circulo escritores ibero

Por: Dra. Laura Angélica Bárcenas Pozos

Hay una gran efervescencia, pues hace unos días, un grupo de estudiantes de un bachillerato protestó porque no les permiten ir a la escuela con el cabello teñido, o usarlo más largo, o usar prendas que no son del uniforme. Me causa extrañeza la rigidez de la autoridad educativa, por eso pienso que deberíamos de revisar cierta literatura sobre el desarrollo humano en donde se señala que, justo entre los 13 y 18 años, los adolescentes y jóvenes dirán sí a muchas primeras veces: al primer beso, al primer amor, a la primera relación sexual y seguramente, a su primer teñida de cabello.


Los adultos, profesores y padres y madres de familia están muy preocupados de que sus estudiantes, hijos e hijas quieran saltarse las trancas; pero es lo que hacen los adolescentes para ir ganando autonomía, independencia y un poco de libertad. Sin embargo, los adultos se sienten preocupados de que, al romper con estas reglas, las y los jóvenes se acerquen a conductas de riesgo, peligrosas y dañinas para ellas y ellos. Aquí es importante decir que siempre están y estamos en riesgo, y nuestras decisiones nos ayudan a librar esos peligros o bien, a adentrarnos en ellos.

Por tanto, es importante enseñar a las y los adolescentes a comprender que todos los que vivimos en sociedad, seguimos reglas: los adultos, los niños y por supuesto, las y los jóvenes, pues nos ayudan a mantener una “sana convivencia”; y cuando alguien transgrede algunas de esas reglas, nos pone en peligro a todos. Pero hay de reglas a reglas, hay unas que si se eliminan, se modifican, se saltan o se ignoran, no pasará mucho más; y al contrario, decidir sobre ese tipo de regla puede ayudar a forjar el carácter, a tomar decisiones que afectarán el futuro inmediato, e incluso se podrá aprender a decir que no a situaciones con las que no se está de acuerdo.

Pero estas reglas que están establecidas por estética, por imagen de la institución, por conveniencia del contexto, podrían modificarse de acuerdo a los tiempos, sin que afecten las relaciones sociales entre estudiantes, y entre estudiantes y profesores. Por ello, de acuerdo a los contextos, se podría negociar con los alumnos algunas reglas que les permitirán analizar la circunstancia de poder decidir; así como hablar de aquellas otras reglas en donde no es factible la negociación, porque negociar con la violencia puede ser fatal.

Es conveniente entonces explicar cuáles son las reglas negociables y cuáles no, por qué son así, e invitar a la negociación, de aquello que pueda ser negociado, sin que afecte la vida de la escuela, las relaciones sociales al interior y exterior de la misma; y por supuesto, que se den a conocer los resultados de la negociación; después todos los participantes deberán respetar dichos acuerdos. Parece un asunto sencillo, pero cuando de modas se trata, las y los adolescentes defenderán con uñas y dientes los estilos y tendencias que dicha moda marque; es su forma de ir construyendo identidad y autonomía, por eso habrá que dejar que se equivoquen en estas decisiones.

En otros aspectos, hay que explicar por qué no es posible la negociación, pues si se negocia se pone en riesgo a la comunidad escolar en lo general y a cada una y uno de las y los estudiantes en particular, eso es en lo que no puede pasar. Así que es conveniente plantear las reglas de lo no negociable y hablar con ellos de por qué existe tal o cual medida. De qué pasaría si dicha regla no existiera, de por qué es conveniente que todas y todos la respeten. También, hablar de que vivir en sociedad implica someterse a ciertas normas que facilitan la convivencia y la hacen más amigable y posible para todas y todos.

Discutir sobre cómo todas y todos tenemos prejuicios que afectan la convivencia y por eso, también necesitamos reglas que nos ayuden a moderar nuestras conductas; sobre todo, que nos ayuden a respetar y aceptar a otras y otros tal como son. Estos temas son los que se debería atender en asignaturas como cívica y ética; con esto, las y los estudiantes comprenderán que vivimos en un mundo que está constituido por una gran diversidad, que la norma es lo diferente y que todas y todos merecemos respeto, por el sólo hecho de ser personas.

Creo que estos asuntos podrían entretejerse con los temas del plan de estudio, pero las discusiones sobre los comportamientos éticos y sobre lo que piensan las y los estudiantes de las relaciones en sociedad pueden ayudar a formar su carácter; además de que aprenderán sobre la participación, la escucha, el respeto y el reconocimiento por el otro. Toda esta reflexión me ha llevado a pensar que un papel central de la escuela es formar y no sólo informar, formar y no adoctrinar; por eso es que el diálogo es la mejor herramienta para construir posturas. Recomiendo integrar comunidades de conversación entre estudiantes y profesores, de todas las edades, para pensar sobre lo que se piensa; dar argumentos que sostengan nuestras creencias; encontrar falacias en los argumentos de las otras y otros para construir contraargumentos.

Todo esto desarrolla el pensamiento crítico, que es la base fundamental para tomar buenas y asertivas decisiones; ayuda a saber que hay otras y otros que piensan diferente, y a reconocer esa diversidad que merece respeto. Ojalá la escuela reflexione al respecto, pues juega un papel crucial en la formación de niñas, niños y adolescentes para construir una mejor sociedad.

*Doctora en Educación, Maestra en Educación Superior y Profesora de Educación Media Básica en la especialidad de Matemáticas. Es académica de tiempo completo en la Dirección de Investigación y Posgrado de la Universidad Iberoamericana Puebla, además ha coordinado el área de Orientación Educativa y de Formación de Profesores, fue Directora del Centro de Procesos Educativos. Actualmente es docente y es la representante del Campo Estratégico de Acción, Modelos y Políticas Educativas (Ceamope).

Sus comentarios son bienvenidos.

*Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente la línea editorial del portal de noticias Ángulo 7.

incendios forestales