Augusta Díaz de Rivera, Néstor Camarillo Medina y Carlos Martínez Amador, firmaron un acuerdo en busca de una alianza PAN, PRI y PRD para el proceso electoral del 2024; sin embargo, parece un “pacto de chocolate”, porque al menos en la práctica no cumplen previos acuerdos, ya que los dos últimos dirigentes han levantado la mano para la gubernatura pese a que el candidato mejor posicionado, según las encuestas, es el alcalde Eduardo Rivera Pérez.
Además, los tres no parecen tener el respaldo de la militancia, de las cúpulas de poder dentro de sus partidos y mucho menos credibilidad ante los ciudadanos.
En mayo pasado hubo una lectura sobre el proceso electoral del 2024: los tiempos se adelantaron, es momento de pelear las candidaturas.
Néstor Camarillo, de inmediato se autodestapó como candidato a la gubernatura de Puebla por el PRI, ¿a quién consultó? Exacto, a nadie.
En días pasados ya hizo tibias críticas al gobierno de Sergio Salomón Céspedes, quiere verse como un opositor a la 4T, aunque en su papel como legislador está lejos de serlo.
Carlos Martínez Amador, tampoco tuvo mesura, se sacudió el polvo, salió del letargo y también dijo que era el mejor perfil de su partido, (de lo que queda) y milagrosamente aparecieron espectaculares con su nombre y foto, obviamente dijo que él no los mando a poner, y que sólo pidió permiso para pintar algunas bardas, para no quedarse atrás.
Augusta Díaz de Rivera se descartó para buscará una candidatura y puede ser parcialmente cierto, no buscará la gubernatura o alcaldía, pero es poco probable que no le toque una pluri, además de que su papel principal es la defensoría de los intereses del Yunque.
Los tres líderes no pueden controlar a sus partidos, todos los días hay un militante que se suma a la campaña de los aspirantes de Morena, sus alcaldes no los escuchan y se les ve operando mítines y las fracturas llegan hasta los medios de comunicación.
El pacto firmado parece tener poco de seriedad y mucho de incongruencia sino se respetan los acuerdos previos.