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El lunes 15 de agosto y en el transcurso de la Mañanera, Gracia, Andrés Manuel López Obrador anunciaría que Leticia Ramírez Amaya, hasta ese entonces titular de la oficina de quejas de la presidencia de la república, habría sido designada como la nueva responsable de la oficina de educación de la administración federal, en sustitución de Delfina Gómez Álvarez; como era de esperarse las reacciones habrían sido inmediatas. Por un lado, se encontrarían aquellas personas que se congratularían por conocer la calidez humana “que le caracteriza” lo mismo que por “la eficiencia administrativa” que le acompañaría en el desempeño de sus funciones; por otro, quienes “se irían” a la cargada felicitando a la recién promovida, como si en ello les fuese la chamba o los apoyos que se requerirían; y por último quienes expresarían reticencias. Entre los ellos, contaríamos a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE). Organización que, por intermedio de Pedro Hernández Morales, secretario general de la sección 9 SNTE-CNTE, señalaría que el nombramiento de Leticia sería desafortunado “pues desde 1992 no tiene presencia en los salones”, a pesar de reconocer que la agraciada contaría con cartas credenciales que la identificarían con esa expresión sindical.

No obstante, la organización seguiría insistiendo en la resolución de sus demandas. El análisis de algunas de ellas, darían pie para seguir enlistando pendientes institucionales irresueltos que se podrían desahogar a partir de las pláticas que sostendrían la CNTE con Óscar Flores, titular de la Unidad de Administración y Finanzas de la SEP, en la que se definiría cuál sería “la agenda de la reunión con López Obrador, luego de que éste lo designó como el enlace con los maestros”, de acuerdo a lo que consignaría una entrevista que el secretario general de la sección 9 de la CNTE concedería al Periódico La Jornada (21 de julio de 2022, p. 16).

Las demandas postergadas -entre las que se encontraría la reanudación del diálogo interrumpido, Gracia- se integrarían por 8 puntos consignados en el Boletín Conferencia de Prensa de la CNTE, miércoles 11 de mayo de 2022: 1) Abrogación total de la reforma educativa; 2) Aumento salarial de emergencia; 3) Aumento del 100%; 4) Basificación de todos los interinos; 5) Cancelación de la UMA; 6) Un programa educativo nacional construido desde los centros de trabajo, zonas escolares, sectores, regiones y entidades federativas; 7) Cumplimiento a los acuerdos firmados por Andrés Manuel López Obrador en las 18 mesas y 7 mesas temáticas.   

Sin embargo Gracia y aunque la lista de pendientes se alargara, habrían asuntos que no se podrían dejar de tomar en consideración, y más cuando se encuentran en el ojo del huracán verbigracia, el combate al rezago educativo y la reincorporación de los más de 2 millones de niñas, niños, adolescentes y adultos que abandonarían la escuela -desde básica hasta superior- resultado de la crisis sanitaria originada por la pandemia de COVID y por la penuria económica derivada de la suspensión de actividades presenciales; la modificación de la ley de Usicamm que solicitaría el SNTE y de la actitud de la burocracia usicamita que demandarían maestras y maestros; la publicación de la normatividad subsidiaria de las leyes generales que aún se encontraría en suspenso, etc. Merecería un comentario en esta carta Gracia, la revisión de la propuesta educativa que daría una respuesta parcial a la demanda 6) de la agenda de la CNTE y que, mediante el hashtag en Twitter #SEPinforma, justificaría un evento, en el que la dependencia cabeza del sector educativo, presentaría “el nuevo ‪#PlanDeEstudios de Educación Preescolar, Primaria y Secundaria, que iniciará su implementación con una prueba piloto en al menos 30 escuelas por entidad federativa, durante el ‪#CicloEscolar 2022-2023″; experimento académico al que se incorporaría a niñas, niños y adolescentes del primer grado en los niveles de preescolar, primaria y secundaria.  

No obstante, la nueva propuesta pedagógica requeriría Gracia, de un “nuevo tipo de personal docente ideal”. Maestras y maestros que se formarían en principios diferentes a los que, en materia educativa, se establecieran tras el triunfo de la revolución mexicana bajo el modelo diseñado por la facción más liberal del constituyente del 17. Docentes a quienes se pretendería reeducar a marchas forzadas para que respondieran de manera satisfactoria, a los principios que la administración federal esperaría de ellas y de ellos. Tarea que, a corto plazo, parecería imposible de lograr, si se tomara en consideración que los días dedicados a la capacitación docente -a cargo de las y los supervisores, atps, personal directivo- para apropiarse de la propuesta curricular de la Nueva Escuela Mexicana, serían insuficientes (4 fases que sumarían no más allá de 20-25 días en el transcurso del ciclo lectivo). Sin duda Gracia, un cambio que tendría toda la traza de estar realizado sobre las rodillas y que no auguraría buenos resultados por un lado y, por otro, no tomaría en consideración la propuesta de reforma esbozada por la CNTE.  

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