinos.

Además, propone una fecha de siembra que para este municipio no corresponde con la realidad.

El investigador del Centro de Agroecología de la BUAP dijo que el libro demuestra que los productores con mayores rendimientos son los que más usan las tecnologías campesinas –como abono orgánico–, aunque también las modernas, pero en menor medida y la propuesta es replicar el patrón tecnológico de los campesionos con mayor productividad, mejorando y optimizando el mismo patrón. 

Añadió que en Tlaxcala, el uso del paquete del Inifap es del 38.4 por ciento, mientras que en municipios poblanos, tradicionalmente maiceros, como Chalchicomula de Sesma, Cuyuaco, San Nicolás de los Ranchos, su uso aumenta al 50 o 60 por ciento porque se encuentran en planicie y han tenido programas específicos para dicha región.

Señaló que los rendimientos en productores de riego se triplicaron, pero ello no ha sucedido con los de temporal, debido a que las tecnologías creadas para los primeros son muy similares para los segundos, cuando las condiciones de manejo son distintas entre ambos.

 

La agroecología como opción

Damián Huato ejemplificó que la aplicación excesiva de fertilizante químico, como recomienda el Inifap, no ha mejorado la productividad, mientras que si se utiliza un sistema agroecológico se mejora la fertilidad y humedad del suelo.

Precisó que la milpa incluye maíz, frijol, haba, calabaza y plantas arvenses, como pipichas y quintoniles.

Agregó que los cultivos de la milpa requieren diferentes nutrimentos, por ejemplo, el frijol absorbe nitrógeno de la atmósfera con la ayuda de bacterias y ello equivale hasta tres bultos de fertilizante químico.  

La agroecología estudia estas complementariedades, tomando en cuenta las llamadas malezas e insectos, que ya no deben ser vistos como plagas, recreando un ambiente propicio para que haya un equilibrio biológico”.

Por ello dijo, que la milpa, además de que mejorará la seguridad alimentaria de los productores, da servicios ambientales porque al aplicar fertilizante químico, una tercera parte del mismo se evapora o se va a los ríos, contaminando.

“No hay una relación directa entre el uso de tecnologías modernas y rendimientos, pero si entre éstos y el uso de tecnologías campesinas, tales como semilla criolla, asociación y rotación de cultivos, aplicación de técnicas de conservación de suelos y aguas, así como de estiércol como abono orgánico”.  

 

Generar composta

Dijo que el uso de abono orgánico –en este caso estiércol de los animales— mantiene la humedad del suelo, por lo que propuso el uso de composta, a través de la descomposición de la basura orgánica, lo cual también puede crear miles de empleos temporales.

Reiteró que el uso de abono orgánico es fundamental para lograr la fertilidad del suelo, ya que el uso de la milpa solo es uno de los aspectos, pero no es suficiente. Detalló que los productores exitosos ponen al menos una tonelada de estiércol a sus tierras al año.

Indicó que las políticas públicas, en el caso del maíz de temporal, han estado más interesadas en comprar insumos a las empresas trasnacionales, en lugar de beneficiar a los productores.

Agregó que gracias a la milpa se ha conservado el material genético de las diferentes especies de maíz.

Cabe mencionar que este libro –que se presentará a las 10 horas en el Centro de Convenciones del Complejo Cultural Universitario (CCU)– propone una metodología para lograr la seguridad alimentaria en el consumo de maíz que comprende su estimación por municipio, la evaluación del empleo de las tecnologías modernas y campesinas aplicadas en el manejo del maíz, la identificación de los maiceros con mayor potencial productivo y la caracterización del patrón tecnológico que utilizan los productores de mayor potencial productivo, el cual coincidió con el uso de forma preponderante de las tecnologías campesinas, con el fin de que sea difundido, mejorado y aplicado por el resto de campesinos.

 

Foto: Ángulo 7

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