*Por: Dra. María Eugenia Ibarrarán Viniegra

Hace algunos días tuve una conversación donde me preguntaron, desde mi punto de vista, cuáles eran los pendientes en cuanto a temas ambientales tanto en el estado de Puebla como a nivel nacional. Después de no pensarlo micho, llegué a una lista más o menos corta: escasez y contaminación del agua, contaminación atmosférica, pérdida de bosques y de biodiversidad, extracción desmedida de residuos y rellenos sanitarios rebasados. Reconsiderando esta lista, estos problemas se presentan en mayor o menor medida en todos los estados del país. A todo esto, hay que sumarle el cambio climático, que es un problema ambiental global en sí mismo, que además viene a complicar todos los demás.

Un siguiente punto de la conversación de ese día fue si podía identificar alguna solución a estos problemas. Hay una que se me ocurre: la economía circular. Desde la Ibero Puebla se han impulsado medidas en este sentido, pero claramente no son suficientes. La economía circular consiste en la reutilización de residuos de la producción y del consumo como insumos nuevamente para la producción, y por tanto del consumo. Es darle una nueva vida a los residuos para evitar que lleguen a los rellenos sanitarios. Esto trae implícitos varios efectos.

Veamos primero el problema generado por los rellenos sanitarios, que como decíamos, están rebasados. La economía circular puede extender de manera significativa la vida útil de un relleno dado que se reduciría la cantidad de material que llegaría. En la Ibero, por ejemplo, solamente aplicando la separación de residuos y compostando se redujeron en 60% los residuos que se enviaban al relleno sanitario. Entonces, aquí estaría un problema medianamente resuelto. Esto, en sí mismo, implicaría una menor generación de gases de efecto invernadero, y por lo tanto se reduciría la contribución al cambio climático. También implicaría una menor contaminación al aire, agua y suelo, y por tanto, una mejor calidad ambiental.

A su vez, la reutilización de materiales como insumos productivos implica una menor extracción de materiales, en concreto de minerales y combustibles fósiles, por ejemplo, y una menor producción de insumos, como plásticos, vidrios o empaques. Esta menor producción implica menos agua y energía para la extracción y posterior producción de insumos, además del efecto ya analizado de la menor generación de residuos, pero también de contaminantes que van a parar a la atmósfera y a cuerpos de agua. Aun cuando habrá emisiones y uso de agua y energía cuando se reutilicen materiales que entren al proceso de la circularidad, estos en principio son menores. Sin embargo, habría que hacer un análisis detallado en cada caso.

La circularidad se puede aplicar en muchos campos, como en el compostaje de residuos orgánicos, en la reutilización de materiales y en la reutilización del agua. Pero esto no se logra de la nada. Hay al menos dos acciones que se deben llevar a cabo para que esto funcione: usar los precios como señales de escasez y regular el uso de los recursos. Pongamos el caso del agua. El precio del agua debe indicar lo costoso que es su obtención en la fuente de origen, los procesos para potabilizarla, los costos de distribución, que implican la construcción de infraestructura, y los costos de tratamiento. Por otra parte, es importante regular su uso: en muchos países la industria no puede emplear agua de primer uso para procesos industriales. Esto implica que las empresas se ven obligadas a usar agua tratada. La mala noticia es que las empresas usarán el agua más barata, y si las regulaciones no lo prohíben, usarán agua limpia, como en el caso de México, y pagarán un precio muy bajo por ella. La consecuencia es pues utilización desmedida del agua limpia. La buena noticia es que la combinación de los precios, que muestran la escasez del agua y los costos de llevarla a los usuarios, aunados a la legislación, pueden dar pie a la circularidad, reduciéndose además muchos de los problemas ambientales pendientes de resolver.

*Académica-investigadora del Instituto de Investigaciones Interdisciplinarias en Medio Ambiente (I3MA), Xabier Gorostiaga, SJ. (IIMA) de la Universidad Iberoamericana Puebla. Es integrante del Sistema Nacional de Investigadores (SNI). Obtuvo el Doctorado en Geografía y la Maestría con especialidad en Estudios de Energía y Medio Ambiente en Boston University, así como la Licenciatura en Economía del Instituto Tecnológico Autónomo de México. Su área de investigación es economía ambiental, orientada a la economía del cambio climático, contaminación del aire y valoración económica de la calidad ambiental, así como en temas de energía y de calidad del agua. Recientemente está incursionando en aspectos de justicia social y ecología.

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