En Morena de Puebla, siguiendo los preceptos del presidente Andrés Manuel López Obrador, que son bienvenidos todos los que comulguen con la Cuarta Transformación, tampoco debe significar que priistas o panistas que se sumen, deban ser premiados con alguna candidatura o posición en caso de ganar ese partido las elecciones al gobierno estatal y los principales ayuntamientos.
Que al morenismo se han ido sumando militantes de los partidos de derecha o han manifestado abiertamente su simpatía con esa fuerza política, debe valorarse qué aportarán a la estructura y determinar si son factibles algunos con trayectoria para impulsarlos para las elecciones de junio de 2024, siempre cuidando las formas que convenzan a la base.
En los tiempos actuales de la política mexicana se han visto con más frecuencia el cambio de colores partidistas por parte de los actores involucrados. Puebla, no es la excepción; sin embargo, la pregunta es ¿todos son medibles para una candidatura, tienen estructura para operar a favor de Morena o se pronuncian a favor de ese partido para ver qué logran? Eso debe analizarse y valorar si hay mejores perfiles entre los morenistas para desplazar a los que lleguen, porque tampoco se les debe rechazar si quieren sumarse al movimiento de la 4T.
De forma general, los partidos en Puebla no se pueden dar el lujo de rechazar a un político con experiencia y que fue menospreciado donde estaba, pero sí determinar para qué les alcanza a algunos para el proceso electoral que se avecina.
Que si José Chedraui renunció recientemente al tricolor para sumarse a Morena, en busca de ser el coordinador municipal de Puebla de los Comités en Defensa de la 4T; que si Jorge Estefan Chidiac será candidato a una diputación por Izúcar de Matamoros, siglado por el Verde Ecologista de México o que si Silvia Tanus se preve que deje su curul priista en el Congreso local para adherirse al partido obradorista, será la militancia que determinen si los aceptan o no.
Están equivocados quienes crean que los militantes todavía son “borregos” como en los viejos tiempos del PRI que dominó durante 80 años en Puebla, ahora son activos que participan y opinan, quienes si no están de acuerdo lo manifestarán abiertamente o con un “voto de castigo” en las urnas.
Si en Morena cuidan esos pequeños, pero grandes detalles, será avasallador en las elecciones de este año para mantener primeramente la gubernatura y recuperar la alcaldía de Puebla y quizá hasta recuperar otros municipios de la zona metropolitana.
Tras las precampañas a la gubernatura de Puebla, los aspirantes de Morena y el PAN debieron hacer un balance de cómo les fue, eso implica también ver quiénes se sumaron por convicción y conveniencia a sus frentes.