En esta reflexión trataré de sugerir ideas que puedan conducir a la identificación de problemas. Las ideas podemos encontrarlas contenidas en soportes múltiples: audios, imágenes, libros, películas, etc.

El camino para el interesado en filosofar puede ser el siguiente:

1) Elaborar ensayos cuya pregunta guía sea: ¿Qué es…? (Colocar en lugar de los puntos suspensivos un verbo en infinitivo: como amar, filosofar, sorprender, preguntar, dudar, comer, leer, escribir, etc.) o un sustantivo como amistad, amor, filosofía, lectura, escritura, música, poesía, pintura, mujer, niño, color, sabor, etc.)

2) Definir una paradoja que enuncie el fenómeno representado por expresiones como “filosofar o filosofía en el salón de clases, filosofar en la calle”, “filosofar en la cantina”, “filosofar sobre los mitos racionales”, “elogio de la ignorancia”, “lo valioso de los errores”, “el filosofar desde lo religioso”, etc.

3) Interpretar con actividades los resultados obtenidos.

4) Llevar a cabo dichas actividades.

5) Evaluar las experiencias.

Un ejemplo:

De lo que se trata es de investigar cómo pueden conjuntarse dos conceptos (filosofar y calle) que se intersectan con un tercer concepto: aprender a filosofar. La calle nos permite adquirir saberes populares, espontáneos, “vivos”; la universidad saberes académicos, hipercodificados. Ambos saberes nos dan unidad cultural que muchos llaman “identidad”. Dicha unidad cultural se produce también en contacto con distintas producciones culturales: música, cine, radio, televisión, arquitectura, literatura, prensa, tebeos, etc.

De lo que se trata es de aceptar una realidad y abandonar dos prejuicios. En primer lugar, tanto en la calle como en la universidad hay espacios para ruindades, intrigas, dominaciones mafiosas, peligros, etc. En segundo lugar, tanto en un ámbito como en el otro se puede hacer circular el más alto nivel del saber cultural. De hacerlo exitosamente transformaríamos nuestro lema “el filosofar a la calle-la calle al filosofar” en la realidad “el filosofar en la calle”. Es necesario impulsar acciones que permitan socializar lo que implica “Pensar Bien, para Vivir Mejor”.

De lo que se trata es de discutir cómo es posible transformar lo que parece una disyunción excluyente (o filosofar o calle, pero no ambas) en una conjunción (filosofar y calle). Debemos aceptar que en la “realidad” ambos referentes existen, están integrados en un contexto mediato e inmediato que sesgan su sentido de un determinado modo.

De lo que se trata es de producir (crear) un nuevo significado a los sintagmas “filosofar a la calle” y “filosofar en la calle”.

De lo que se trata es de comenzar la discusión a partir de reconocer el actual uso contradictorio de los dos términos en cuestión: “filosofar” y “calle” y de ahí crear un nuevo significado.

De lo que se trata es de rechazar terminantemente toda pretensión de detentar el conocimiento o la verdad y de establecer la actitud de producir permanentemente experiencias personales y colectivas, mediante la discusión y el valor de aprender de nuestros errores.

De lo que se trata no es de comenzar a partir de un posible significado a los sintagmas “el filosofar a la calle” y “el filosofar en la calle” sino que esos significados surjan de la propia investigación. Si la aplicación WhatsApp es un fenómeno callejero, entonces podemos convertir al WhatsApp en un espacio para filosofar, que no permite formar grupos conforme a intereses, deseos, inclinaciones y necesidades manifestados. El WhatsApp puede convertirse en un espacio para convertir a la sociedad en una universidad.

El problema:

La lógica de la conjunción “el filosofar a la calle” y “la calle al filosofar”, esto es, “filosofar en la calle”.

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