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Por: Mtra. Alejandra Alpuche Vélez

A pesar de que la Organización Mundial de la Salud no ha dado formalmente por concluida la pandemia de COVID-19, cada vez se escucha más en diversos ámbitos el término de “pospandemia”, y es que, exceptuando el uso de cubrebocas en algunos espacios, se han reanudado prácticamente todas las actividades con “normalidad”, y lo que antes era una crisis y noticia de todos los días, ahora pasa a segundo plano en comparación a otros asuntos.

Sin embargo, aunque hemos regresado a la “normalidad”, o a lo que algunos podrían llamar “nueva normalidad”, es fundamental reflexionar sobre lo sucedido y cuestionarnos acerca de qué nos han enseñado y qué hemos aprendido de las experiencias que vivimos en los últimos tres años para aplicarlo en el presente y mejorar el futuro.

En el ámbito de la salud, me gustaría pensar que el lavado de manos o el estornudo de etiqueta es una práctica que “llegó para quedarse”, porque independientemente del COVID-19, constituyen acciones preventivas de muchas otras enfermedades; así como implican una actitud de cuidado de uno mismo y de los demás a partir de la generación de hábitos de vida saludable. Por otro lado, espero que hayamos identificado las necesidades del sector salud con miras a mejorarlo; a optimizar o reconocer los procesos de distribución y aplicación de vacunas; pero más importante, a valorar el papel del personal de salud calificado, ético y empático.

En relación a lo social-comunitario, espero que hayamos aprendido que todos somos parte de una familia, una colonia, una comunidad y una sociedad; y que nuestras acciones impactan no sólo en nosotros mismos, sino también en los demás, en lo local, nacional e internacional. De esta manera, ojalá hayamos alcanzado la conciencia de que los problemas y situaciones se enfrentan y resuelven juntos, donde cada quien aporta desde sus características y habilidades personales.

En cuestiones laborales, un aprendizaje deseado estará en función de valorar más y cuidar a los colaboradores; pero también a reconocer a los empresarios honestos que caminan a su lado para “sacar la chamba”. Así como a encontrar nuevas modalidades de trabajo y a seguir fortaleciendo condiciones laborales justas.

En lo educativo, dado que la pandemia evidenció las desigualdades existentes en el sistema, esperemos que la experiencia nos lleve a cerrar estas brechas; y que desde la reforma educativa no se eche en “saco roto” todo lo realizado durante el confinamiento. Además de lo anterior, será importante haber aprendido lo fundamental de no descuidar los procesos socioemocionales de estudiantes y docentes por igual; a reconocer que los procesos educativos van más allá de las cuatro paredes del salón de clases; a innovar en el uso de recursos tecno pedagógicos; y a reconocer la labor de todos los docentes.

Desde lo familiar, el aprendizaje tendría que estar en relación a la comunicación y el diálogo asertivo, a combatir cualquier forma de violencia, al aprovechamiento del tiempo con y entre los integrantes de la familia y a la consolidación de redes de apoyo.

En lo individual, al menos tuvimos que haber identificado los recursos personales con los que contamos para enfrentar crisis; es decir, desarrollar nuestra resiliencia y adaptarnos a las nuevas circunstancias del contexto.

Definitivamente, los anteriores ejemplos no reflejan todos los aprendizajes que podrían haberse realizado, porque éstos dependen de diversos factores individuales y del contexto; sin embargo, es importante precisar que cualquier aprendizaje significa obligatoriamente hacer un cambio en la actitud, en la conducta o en las creencias. Por lo tanto, ¿en qué hemos cambiado?, es decir, ¿qué hemos aprendido?

*Maestra en Administración y Gestión de Instituciones Educativas por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Licenciada en Educación por la Universidad Iberoamericana Puebla. Se ha desempeñado profesionalmente en el acompañamiento y asesoría pedagógica a estudiantes, docentes y equipos de trabajo en los niveles de educación básica y media superior. Actualmente colabora como subdirectora de la Preparatoria Ibero Puebla, además de ser docente en la Licenciatura en Procesos Educativos de la Universidad Iberoamericana Puebla.

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