Editorial Ángulo 7
En este espacio vertirmos la opinión de nuestro medio, siempre con una visión contructiva Credito: Elaboración propia

Existen en México muchos dichos respecto a justificar la conducta de los “hijos” con el actuar de sus padres: ”cría cuervos y te sacarán los ojos”, “de tal palo, tal astilla”, “árbol que nace torcido, jamás su tronco endurecerá”, entre otros.

Lo anterior, hace que en la sociedad se normalicen diferentes actitudes porque “así le enseñaron en su casa”, “sus papás son igual o peor”, “viene de familia pleitera” y más cosas que se mencionan para no mirar un problema de fondo y que preocupa a toda la sociedad. Ello deriva a que todo se le achaque al gobierno “por qué no hace nada”, “no castiga” y demás.

Es de verdad que el primer núcleo en donde uno se forma es en el seno familiar. Los primeros años son fundamentales porque es donde los niños desarrollan los mecanismos que se enfrentarán a la vida, donde ven una forma de vivir la vida, de asumirla.

La desigualdad es el peor de los males. Una persona que no tiene que comer busca otras alternativas para obtener un ingreso y llevar un bocado a la casa; si bien le va y lo halla tendrá que ser a un costo muy alto, porque la dinámica de la sociedad es así, un intercambio. Tendrá que a ver puesto en riesgo su vida, la de los demás, a ver perdido la dignidad o romper con los valores.

De lo contrario y si su decisión es mantener lo poco de humanidad que le queda, llegará un punto en el que la paciencia lo colmará, de que la desesperación penetre el fondo de su ser y lo haga salir de sus escrúpulos. Quizá para entonces la situación familiar ya no sea la misma y opte por el camino de las conductas violentas.

Pero también existe su contrario, aquellas familias donde tiene todo resuelto y como dicen “nacen en cuna de oro”. Ahí toma otra cualidad la conducta de la violencia, porque se ejerce para subordinar, para dominar, para mantener el control. El adinerado está acostumbrado a resolver todo pagando (de nuevo la dinámica del intercambio) sin importar cuando tenga que derramar.

Pese a que son contrarios, en la realidad se interrelacionan día a día, en el trabajo, en la escuela, en la vía pública, en todos lados estas “realidades” se confrontan así mismas. Ello deriva en que las formas en las que se expresa la violencia en cada núcleo se vayan mezclando, haciendo una maraña que, si no se para con medidas de fondo, terminara preocupando aún más.

Quienes llevan el sustento son los padres de familia (papá y mamá en estos tiempos), por lo que sería desde ahí uno de los puntos focales para la reconstrucción del tejido social. Ahí es donde también está el reto, involucrando a los padres, pese a las limitantes laborales, a la educación, a la formación de los jóvenes, algo que por la situaciones antes mencionadas se ha dejado olvidado por mucho tiempo.

En ello, la federación a puesto cartas en el asunto y la Nueva escuela mexicana es la que lo llevara a la practica.

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