En el marco de la celebración por el Día de Muertos, el gobierno de Puebla declaró patrimonio cultural intangible del estado la “Ofrenda Nueva del Día de Muertos en Tochimilco”, una tradición que se caracteriza por sus monumentales altares ancestrales.

Así como por sus valores culturales, antropológicos, históricos, artísticos y tradicionales, además de su transmisión durante varias generaciones, hicieron posible que la ofrenda nueva fuera reconocida como una importante tradición de la región de Valle de Atlixco.

De acuerdo con el decreto publicado en el Periódico Oficial del Estado (POE), se instruye a la Secretaría de Cultura y al ayuntamiento de Tochimilco instrumentar acciones para promover, preservar y salvaguardar esta tradición.

Mole de Caderas es declarado Patrimonio Cultural Intangible de Puebla

Esta expresión cultural consiste en tres actividades principales: la instalación de un altar con ofrendas para los difuntos, la salida de los familiares a recibir el alma de su difunto y la visita que hace la comunidad al altar conocida como “correr gallo”.

La ofrenda nueva es colocada por familiares que sufrieron la pérdida de uno de sus integrantes dentro del periodo de dos temporadas de Día de Muertos, por lo que colocan una ofrenda nueva, que año con año varía su expresión.

Con la declaratoria emitida la víspera del Día de Muertos por el gobernador Sergio Salomón Céspedes, también se protege la labor que realizan los artesanos que forman parte de la elaboración de los altares, lo que permitirá que se siga preservando esta tradición.

Asimismo, se conservan oficios tradicionales tales como los planificadores, carpinteros, artesanos del papel picado, floristas, artesanos de la cera escamada, de utensilios de varas, cocineras tradicionales, panaderos y dulceros.

“Los usos sociales, los rituales y los actos festivos son evidentes en la comunidad de Tochimilco, donde la Ofrenda nueva del Día de Muertos constituye una parte fundamental del sistema de creencias; ya que, de acuerdo con esta tradición, el alma del difunto no muere, sino que trasciende a otro plano donde habita y espera regresar durante las festividades dedicadas a los muertos, para compartir una vez más con sus familiares”, señaló el decreto.

Para dicha festividad, las familias de Tochimilco preparan una gastronomía especial, consistente en el mole de olores, el pipián verde o rojo, el guaxmole, el atole, los tamales rellenos de frijol y los panes de muerto; además de que se elaboran dulces típicos de temporada como los mamones, las calaveritas de amaranto, las frutas cristalizadas y las figuras de alfeñique o chocolate, sin dejar de lado la miel.

Se suma a la lista de patrimonio intangible

La ofrenda nueva tiene su origen en el periodo prehispánico, en los rituales mortuorios destinados a encaminar el “alma” del difunto hacia el más allá, los cuales servían además para asumir culturalmente la degradación orgánica del cuerpo inerte y para que los deudos sobrellevaran de manera catártica el dolor emocional por la pérdida.

Más tarde, al llevarse a cabo un proceso de sincretismo entre los mundos indígena y español, tras el periodo de la Conquista, estos rituales pasaron a formar parte de las prácticas relacionadas con la religión católica, cumpliendo con estas mismas funciones simbólicas, y desde entonces han sido transmitidos y recreados de generación en generación.

La festividad indígena del Día de Muertos en México fue proclamada como “obra maestra del patrimonio oral e inmaterial de la Humanidad” por la Unesco en 2003, mientras que en 2008 quedó inscrita en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por el mismo organismo, definiéndola como una expresión tradicional integradora, representativa y comunitaria.

La Ofrenda Nueva del Día de Muertos de Tochimilco se sumó al catálogo de Patrimonio Cultural Intangible del Estado en el que están inscritos otras expresiones similares como “La Celebración del Día de Muertos y las Ofrendas de San Gabriel Chilac” y “Las Ofrendas Altares de Huaquechula”, las cuales obtuvieron su reconocimiento en 1997.

incendios forestales