Editorial Ángulo 7
En este espacio vertirmos la opinión de nuestro medio, siempre con una visión contructiva Credito: Elaboración propia

El pasado lunes, el Instituto Nacional Electoral (INE Puebla) manifestó que no se tiene focos rojos en la entidad que pudieran vulnerar las campañas y, por lo tanto, la elección. Sin embargo, eso no significa que las autoridades no deben dejar de abordar el tema de buscar la paz.

Y es que lo fundamental en esta tarea de seguridad no sólo es el tema de quienes dan la cara ante los hechos de inseguridad (no sólo candidatos), sino el pueblo quienes son siempre están en primera línea.

Las últimas elecciones violentas en Puebla fueron las llevadas a cabo en 2018. En ella ocasión, en la colonia San Aparicio, rumbo a Canoa, un grupo armado abrió fuego contra un centro de votación, nadie salió herido.

Lo mismo ocurrió en Xilotzingo, en donde sujetos armados entraron a una escuela donde se estaba realizando las votaciones y se robaron algunas urnas. No obstante, los sujetos tararon de huir, pero, al momento de tomar lo que se ría la 24 sur, la camioneta se volteó aventando miles de votos.

A nivel estatal y municipal gobernaba el Partido Acción Nacional y quienes buscaban la elección eran Eduardo Rivera Pérez para la alcaldía y Martha Erika Alonso de Moreno Valle para gubernatura. Por Morena iba Claudia Rivera Vivanco y Miguel Barbosa Huerta.

Posterior a ello, las elecciones intermedias para renovar congreso federal y local, así como alcaldías, las elecciones en Puebla capital se llevaron en santa paz. Quienes gobernaban era Morena.

Esta diferenciación es necesario porque entre ambos partidos existen dos proyectos distintos. Sin embargo, en estos tiempos eso dejó de perder peso. Ahora la violencia ha crecido y pese a los esfuerzos de la federación, la degradación del tejido social se aceleró.

Por ello, y a pesar de que no hay focos rojos en Puebla, es menester que las autoridades garanticen la paz dentro del proceso electoral.  

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