El desarrollo de actividades ilícitas promovidas por grupos organizados ha sido un fenómeno complejo que debe verse desde diferentes aristas; sin embargo, no se puede negar el avance que han tenido no sólo en el terreno social sino político, lo cual resulta preocupante para un país que tiene una democracia joven.

El pasado proceso electoral fue una muestra del poder de grupos delictivos para movilizar el voto. Los activistas a favor del partido en el Poder acudieron a los pueblos y las rancherías a coaccionar el sufragio y este se consumó bajo amenaza. 

El resultado fue el triunfo del partido oficial en Sonora, Guerrero, Tlaxcala, Campeche y Michoacán, entidades en los ha existido un aumento de delitos o se mantienen en el top ten con más casos. En Campeche, por ejemplo, la cantidad de denuncias “contra la vida e integridad personal”, creció en el primer bimestre de este año 514 por ciento, de acuerdo con información del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (Sesnsp).

Puebla no es la excepción, y si bien las cifras acerca de diversos hechos ilícitos se han comportado de manera fluctuante, es innegable el crecimiento de casos de secuestro de personas que se han difundido ampliamente por diversos canales de comunicación.

Sin embargo, en términos generales nuestro país sufre una escalada de violencia nunca antes vista, pues ya se contabilizan a la fecha poco más de 120 mil homicidios, cifra que supera por mucho los delitos ocurridos en los primeros cuatro años de gobierno de los tres sexenios anteriores.

Por eso preocupa el mensaje presidencial hacia quienes han provocado este aumento de violencia en el país, que de forma explícita son protegidos por el Gobierno mexicano, incluso colocados por encima de las Fuerzas Armadas, que ante la orden de no defenderse, se ven obligados a huir para salvar sus vidas sin posibilidad de defensa.

Ese es el México de hoy gobernado por Morena, en el que los niños que padecen cáncer son “golpistas”, los periodistas “sicarios”, los legisladores que votan de forma libre “traidores a la Patria”, los médicos “egoístas”, los profesionistas “aspiracioncitas” pero los delincuentes son “humanos” a los que se tiene que proteger porque seguramente ellos resguardarán los eventuales votos del partido del presidente. 

Cambiar el rumbo del país es responsabilidad de todos los mexicanos, y en la medida en la que no existan espacios vacíos, en las filas de las urnas, es como se podrá recuperar el México en desarrollo y democrático, que hoy corre peligro.

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