Cartas a Gracia  

En intervenciones públicas, dirigentes de las principales organizaciones sindicales del país, se harían eco de las inconformidades de los trabajadores de la educación; entre ellas, resaltarían las que pretenderían la desaparición de Usicamm. Tal parecería Gracia, que el SNTE y la CNTE se ceñirían a un guion preestablecido y que radicalizarían sus demandas en tiempos de campaña presidencial. Así habría sucedido con los Diálogos con el Magisterio realizados en la ciudad de Campeche el 15 de abril pasado, encuentro en el que la candidata presidencial contestaría con palabras y compromisos que endulzarían los oídos a las y los 1 500 maestras y maestros locales asistentes, lo mismo que a los dirigentes de la organización convocante: el SNTE: de la misma manera sucedería, en la entrevista que sostuvieran el titular del ejecutivo federal y los representantes de la CNTE el último día del mes de marzo.   

Previamente (14 de abril) al diálogo, el secretario general del SNTE en reunión con la “estructura sindical [habría insistido, entre otros temas] en la revisión de la Ley General del Sistema para la Carrera de las Maestras y los Maestros, con el objetivo de desaparecer la Usicamm, que atenta contra los derechos laborales de los docentes”. La CNTE, por su parte, no quitaría el dedo del renglón y tras la reanudación del diálogo (La Jornada 1 de abril) con el ejecutivo federal y después de cuatro años de suspensión unilateral del mismo, insistiría en “la cancelación definitiva de la reforma educativa de Enrique Peña Nieto, reinstalación de 171 maestros cesados y terminar el régimen laboral de excepción en que está el magisterio”, incluida la liquidación del organismo responsable del servicio de carrera para maestras y maestros.  

Sin duda, apreciada maestra, entre los planteamientos formulados por los ponentes que expondrían diversos tópicos ante la candidata, resaltaría el relacionado “con la desaparición de Usicamm y [la petición para la creación de un nuevo] sistema de asignación de plazas [que otorgara] seguridad y certeza de nuestros maestros”. Provocación a la que Claudia contestaría: “No vamos a regresar a lo que había antes [en clara alusión a la pretensión por reestablecer la bilateralidad en el ingreso, la permanencia y reconocimiento de las y los docentes] pero tampoco se puede quedar lo que está ahora, porque hay muchas injusticias que están en la Usicamm […] entonces [a] lo que yo me comprometí, porque uno tiene que ser honesto, porque sería muy fácil aquí recibir aplausos, [a] lo que me comprometí con el magisterio, es entrar en un proceso, una mesa de trabajo, para una revisión [en la] que pongamos al centro a las maestras y a los maestros de México y sus derechos laborales y a la educación pública por encima de todo”. Aparentemente, la candidata tomaría partido por las maestras y maestros que habrían padecido la burocracia de un organismo que decidiría, al margen de los criterios que formarían parte del entramado legal y que, a causa de la interpretación de funcionarias y funcionarios locales, se alejaría del debido proceso y de la objetividad orillando a quienes serían marginados por las decisiones, no tendrían otra posibilidad que externar sus inconformidades en redes sociales.   

El diálogo festivo en todo momento, permitiría, que a pesar de las loas y alabanzas a la candidata, algunas y algunos ponentes expusieran con toda delicadeza (crudeza); la falta de contratación de docentes en educación inicial indígena, originada por un presupuesto insuficiente; carencia que afectaría a la infraestructura física adecuada y que originaría “maestras trabajando en espacios adaptados o prestados y que no tienen una escuela o aulas dignas, mucho menos materiales didácticos adecuados y personal de apoyo”; la falta de libros de texto para niñas y niños que cursan el preescolar indígena por dejar a esas escuelas al final de la lista de reparto; la aplicación de “pruebas estandarizadas a nivel federal para educación primaria que no consideran las particularidades de las escuelas indígenas bilingües, ni el enfoque de trabajo por proyectos que se propone en el programa 2022” y que no tomaría en cuenta a niñas y niños con capacidades diferentes y sobresalientes.  

A la candidata le pedirían que en su futuro gobierno “considere salarios más justos para maestros y maestras de los tecnológicos descentralizados similares o iguales a los tecnológicos federales; horas de clase más justas para maestros tiempo completo y asignatura de acuerdo en la normatividad de los tecnológicos nacionales”; la creación de nuevos centros de investigación; y, entre otras demandas más, incremento de becas de posgrado. Quien siguiendo “la línea” pidiera la desaparición de Usicamm, solicitaría también “el incremento gradual de las Umas de 10 a 25 Umas” para las y los docentes jubilados […]; la transformación del servicio médico para que puedan tener una atención digna todos los trabajadores de la educación y el punto más importante: el reconocimiento a los maestros y maestras con una nivelación salarial digna para todos los niveles educativos y, principalmente, para los maestros de educación física, artística y educación indígena”. Sobre la mesa se pondría a las maestras y los maestros que prestan sus servicios en educación inicial y que “no tienen una plaza docente; la plaza que tienen es de promotor educativo” con las inequidades en el cobro del salario y prestaciones; también a los que laboran en media superior y quienes “en su gran mayoría de los maestros trabajan por contratos por tanto no tienen todas estas prestaciones”.  

Las respuestas de la candidata dejarían con la sonrisa en la boca al más pintado de los concurrentes y de quienes los dirigen; aun si solo las y los asistentes fueren simpatizantes del SNTE. Para todas y todos tuvo; sin embargo, las soluciones prometidas requerirían de un techo financiero que incrementaría al actual gasto educativo en un 100% y maestras y maestros tendrían que tomarlo con reservas, ya que, del plato a la boca, se cae la sopa.  

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