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Cartas a Gracia

Dos notas publicadas en un resumen informativo que generosamente me comparte Alejandro García Limón de Impulso Informativo, motivarían la búsqueda de la fuente original y que se conocieran las posturas de los autores: Conapo y la Federación Nacional de Asociaciones de Padres de Familia A.C. (Fenapaf), al parecer de influencia local.

De suyo el resumen informativo sería bastante explicito; la primera se referiría a una alerta que emitiría el Consejo Nacional de Población por el alto número de embarazos que afectaría a menores de 19 años (Sol de Puebla); y la segunda, se referiría a la oposición que la Federación Nacional de Asociaciones de Padres de Familia A.C manifestaría al Programa de Educación Sexual Integral (ESI), según referiría el Diario Puntual. 

La información del Consejo Nacional de Población sería abundante y tan solo el “conjunto de datos” de la página Salud Sexual y Reproductiva (shorturl.at/gmzKV), presentaría más de 30 registros en los que se podría buscar y encontrar la información que se deseara; aunque si el dato de 22 500 embarazos en mujeres menores de 19 años en Puebla, fuese un promedio por entidad, permitiría estimar, que la suma nacional superaría la cifra de los 700 000 embarazos en la República Mexicana.

De la cifra calculada en promedio nacional, 379 661 nacimientos corresponderían a adolescentes que tendrían entre 15 y 19 años de acuerdo al cuadro Número de nacimientos, mujeres adolescentes y la Tasa de fecundidad adolescente por municipio, 2020, si bien se tendría que tomar en consideración que el cuadro Número de nacimientos, tasas y razón de fecundidad en niñas y adolescentes de 10 a 14 años de edad reconstruidos a 7 años, 1990-2021 reportaría 6 nacimientos en niñas de 10 años; 26 de 11 años y 135 de 12 años. La sumatoria de esas edades (10 a 14 años), reportaría un total de 8 891 nacimientos que, sumados a los 379 661 nacimientos en adolescentes, proyectarían un total de 388 552 infantes, que en promedio por entidad arrojaría un indiviso de 12 142 nacimientos.

El estudio Determinantes del embarazo adolescente en México y su impacto socioeconómico, publicado por la Secretaría General del Consejo Nacional de Población en 2021 consignaría otros datos, que por el giro de la carta que se te envía Gracia, deberían tomarse en consideración y entre esas otras cifras, destacarían la mencionadas en el cuadro República Mexicana Distribución porcentual de niñas, niños y adolescentes de 12 a 19 años por sexo y razones de abandono escolar;1 de cada 4 adolescentes no asistiría a la escuela y de ellos, un poco más de 1 mujer de cada 3 esgrimiría que no querría estudiar, en tanto que 1 de cada 5 no contaría con recursos económicos para continuar sus estudios.

No obstante, el 16.3% de las mujeres y el 2.8% de los hombres abandonaría la escuela argumentando que se habría unido, casado o embarazado. El mismo estudio referiría que “del total de adolescentes embarazadas” al levantarse la encuesta (ENAID), 1 de cada 2, no habría planeado el embarazo y 1 de cada 3, habría deseado no embarazarse.   

Sin embargo y a pesar de las cifras y de los números, la Fenapaf se opondría a un programa “promovido por la Organización Mundial de la Salud” (shorturl.at/dkxz0) que, acotarían, debería en principio analizarse y estudiarse para posteriormente, dar “a conocer sus condiciones a detalle” y no meterlo con calzador, como un apartado adicional en los nuevos planes y programas de la propuesta pedagógica que iniciaría en agosto del 2023 y que se sintetizaría en el siguiente párrafo.

La lectura del boletín permitiría conocer que, pese a no haber sido consensuado con madres, padres de familia y tutores existiría -de acuerdo a la opinión de la federación- “una seria pretensión de ejecutarlo en el país”, argumentando que no se descartaría “que en este nuevo esquema que da apertura a detalles en la educación sexual, se promuevan comportamientos sexuales de alto riesgo, incluso despertando el interés en menores en torno al placer sexual”.

Cabría hacer notar que en una revisión de bibliografía digital, se encontrarían antecedentes sobre la propuesta Educación Sexual Integrada que se remitirían al 2002 -tal vez antes- y que, al amparo de Unicef, se habrían impartido programas como el de Educación Integral en Sexualidad fuera de la Escuela  (shorturl.at/jrFIM), que abordaría temas que sin duda estarían presentes en la sociedad, y que incorporados en el apartado 8.1.3 Igualdad de género, del anexo técnico de los planes y programas publicado en el Diario Oficial de la Federación el 19 de agosto del año que fenece.

Los dos primeros parágrafos del inciso aludirían al reconocimiento de la igualdad de derechos, “con capacidad de decisión, acción y autonomía para construir su vida con pleno uso de sus libertades [y] la incorporación de un eje sobre igualdad de género en la educación preescolar, primaria y secundaria” y en el que se cuestionaran los roles identitarios “que termina estableciendo desigualmente su condición laboral, social y educativa en la comunidad o fuera de ésta”.

En la página 90 del anexo, las autoridades educativas predicarían que los procesos formativos tuvieren “vinculación con las familias, especialmente en lo que concierne a los derechos sexuales, derechos reproductivos y en materia de educación sexual integral, […]; cuestión que concordaría con la exigencia de la Federación Nacional de Padres de Familia. A.C.

No obstante, la federación estaría exigiendo que las autoridades educativas ofrecerían -al menos en el texto del anexo-: establecer un vínculo con madres y padres familia “especialmente en lo que concierne a los derechos sexuales, derechos reproductivos y en materia de educación sexual integral” como ya se habría citado; exigencia de quienes reclaman el respeto al derecho a decidir el tipo de educación que recibirían sus hijos, aunque desde la promulgación de la Constitución de 1917, se encuentren marginados de un proceso que se definiría como responsabilidad del Estado -que no del gobierno- aunque por ahí recuerden que de lengua se comerían no solo un plato sino todos los que se requiriera, a pesar del fracaso que representarían los casi 400 mil embarazos adolescentes. 

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