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Cartas a Gracia

Una Leticia Ramírez sosegada, tranquila y dueña de sí misma, sostendría una charla con el periodista Jenaro Villamil y resumiría lo que hasta ahora “hubiera aprendido” sobre planes y programas. Reseñaría -brevemente- el tiempo invertido en su elaboración; dos años en los que se habrían desarrollado “discusiones, conversatorios, pláticas, conferencias, participaciones, asambleas a nivel de todo el país”; aunque éstas últimas se convocarían el 30 de enero del presente año (Boletín SEP no 25) con el objetivo de que maestras y maestros conocieran planes y programas y realizaran sugerencias para el rediseño de los libros de texto gratuito. Y aunque reconocería su ausencia “por estar realizando otra labor”, mencionaría tener “el reporte” de lo realizado en el proceso; cuestión que habría permitido recuperar el sentir del magisterio y que, como por arte de magia, “se genera un plan de estudios que como eje fundamental tiene la visión humanista de la educación, la visión de alumnos críticos”, capaces de actuar, capaces de crear de forma colectiva -presumiría- “con una forma diferente de enseñar y es algo que nos lleva a recuperar esto que hacen los maestros”. Quehacer que evitaría “suspensiones de clases” originadas por maestros y maestras protestantes, cansados de ser golpeados -argumentan en entrevistas- por madres de familia y sus hijos, como sucedería el miércoles 16 de los corrientes en el plantel 1 ‘El Rosario’ del Colegio de Bachilleres (Colbach), ubicado en la alcaldía Azcapotzalco de la CDMX, cuando una docente del plantel fuera agredida por una madre de familia, enojada con ella por negarse a aceptar un trabajo fuera de la fecha estipulada.

En pocas palabras justificaría el cambio de planes y programas de estudio que se aplicarían -tal cual- a tan sólo un año y dos meses de la finalización de la administración del actual titular del ejecutivo federal, al inicio del ciclo escolar 2024-2025. El alegato aludiría a la realidad cambiante y la correspondencia de planes y programas anteriores “a un momento histórico, a una idea de cómo se estaba trabajando” lo mismo que a un nuevo paradigma: “queremos que la comunidad sea el eje con el que se trabaje a través de la escuela mediante proyectos“. Entre sus aportes, evidenciaría la subordinación de planes y programas de la nueva propuesta pedagógica al servicio de “la transformación del país […] tiene que pasar forzosamente por la transformación de la educación por eso son estos nuevos planes y programas”; aunque negara que como plantease la derecha la nueva propuesta pedagógica “están ideologizando [y que] van a volver a los alumnos socialistas”. Reivindicaría la enseñanza basada en 4 Campos Formativos: lenguajes; saberes y pensamiento científico; ética, naturaleza y sociedades; y por último de lo humano y lo comunitario; 7 ejes -pensamiento crítico, interculturalidad, igualdad de género, inclusión, vida saludable, apropiación de las culturas a través de la lectura y la escritura, artes y experiencias estéticas, que se instrumentarían “desde un punto de vista colectivo […] partir de lo de lo humano y lo comunitario, en las zonas urbanas, en las zonas rurales”. Leticia agregaría que la niñas y los niños llegarían a la escuela con un saber que habrían adquirido de su contacto familiar, del uso de las redes sociales, de la exposición a los medios de comunicación, del ejemplo que les proporcionaría su entorno social, y se emocionaría al ejemplificar con una niña de Baja California, permitiéndose deducir “que todos somos parte de lo mismo y esa es la esencia de la educación humanista, y eso es lo que nosotros estamos desarrollando que no tiene que ver nada con ideologización, tiene que ver con un reconocimiento al ser humano”.

A Leticia Rodríguez, también le iría bien en la comparecencia que sostendría ante los miembros de la Comisión de Educación de la Cámara de Senadores; mucho mejor que en la entrevista con Daniela Iturbe Calderón, en la que no atinaría a contestar cómo se le enseñaría matemáticas a un niño de segundo grado de acuerdo a la nueva propuesta educativa. De su crecimiento mediático darían fe, en primera instancia, la entrevista con Villamil referida al inicio de la carta, lo mismo que la transmisión del evento ante las y los senadores el Boletín SEP no 271 publicado el 17 del mes, en el que se celebraría la festividad del día de muertos.

Como si fuera parte del guion de los 3 titulares del despacho educativo, en su comparecencia, se referiría -lo mismo que la y el anterior- a resaltar logros institucionales, minimizando los retos de aquello que faltaría por realizar. No obstante y en relación al tema que comentó Gracia, mencionaría que para “el nuevo marco curricular es fundamental en el derecho humano a la educación de las infancias y adolescencias, y que sus contenidos se organizan [zarían] en cuatro campos formativos, siete ejes articuladores y seis fases”; aunque obviaría la subordinación del derecho al que aludiría, al de comunidad, concepto al que catalogaría como uno de los dos fundamentos de la propuesta curricular al tiempo en el que resaltaría la “autonomía profesional del magisterio, con base en el contexto comunitario; los saberes de los estudiantes; los saberes locales y los contenidos nacionales”. Autonomía que no podría estar por encima de la atribución constitucional, a la rectoría del estado sobre planes y programas de educación básica y normal y que serían aplicables de manera obligatoria, en toda la república.

Que la rectoría del Estado se delegaría en maestras y maestros que ejercerían su profesión en cualquiera de los niveles de educación básica y de docentes y que, en adelante, serían responsables del codiseño de planes y programas de educación básica y normal; precisaría en primer lugar, de una reforma constitucional o legal que transfiriera -total o parcialmente- una atribución antaño reservada al estado y en contra de la que desde los años 20 del siglo pasado, se han manifestado organizaciones de madres y padres de familia afiliados a entes como la Unión Nacional de Padres de Familia y que se oponen -por ejemplo y por citar solo alguno- a programas como los de biología y, en segundo, de una capación y adiestramiento de las y los docentes que les asegurara medianamente que ellas y ellos, estarían en condiciones de cumplir con la tarea rectora que se les delegaría y con niñas, niños y adolescentes que no tendrían la culpa por las ocurrencias de terceros Gracia. Total, “hágase mi voluntad en los bueyes de mi compadre”.

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