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El ritual al que aludiría la carta anterior se habría “modernizado” Gracia; o por lo menos, esa sería la interpretación que se desprendería de la lectura de algunos de los comunicados en los que el SNTE evidenciaría que -desde hace 4 años- recurriría a una consulta nacional para la elaboración del pliego de demandas que se entregaría cada año a sus patrones (gobiernos -federales y locales-). Aunque en el texto de sus notificaciones prosiguieran alentando el “agradecimiento” y el culto a la personalidad en torno a quienes tomaran las decisiones, como se patentizaría en el Comunicado 11-2022 (24 de marzo). Nota en la que, al tiempo que externan “la confianza” depositada en una respuesta que esperan favorable del gobierno por el trabajo que realizarían maestras y maestros “en concordancia con el profesionalismo y compromiso con la educación pública y con el país” así como el reconocimiento al titular del ejecutivo federal por la política de pagos de salario y prestaciones favorable al gremio; “contrario a lo que ha ocurrido en otras partes del mundo por las crisis sanitaria y económica“, afirmaría en SNTE.

El agradecimiento, Gracia, vendría de la mano con los “cebollazos” a los que recurriera Cepeda Salas; autoelogios mediante los que resaltaría, de acuerdo a lo publicado en el comunicado no. 11, la lección de “civismo político sindical” con los que calificaría al proceso de “renovación de directivas seccionales”, aunque la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación opinara lo contrario y las tildaran de ser una farsa democrática.

Las apologías serían una constante Gracia, y tú, tus compañeras y compañeros lo testificarían lo mismo que los comunicados institucionales. El Comunicado 3-2022 del 13 de enero de los corrientes no sería la excepción, y mediante él, convocaría “a sus agremiados a participar en la construcción del Pliego Nacional de Demandas 2022“. Alfonso Cepeda señalaría fechas (del 24 de enero al día de la candelaria); exaltaría la participación de más de 1 millón de “trabajadores”; definiría métodos (formato físico o electrónico); precisaría su objetivo: elaborar un documento nacional mediante el que se expresarían sus “demandas” y entregaría cuentas genéricas: “Es con ese respaldo, aseguró, como se ha logrado avanzar en la basificación (de más de 500 mil compañeros), a partir de las negociaciones de los pliegos nacionales entregados a la SEP“.  

La cadena de elogios patentizada por el manifiesto daría cuenta de los “buenos oficios” y formas de hacer política que se transmiten a la estructura sindical, y así como al secretario general le tocaría reconocer a las autoridades superiores -incluidos el presidente la república y a la titular del despacho educativo de la administración pública-, a sus subordinados en la estructura sindical le correspondería rendirle honores a su inmediato superior, lo mismo que a las y los titulares de los despachos estales y, consecuentemente, a quienes subordinados a ella o a él, desempeñan las carteras de educación como se ejemplificaría con las alabanzas que secretarios generales seccionales brindaran a quien ejercería “un liderazgo democrático apegado a la rendición de cuentas [… ] sensible a las necesidades de quienes conforman la organización sindical”. Las dirigencias institucionales serían presentadas por las diferentes expresiones de la CNTE, como aliados y subordinados al gobierno en turno, cualquiera que fuesen sus siglas y sus colores (tricolor, albiceleste, marrón).

Los “buenos oficios” y el apego a ciertas normas de corrección política diferenciarían a quienes, a partir de los años 40, han detentado tras una alianza con el gobierno en turno, la titularidad de las relaciones laborales colectivas -SNTE- y quienes desde las postrimerías de los años 70, se ostentan como una corriente -o varias- de opinión disidente al interior de la organización sindical más importante de América Latina, cuestionando la alianza corporativa que se daría entre los “institucionales” y quien ejercería la administración; subordinación que permitiría la designación o venia gubernamental de la mayoría de los secretarios generales, al tiempo que enarbolarían como bandera la democratización del SINDICATO y utilizarían la movilización social como un método lucha -más radical-, basada en la alianza que establecen con egresados de escuelas normales que demandan plaza de base sin someterse a los requisitos establecidos y otros grupos sociales. Aunque al final la CNTE tendría coincidencias en sus demandas con los “charros” -institucionales-, concurrencias que les llevarían a exigir cada uno por su parte, incrementos salariales, pago de adeudos, críticas en contra del funcionamiento de la USICAMM, basificación de los interinos, incremento de plazas, vacunas y refuerzos suficientes aunque al final difiriesen en ocasiones, en el método al que recurrirían (buenos oficios y acatamiento de instrucciones versus presión, movilización y negociación).

El ejercicio de los “buenos oficios” y una alianza “políticamente correcta” generaría escuela y permitiría que los institucionales –y ahora algunos “disidentes”- se desempeñaran, a la par que como representantes y líderes gremiales (en algunos casos cuasi vitalicios) como titulares de alguna secretaría y/o subsecretaría federal, gobernadores, senadoras, senadores, diputadas y diputados federales, diputados locales, presidentes municipales, regidores, integrándose a las camarillas que imponen a la sociedad civil; ejemplos sobran y bastan y son de todos conocidos, pero como reza el refrán: “El que a un buen árbol se arrima, buena sombra le cobija”. 

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