Editorial Ángulo 7
En este espacio vertirmos la opinión de nuestro medio, siempre con una visión contructiva Credito: Elaboración propia

Desde el primer momento que el presidente Andrés Manuel López Obrador tomó posesión, el Ejército mexicano comenzó a tomar otra cualidad: dejó de ser la institución que por años había servido para reprimir a la sociedad, y se convirtió en protector de la soberanía nacional.

Para ello, nada más de cambiar esa visión, también se le involucró para fortalecer el crecimiento económico como en la construcción del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles; también participó en la construcción de la Refinería Olmeca, ubicada en Dos Bocas, Tabasco.

Fundamentalmente se le adjudicaron la administración de dos empresas fundamentales para la nación: el Tren Maya, la empresa Mexicana de Aviación y la administración 12 aeropuertos.

El pasado lunes, se cumplieron 111 años de la creación del ejército mexicano, fecha en la que también se inauguró el complejo militar ubicado en Oriental, Puebla, el cual cuenta con 14 fábricas de producción, 20 polvorines, taller de fusión, campo de pruebas, áreas de desarrollo e investigación tecnológica y de mantenimiento, cuatro almacenes generales, batallón de servicios especiales, edificio de seguridad física y ensambladora de vehículos.

El presidente en su discurso sostuvo que lo anterior, no es militarizar el país como aseguran sus adversarios, sino que es parte de la pacificación del país pues que “los soldados son pueblo uniformado (…), son leales, y son patriotas”.

Dejó muy en claro que, a diferencia de las instituciones castrenses de otros países, el Ejército Mexicano surgió de un movimiento revolucionario de 1910.

Obrador está a punto de terminar el sexenio y, en toda su gestión, casos como el de Ayotzinapa, Tlataya, entre otros, dónde la institución castrense jugó un papel lamentable, no se han repetido.

incendios forestales