El Ejecutivo, ciudadano Presidente, no procuró extender su acción legal, benéfica y conciliadora, en los Estados y éstos, temiendo por el porvenir de las causas en favor de las que habían luchado, se han encerrado en sus propias individualidades, dando por resultado, todo ello, la rotura de los vínculos federales.

Creemos que para consumar una gran revolución no son bastantes los títulos legales, es necesario el tacto político; creemos que para mandar a un pueblo que tiene la conciencia de su fuerza no alcanza la coacción de la ley y que, en los países que han aspirado ya las auras de la libertad, el único Gobierno posible es el basado sobre el prestigio y el amor de los pueblos, prestigio y amor que desgraciadamente a perdido de todo punto el actual personal de la administración.

Lejos de nosotros la idea de imputar como un delito, como un crimen o un error, los hechos que hemos referido; nos venimos hoy con el carácter de acusadores, ni en nuestra calidad de ciudadanos queremos abrogarnos los derechos de jueces. Desagracia o más bien resultado preciso de las grandes revoluciones que devoran no sólo la vida y las haciendas de los hombres prominentes, sino también su prestigio y reputación, el hecho es que, el actual presidente de la República, a quien nos dirigimos, no es posible que salve la situación y su separación del alto puesto que ocupa es una necesidad tan imperiosa para la salvación del país, como fue importante su presencia en él, en los primeros días de la revolución. Durante ella y en los de prueba, usando de ese poder siempre ominoso que se llama dictadura, se gastó lo mas noble que poseía, su prestigio y su poder moral en vano se ha pretendido reconquistar por medio de combinaciones ministeriales que no han hecho más que sacrificar otras tantas reputaciones, esterilizando nobles y fecundas inteligencias.

La revolución, ciudadano Presidente, necesita de éstas; necesita que el nombre de Juárez no pase a la posteridad con las notas que sobre él arrojaría la historia, si apareciera como el hombre que sofocó los gérmenes de una gran revolución; la reforma exige la vida, la acción que presta sólo al prestigio perdido hoy y que es el único centro de unión que puede reanudar los vínculos federativos ya rotos; que puede revivir los elementos de la organización social ya apagados; que puede, por último darnos la fuerza para salir airosos en los conflictos interiores y exteriores que nos amenazan. Y, en nombre de esas supremas necesidades, en nombre de la salvación de los principios políticos que profesamos, en nombre del honor y la salvación de nuestro país, ocurrimos al ciudadano que es capaz de todas las virtudes republicanas, al ciudadano que ocupa el poder, según él mismo lo ha dicho, por un acto de noble abnegación; al ciudadano que jamás hará personal la cuestión de los intereses sociales y respetuosamente le pedimos se separe temporal o absolutamente de la presidencia de la República, en la que sus virtudes son estériles y en las que sacrifica, con su propia reputación, el porvenir de la República.

Protestamos de la manera más solemne ante el ciudadano Presidente y ante el mundo entero que al elevar esta súplica no nos mueve interés alguno bastardo, sino única y exclusivamente el sagrado de la salvación del país y esperamos que, en los términos prescritos por artículo 8vo del código fundamental, se sirva mandarnos sea manifiesta su resolución.

México, 7 de septiembre de 1861.

Manuel María Ortiz de Montellano, D. Balandrano, N. Medina, I. Calvillo Ibarra, Enrique Ampudia, Víctor Pérez, Antonio Rebollar, Susano Quevedo, Braulio Carballar, Pedro Ampudia, Joaquín Escalante, Antonio C. Ávila, Pantaleón Tovar, M. de la Peña y Ramírez, Manuel López, Manuel Romero Rubio, J.R. Nicolín, Jesús Gómez, Antonio Carrión, Juan Bustamante, J.M. Castro, Antonio Tagle, Francisco Ferrer, Ignacio M. Altamirano, Juan Ortiz Careaga, Pablo Téllez, José Linares, Francisco M. Arredondo, J.M. Savorio, Agustín Menchaca, Ignacio Escala, Luis Cossío, Domingo Romero, J.M. Carbó Vicente Chico Seín, G. Aguirre, Juan González Urueña, Miguel Dondé, Manuel Castilla y Portugal, Justino Fernández, Antonio Herrera Campos, Vicente Riva Palacio, Ramón Iglesias, Francisco Vidaña, Trinidad García de la Cadena, M. Saavedra, R. Vázquez, Juan Zalce, Eufemio Rojas, J. Rivera y Río, Juan Carbó,

Fuente Jorge L. Tamayo (Selección y notas de), 1966, Benito Juárez. Documentos, Discursos y Correspondencia, t.5, Secretaría del Patrimonio Nacional, México, 13-15.

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